El premio Nobel de literatura Günter Grass ha publicado un poema inédito en Süddeutsche Zeitung y en El País, donde habla sobre el conflicto de Israel e Irán, en un tono muy crítico con Occidente en general, y con Alemania e Israel en particular.
Titulado "lo que hay que decir" el poema dice que Israel se cree con el poder de lanzar un "supuesto derecho a un ataque preventivo el que podría exterminar al pueblo iraní" que está siendo conducido "al júbilo organizado por un fanfarrón". Durante todo el poema, el escritor alemán obvia el hecho de que la OIEA considera probado que Irán tiene un potencial atómico desbordado.
Pero Grass sí acusa a Israel, al principio sin nombrarlo, de tener un "creciente potencial nuclear, fuera de control, ya que es inaccesible a toda inspección". Además, asegura que ha guardado silencio respecto a este hecho, porque teme ser acusado de "antisemitismo", dada su pertenencia a las SS al final de la Segunda Guerra Mundial.
Pero no sólo ataca a Israel, sino también a su país, Alemania, al que acusa de haberle vendido arsenal militar a Tel Aviv para tratar de expiar sus culpas por los crímenes pasados. Así lo expresa Grass: "Mi país, alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez por crímenes muy propios sin parangón alguno, de nuevo y de forma rutinaria, aunque enseguida calificada de reparación, va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad es dirigir ojivas aniquiladoras hacia donde no se ha probado la existencia de una sola bomba".
El premio Nobel, que dice utilizar "su última tinta" en preguntarse "¿Por qué Israel, potencia nuclear, pone en peligro una paz mundial ya de por sí quebradiza?". Se lamenta de que los alemanes "suficientemente incriminados como alemanes", podrían "ser cómplices de un crimen que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa no podría extinguirse, con ninguna de las excusas habituales".
"Lo admito: no sigo callando porque estoy harto de la hipocresía de Occidente" dice el escritor, que pide al resto de países que "se liberen del silencio, exijan al causante de ese peligro visible que renuncie al uso de la fuerza e insistan también en que los gobiernos de ambos países permitan el control permanente y sin trabas por una instancia internacional del potencial nuclear israelí y de las instalaciones nucleares iraníes". De nuevo, Grass obvia que Israel sí ha dejado en todo momento a los inspectores de la OIEA el acceso a sus instalaciones. Irán, no.