El dilema egipcio: ¿Bikini o Islam?
Egipto afronta un desafío crucial: debe reflotar con urgencia el sector turístico, que choca frontalmente con la Sharía que impondrá.
Egipto: mucho más que pirámides. Este fue el lema elegido por muchos turoperadores para atraer a visitantes, abriendo una nueva alternativa vacacional en el país del turismo histórico. Parajes costeros como Sharm el Sheij o Hurghada sufrieron una rápida transformación que los convirtió en el paraíso de los resort y las actividades en el mar, hasta transfigurarse en enclaves dedicados netamente al turismo de tumbona y cócteles en la arena. Esta nueva vía engordó los ingresos de un país cuyo 11% del PIB provenía del turismo, y que ha sido el primer flaco en resentirse con la irrupción de la primavera árabe y el derrocamiento de Hosni Mubarak, que le ha salido muy caro al sector.
Mientras sus ciudadanos salían a las calles, el país se vació de turistas. Se afrontaron entonces momentos críticos, con un desplome de los ingresos que la ayuda financiera internacional intentó subsanar como medida de contención hasta que la situación se normalizara con la llegada de la democracia.
Ahora, casi un año después, el sector -que emplea a uno de cada siete trabajadores del país- sigue en un momento crítico. Los permanentes brotes de violencia desaniman al visitante, y la facturación continúa cayendo en picado. Además, se añade otro factor que puede complicar aún más el despegue económico de un sector casi tocado de muerte: la más que probable imposición de la Sharía en el país. Los Hermanos Musulmanes, vencedores de los comicios -cuyo complejo proceso finaliza este mismo mes- formarán gobierno con los salafistas de Al Nur, que ya han anunciado su intención de imponer la ley islámica también para los extranjeros. La urgente necesidad de recuperar los visitantes choca frontalmente con los preceptos más rigoristas del Islam que preconizan los salafistas, convirtiendo el debate sobre el turismo en un asunto ideológico.
"Sin alcohol ni bikini en Egipto"
El consumo de alcohol y los bikinis han sido los primeros símbolos en ser atacados por varios portavoces de Al Nur, y en menor medida, de los Hermanos Musulmanes. "Los turistas no necesitan alcohol cuando vienen a Egipto. Tienen bastante en sus casas", expresó una de las integrantes salafistas en una Asamblea del partido en Alejandría. Desde la formación presidida por Muhammed Badie, también se declaró la guerra al bikini, en estricto cumplimiento de la sharía. Se advirtió que los turistas serán separados en playas para hombres y para mujeres, y la prenda de baño quedaría prohibida, así como el consumo de bebidas alcohólicas.
Estas declaraciones convulsionaron profundamente al sector turístico. Las zonas costeras, que hasta el momento habían experimentado un impacto menor del descenso de visitantes por su lejanía con El Cairo, anticiparon la debacle. Se multiplicaron las voces que exigían a los vencedores de los comicios una interpretación menos rigorista de la ley islámica, que permitiera al turista occidental disfrutar de una oferta vacacional sin limitaciones religiosas. Desde entonces, todo ha sido un cruce de declaraciones y desmentidos ya que, con un gobierno aún por formar y un proceso electoral también inconcluso, no existe un portavoz claro y con autoridad para anticipar cuál será la medida del futuro gobierno egipcio.
Tratando de aplacar los ánimos, Mohamed Nur, portavoz de Al Anur, apostó por un modelo de segregación entre turistas egipcios y extranjeros; lo que obligaría a una remodelación de los complejos para que los turistas ajenos al país puedan disfrutar de playas privadas. De este modo, no "pervertirán" a los veraneantes patrios, a los que sí que se impondrán las prohibiciones referidas. Nur avisó, no obstante, que los extranjeros también tendrán que "adaptarse": "en las playas no se va a permitir todo", aseveró.
Mientras, los Hermanos Musulmanes han adoptado una posición más relajada respecto a las prohibiciones, poniendo de relieve el enfrentamiento abierto con los salafistas. Desde el actual ministerio de Turismo se han intentado apaciguar los ánimos del maltrecho sector turístico: las proclamas contra el uso de bikinis son sólo "sandeces" aseveró el titular de la cartera Munir Fajri Abdelnur, quien garantiza que seguirá permitiéndose a los turistas occidentales las mismas prácticas que hasta el momento. ¿Qué ocurrirá cuando se forme el nuevo Gobierno? ¿Se respetarán las promesas de su anterior titular, vicepresidente de un partido laico y cristiano copto? Un rápido conteo de los resultados electorales recuerda que más del 70% del futuro parlamento estará en manos islamistas, lo que proporcionará a salafistas y Hermanos Musulmanes la mayoría suficiente para no tener que buscar apoyos en partidos laicistas.
No obstante, todo está aún por determinar, y continúa siendo una incógnita las competencias que tendrá la propia Cámara egipcia y sus parlamentarios. ¿Podrán imponer un modelo rigorista de la ley islámica también para los turistas? ¿Primarán los preceptos religiosos o la necesidad urgente de reflotar un sector vital y profundamente deprimido?. Todo está por ver.
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