La decisión, una de las señales más claras de que Kim Jong-un se consolida en el poder, se tomó durante la reunión celebrada ayer en el Buró Político del Comité Central del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, según indica la agencia oficial de noticias del país comunista, KCNA.
La reunión proclamó que "el querido respetado Kim Jong-un, vicepresidente de la Comisión Militar Central del Partido de los Trabajadores, asume la Comandancia Suprema del Ejército Popular de Corea del Norte", detalló el despacho de la KCNA recogido por Yonhap y del que se hace eco la agencia Efe.
Su nombramiento se produce tres días después de haber sido proclamado "líder supremo" de Corea del Norte durante el funeral por la muerte de su padre, el dictador Kim Jong-il.
Según la KCNA, tras la reunión del Comité Central "todos los participantes se pusieron en pie para darle la bienvenida con un aplauso entusiasta".
La comandancia suprema del Ejército norcoreano es uno de los títulos que ostentaba Kim Jong-il, junto con el de secretario general del Partido de los Trabajadores y el de presidente de la Comisión de Defensa Nacional, galones que se espera también asuma pronto su hijo y sucesor Kim Jong-un, según Yonhap.
En el Comité de ayer se subrayó además que mantendrá a Kim Jong-un "como el único centro de la unidad, la cohesión y el liderazgo del Partido de los Trabajadores, que con devoción lo defiende política e ideológicamente y le da plenos derechos de todo el poder político e ideológico".
Pese a no haber realizado el servicio militar, Kim Jong-il fue desde 1991 comandante supremo del ingente ejército norcoreano, un cargo clave para liderar el país.
Ayer, el régimen totalitario norcoreano emitió el primer comunicado oficial desde el fallecimiento de Kim Jong-il para anunciar que con Kim Jong-un Pyongyang mantendrá la línea política firme de su padre y que endurecerá sus relaciones con la vecina Corea del Sur.
La Comisión de Defensa Nacional declaró a través de un comunicado que ni "los necios políticos de todo el mundo" ni las "marionetas" de Corea del Sur deben esperar cambios políticos en la nueva era que se abrió en el Norte.
Las dos Coreas se encuentran técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953 se cerró con un armisticio y no con un Tratado de Paz.