Los restos de algunas víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EEUU que no pudieron ser identificados se enviaron a la morgue de la base de la Fuerza Aérea en Dover (Delaware) donde fueron incinerados y arrojados a un vertedero, según reveló un informe que encargó el Pentágono, recoge EFE.
El secretario de Defensa de EEUU, Leon Panetta, ordenó en noviembre pasado investigar la gestión de la morgue militar de Dover, a la que llegan los cadáveres de los soldados muertos en Irak y Afganistán, después de que saliera a la luz el extravío y manipulación indebida de algunos restos.
El informe añade que algunos fragmentos de los restos mortales de víctimas del 11 de septiembre que perecieron en el ataque contra el Pentágono y en el avión que se estrelló en el campo de Shanksville (Pensilvania), y que no pudieron ser identificados en su día, fueron enviados en un contenedor a Dover, donde fueron quemados y desechados.
El Pentágono reconoció el año pasado después de una investigación interna que extravió partes de cadáveres en dos ocasiones en 2009, y que manipuló indebidamente otros sin consultar a las familias, por lo que Panetta ordenó crear un comité para analizar la gestión de la morgue y emitir recomendaciones.
La revisión, dirigida por el general retirado John Abizaid, no especificó el número de restos humanos de las víctimas del 11S que fueron eliminados de esta manera.
Según el informe, se trata de restos que no pudieron ser identificados porque eran demasiado pequeños o estaban carbonizados y no se les pudo hacer análisis de ADN.