Él se muestra fuerte ante las cámaras pero a nadie se le escapa que Hugo Chávez no parece estar venciendo la terrible enfermedad que es el cáncer y muchos lo ven con dificultades reales para llegar en condiciones a las elecciones presidenciales del 7 de octubre.
En el diario El Nuevo Herald, el doctor José Marquina, uno de los más consultados sobre este asunto, señaló hace unos días que la enfermedad de Chávez es incurable y que en realidad "enfrenta una expectativa de vida de menos de un año" ya que se trata de un "raro tipo de cáncer que en este momento sólo puede ser combatido con tratamientos experimentales disponibles en un puñado de centros especializados, ninguno de ellos ubicados en Cuba". Además, subrayó que "el cáncer está sumamente avanzado" y criticó el proceso: "El tratamiento ha sido un desorden total. Inicialmente empezaron a tratar para un cáncer de colón (...) y después se dieron cuenta de que no era de colón, sino que parecía un cáncer de la vejiga".
Como es evidente, esta sensación de debilidad sólo es percibida por la oposición ya que el oficialismo lo niega y por el contrario subraya la gran fortaleza de su líder. Es el caso del vicepresidente Elías Jaua quien ya ha señalado que "el presidente Chávez está dispuesto a participar (en las elecciones), como lo dijo", mientras que el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, -uno de los posibles sucesores- apuntó que "no hay, ni se ha pensado, ni se ha evaluado, ni lo hemos estudiado (otro candidato), tenemos la certeza de que ése es el candidato de la revolución y no sólo la certeza, sino que estamos seguros de que va a triunfar el día 7 de octubre".
El presidente de la empresa venezolana de encuestas y sondeos Datanálisis, Luis Vicente León, señaló a EFE que Chávez, con las últimas noticias sobre su enfermedad y tratamiento, deberá variar su plan con vistas a las elecciones: "Su estrategia básica de que estaba curado, de que no tenía nada, que podía ir a la campaña, no sigue siendo válida". Además, pronosticó un manejo más virtual de la actividad proselitista del oficialismo, mayor publicidad televisiva y una movilización del aparato del Gobierno y del Estado para tratar de hacer visible la actividad del Ejecutivo de Chávez.
El gobernador de Zulia, Pablo Pérez, -uno de los precandidatos de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) a inicios de este mes- dijo en una entrevista al diario La Razón que "lo importante es que el Gobierno sea sincero con el país sobre la enfermedad" ya que "eso es algo que no solo afecta a la vida de millones de venezolanos sino a muchas personas en todo el mundo".
Mientras tanto, Carlos Alberto Montaner, en un artículo publicado en el suplemento de Exteriores de Libertad Digital, explica cómo en Cuba ya se da por descontado el avance del cáncer de Chávez: "Raúl y un desconsolado Fidel dan su muerte como un hecho inevitable", lo que a su juicio, para este último resulta "una catástrofe política" ya que "era su heredero en la tarea de luchar contra el imperialismo yanqui y crear un glorioso mundillo colectivista y autoritario". Pero va más allá y apunta que "en el chavismo hay media docena que quisieran ocupar la poltrona presidencial" como "Diosdado Cabello, Nicolás Maduro, Elías Jaua, Rangel Silva, Adam Chávez, José Vicente Rangel" pero subraya que "ninguno posee esa descocada vocación mesiánica que se necesita para salir a conquistar el planeta".
Otro de los que ha dado su opinión es el director del portal informativo runrun.es, uno de los que más se ha dedicado al estado de salud del bolivariano. El periodista venezolano Nelson Bocaranda señaló el pasado lunes en el diario El Universal que en su última aparición por televisión y después de su operación, "el mandatario trató de aparecer más relajado y con la cordialidad dicharachera acostumbrada, pero la tensión corporal se le notaba". Además, recordó que el "arranque con aquellas estampitas del Siervo de Dios José Gregorio Hernández o de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba" al tiempo que imploraba "por la asistencia divina para salir del trance en el que aún permanece", sólo "sirven para recordar las tantas veces que dijo estar curado o las que en trece años son referencia de sus ataques a la jerarquía eclesiástica nacional y del Vaticano".