Ni Hollande tiene todas las de ganar, ni Sarkozy ha perdido definitivamente las elecciones. Y es que, en contra de lo que tratan de trasladar desde el Partido Socialista francés, la primera vuelta de las presidenciales no ha dejado nada decidido. François Hollande ha aventajado a Sarkozy en apenas un punto, pero ese resultado no supone, ni mucho menos, un pase garantizado de entrada al Elíseo.
El próximo 6 de mayo, ambos candidatos deberán arañar los votos del 45% de los votantes que dieron su voto al resto de formaciones. Y ahí es donde resulta clave Jean-Marie Le Pen, cuyo apabullante resultado sí se traduce en consecuencias políticas concretas.
La llave del Elíseo, en manos de los votantes de Le Pen
La llave del Elíseo la tienen los 6,4 millones de ciudadanos que en estos comicios han votado al Frente Nacional, y que equilibrarán la balanza de un lado u otro. Por eso, el discurso de Marine Le Pen tras conocerse los resultados era de lo más esperado: ¿Pediría a los suyos que votaran en la segunda vuelta por Nicolás Sarkozy, para evitar el avance de la izquierda? La conocida antipatía que se profesan ambos líderes hacía presagiar lo que finalmente ocurrió: Aunque no lo dijo claramente, Le Pen deslizó que no ayudaría al actual jefe de Estado. La líder ultraderechista así lo sugirió, lanzando mensajes velados y desafíos hacia Sarkozy; aunque aplazó la consigna oficial hacia sus votantes hasta el 1 de mayo. Cinco días antes de la segunda vuelta desvelará oficialmente lo que ya parece sabido.
Aún así, Marie Le Pen no es dueña del voto de sus simpatizantes, que pueden inclinar la balanza en favor de cualquiera de los dos candidatos, como ya ocurrió en los tiempos en que su padre lideraba la formación ultraderechista.
Por ello, casi antes de conocerse el resultado del 100% de los votos escrutados, los institutos demoscópicos franceses ya se centraban en conocer a dónde irían a parar esos sufragios en la segunda vuelta. Ifop vaticina que el 48% de los votantes del Frente Nacional apostarán por Sarkozy dentro de dos semanas, y el 31% restante se decantará por Hollande. Un 20% seguirán la consigna de su líder, y se abstendrán de acudir a votar para eludir el apoyo a cualquiera de los candidatos. Los resultados del instituto demoscópico Ipsos son menos esperanzadores para Hollande. Según los datos recabados en sus encuestas, el 60% de los votantes de Le Pen apoyarán a Sarkozy, y el candidato socialista sólo recabaría un 18%.
Las cifras coinciden en que Sarkozy parte como favorito para sumarse apoyos entre las filas 'lepenistas', pero puede que no sea suficiente si esta transferencia de sufragios se produce por debajo de lo esperado. Por ello, los votos de los simpatizantes del centrista François Bayrou -que se ha quedado por el camino con apenas un 9,2% en la primera vuelta- también serán importantes, pero parece que estarán más repartidos entre ambos candidatos. Según la encuesta de Ifop, Sarkozy se llevaría el 32% de los votos y Hollande un 33%.
El reto de Hollande: movilizar a la izquierda
Mientras Nicolás Sarkozy se centrará en el cortejo de los votantes de Marie Le Pen, Hollande tratará de rentabilizar la ventaja psicológica de haber derrotado por la mínima al actual jefe de Estado. Aunque la inercia dice que parte como favorito, en el Partido Socialista francés saben que su situación no invita a la celebración, y que deben calcular muy bien sus movimientos. Por el momento, ya han optado por rechazar los tres debates electorales que propuso Nicolás Sarkozy en el discurso tras conocerse los resultados. Hollande tiene todas las de perder en el debate cuerpo a cuerpo contra Sarkozy, y en el PS lo saben.
Además, los malos resultados de la izquierda francesa tampoco traen buenos augurios para Hollande. Jean-Luc Mélenchon ha quedado por debajo del 15% que le otorgaban los sondeos, estancándose en el 11%. El candidato comunista ya ha pedido públicamente el voto para François Hollande, exhortando a los suyos para "sacar a Sarkozy" del Elíseo. Se estima que en torno a 80% de sus votantes cumplirán con la petición.
El batacazo de Eva Joly también hace tambalear la victoria de Hollande. La transferencia de votos de la ecologista -que se ha quedado en un exiguo 2%- le complica la aritmética al socialista, que sumados ambos apoyos más algunos versos sueltos del lepenismo, se quedaría rondando el 40%.
Hollande necesitará movilizar más a la izquierda francesa. Concretamente tendrá que recurrir a esa izquierda a la que había casi renunciado, al presentarse como el candidato moderado, más cerca de lo burgués que de los planteamientos radicales. Habrá que ver si el ansia por desalojar a Sarkozy del Elíseo consigue convencer a los votantes de izquierda a los que ni Joly ni Melenchon han conseguido encantar.