Hollande derrota a Sarkozy
Hollande ha ganado los comicios franceses con un 51,5%, frente al 48,5% de Sarkozy.
El socialista François Hollande se convirtió hoy en el nuevo presidente de Francia al derrotar a Nicolás Sarkozy, el último de los líderes vencidos por la crisis que atraviesa Europa, y recuperó para la izquierda la jefatura del Estado.
El socialista obtuvo el 51,5 % de los votos en los comicios presidenciales celebrados en Francia y Nicolas Sarkozy un 48,5 %, según datos oficiales del ministerio del Interior, con datos del 90% escrutado.
El ministro del Interior, Claude Guéant, comunicó que son cifras "provisionales" con cerca del 80 % de los votos escrutados en el territorio metropolitano y con el total de los sufragios de ultramar.
Guéant precisó que Hollande obtuvo 14,17 millones de votos, frente a los 13,14 millones de votos logrados por Sarkozy, según los datos disponibles.
Por su parte, Hollande no perdió tiempo en confirmar que accede a la presidencia de Francia para "dar a la construcción europea una dimensión de crecimiento y empleo", mensaje dirigido claramente a Alemania, y en línea con su expresada intención de incorporar al pacto de rigor fiscal un elemento para salir de la crisis.
Miles de franceses invadieron ese céntrico lugar de París y dieron a los fotógrafos imágenes que quedarán sin duda impresas en los libros de historia del país. Ahí se comprobó el "vuelco ideológico" que propugna Hollande y para un país que en el plazo de un año vivió con asombro la pérdida de la credibilidad de sus finanzas a manos de las agencias de calificación, que rebajaron su nota.
El socialista accede al poder después de un proceso de elecciones primarias en su partido teñidas por la polémica causada el año pasado por la salida de la carrera de Dominique Strauss-Kahn, exdirector del Fondo Monetario Internacional, acusado de agresión sexual en un caso que aún no se ha cerrado.
Hollande logra para la izquierda la segunda presidencia de la V República, después del paso por la jefatura del Estado de François Mitterrand (1981 y 1995) y consigue echar por tierra los cimientos de una política económica practicada por Sarkozy en coordinación, cuando no en subordinación, con las directrices procedentes de Berlín.
El socialista reúne de este modo los apoyos de una Francia preocupada por su futuro, acomplejada ciertamente por una comparación que no resiste siempre con Alemania y con muchos franceses irritados por la forma de ejercer la presidencia de un Sarkozy al que se criticaron maneras distantes y próximas a los más privilegiados.
Y accede al Palacio del Elíseo conociendo que una parte considerable de sus conciudadanos dieron su voto en la primera vuelta a la candidata del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, a cuyos electores cortejó Sarkozy sin éxito para lograr una prórroga de su mandato en esta segunda vuelta.
La próxima cita decisiva es precisamente la de las elecciones legislativas en un mes, convocatoria en la que Le Pen pone todas sus esperanzas en dar un vuelco al paisaje político de un país preocupado por su futuro económico.
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