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Desterrados sin billete de vuelta

Denuncian el desprecio de un Ejecutivo socialista "al dictado de La Habana" que ni siquiera se digna a recibirles

Lamentaba en cierta ocasión Albert Boadella, el dramaturgo disidente de la Cataluña nacionalista, que un mosso de escuadra le dijera que su integridad física estaba garantizada frente al acoso violento de los maulets. "Además de mi integridad", le espetó al agente, "debe usted garantizar mi derecho como ciudadano de un país democrático al pronunciamiento político". Parecida queja, salvando las distancias, expresan Regis Iglesias, Arturo Suárez, Marcelo Cano, José Miguel Martínez, Jesús Mustafá Felipe y Alejandro González Raga. Aunque agradecen el apoyo de las oenegés que les han atendido desde su llegada a España en el verano de 2010, desterrados por el régimen castrista tras la mediación del cardenal Jaime Ortega, recuerdan que no son inmigrantes llegados de manera irregular a nuestro país, ni siquiera refugiados que huyen de una dictadura. Lo explica Regis Iglesias, miembro del Movimiento Cristiano de Liberación, "somos agentes del cambio en Cuba, encarcelados por defender unas ideas de apertura y el Proyecto Varela, un proceso plebiscitario sobre el que aún debe pronunciarse el régimen castrista".

Y así, como agentes de un cambio político, piden ser tratados. Por ello, y aunque con un escrúpulo terminológico que les honra evitan hablar de maltrato por parte del Gobierno Zapatero, expresan su malestar por el retraso en la concesión de asilo político. Algunos aún lo esperan y otros los han obtenido después de un año cuando se les prometió que lo tendrían en tres meses. También con que no se les hayan homologado sus títulos académicos, pese a que al mismo borde del avión que les trajo a España se les dijo que no habría problema. Y es que, recuerdan una y otra vez, ellos no pidieron venir a España, no pidieron salir de Cuba ni de sus sórdidas prisiones, las mismas que reproducirán el próximo lunes en el parque de Berlín de Madrid para todo aquél que quiera verlas. Si están aquí desde hace un año es porque de la noche a la mañana el cardenal Ortega (con quien Libertad Digital ha intentado infructuosamente ponerse en contacto) les dijo que había una posibilidad de exiliarse, de cambiar la pena de cárcel por la de destierro, como indicó en aquellos días Esperanza Aguirre, la presidenta del Gobierno regional que les ha respaldado con una importante ayuda económica. Y entonces el Gobierno socialista, con Miguel Ángel Moratinos aún en Exteriores, presumió de que su política le daba la libertad a los presos cubanos, para acto seguido pedir el abandono de la posición común de la UE sobre la Isla, auspiciada por José María Aznar.

Al dictado de La Habana

Han sido muchos los intentos de establecer una comunicación mínima con el Gobierno español, una interlocución política y no meramente humanitaria. Un lazo que evitara el goteo de compañeros que han ido abandonando España con destino EEUU, ya más de la mitad de los que llegaron en 2010, gracias a medidas arbitradas por la administración de Barak Obama. Allí obtendrán el trabajo y las oportunidades que en España se les han negado, y quizá también el diálogo que reivindican. Alguna esperanza albergaron de lograrlo tras el relevo del año pasado en Exteriores. Moratinos, el mismo que veía amigablemente la final del Mundial de fútbol de Sudáfrica con Raúl Castro, el mismo que decía en el Congreso que "permitía" expresarse a estos luchadores contra la dictadura comunista, daba paso a Trinidad Jiménez, alguien que trabajó mucho en la cuestión cubana durante su época de responsable de Relaciones Internaciones del PSOE. Por ello, y a través de amigos "de izquierdas" gestionaron un encuentro con la nueva ministra que a punto estuvo, cuentan, de producirse, hasta que fue anulado en el último momento sin que se les diera una explicación convincente.

Del futuro y el caso Milanés como síntoma

La idea de estos "agentes del cambio politico" como repiten una y otra vez, está muy lejos de un rupturismo cuando el hecho biológico permita la transición democrática en Cuba. Por ello, no ponen pegas incluso a un primer presidente cubano del Partido Comunista, siempre y cuando sea la voluntad del pueblo y la transparencia democrática lo que se imponga. "Lo que no podríamos admitir" asegura Alejando López Raga "es la rusificiación de Cuba, un proceso en el que la vieja jerarquía se va repartiendo alternativamente el poder, como ocurre ahora con Putin y Medvedev". De entre los sucesos recientes en la actualidad cubana, y descartando con sorna no exenta de amargura calificar de apertura el que algunos cubanos se puedan ahora, según las circusntancias, comprar "un carro", valoran positivamente los gestos críticos con el castrismo de Pablo Milanés. Algo que no es nuevo. De hecho López Raga relata cómo el cantautor se interesó vivamente por Raúl Rivero, hoy anficado en España y columnista de El Mundo, cuando ambos compartieron celda, después de la Primavera Negra de 2003. "Eso, aunque desde fuera no parezca nada, desde dentro es mucho".

El lunes denunciarán la represión castrista en el parque de Berlín, seguirán esperando la ayuda que no llega de las autoridades españolas y muchos probablemente se verán obligados a seguir el camino de tantos compañeros y recalar finalmente en el exilio de Miami. Lejos de un país, España, cuyo Gobierno presumió repetidamente de haberles dado lo que más ansían, la libertad.


 

   

 

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