Roma hace balance de los daños y de los heridos y surgen interrogativos sobre la eficacia del dispositivo policial, tras las más de cuatro horas de batalla campal entre centenares de ‘indignados’ y agentes del orden.
Se produjeron 70 heridos entre los encapuchados, manifestantes y fuerzas del orden, tres de ellos de gravedad, y una persona perdió dos dedos de la mano debido a la explosión de un petardo que recogió del suelo para evitar que causase daños.
Fuentes policiales comunicaron que se han detenido momentáneamente a 20 personas, mientras que se realizaron 12 arrestos, cuyo número está destinado a aumentar debido a que se están utilizando vídeos, fotos y testimonios para identificar a los ‘indignados’ más violentos, una versión que medios de comunicación han refrendado.
En su cobertura de los graves disturbios en Italia, TVE y Efe se han esforzado siempre en remarcar que la violencia en Roma se debió a un grupo de "infiltrados" en una manifestación pacífica de ‘indignados’, pese a que el numeroso grupo de encapuchados llegó incluso a intentar asaltar dependencias ministeriales.
Tal y como relata la agencia Efe, el silencio reina en la Plaza de San Juan de Letrán, escenario de los más violentos enfrentamientos, pero aún se pueden ver los restos de la batalla con decenas de botellas y piedras en el suelo y las señales de tráfico y los adoquines arrancados que sirvieron de arma arrojadiza para el grupo de violentos.
En la calle Cavour y Labicana, se observan aún los destrozos de los violentos, quienes asaltaron filiales de bancos, una agencia de trabajo temporal y varias tiendas y supermercados, cuyos propietarios cuentan los daños sufridos.
El grupo de violentos quemó cuatro automóviles y varios contenedores de basura, destrozaron los vehículos de la policía e incendiaron un camión blindado del cuerpo de Carabineros (policía militar).
Totalmente destrozados quedaron los dos pisos que incendiaron los encapuchados y que en un primer momento se dijo eran oficinas del Ministerio de Defensa, pero después se precisó que se trataba de un anexo de una comisaría de la zona.
Según el primer balance del ayuntamiento de Roma, los destrozos costarán varios millones de euros.
Los medios de comunicación italianos muestran hoy serias dudas sobre cómo funcionó el dispositivo policial, al considerar que se centró demasiado en proteger las sedes institucionales ante posibles ataques, pero no controló la manifestación, donde se infiltraron los grupos de violentos.
"Por parte de las autoridades y de las fuerzas del orden no se infravaloró la situación. Sabíamos que se habrían producido incidentes violentos y habíamos distribuidos hombres por todo el territorio, pero es muy complicado gestionar un ataque de este tipo, una guerrilla urbana totalmente imprevisible", explicó el viceministro del Interior, Alfredo Mantovano.