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"¿A cuántos han arrestado, diez? No me va a pasar nada"

Los vándalos de Londres lo tienen claro: "Cuando vuelva a casa no me va a pasar nada. No me van a castigar ni a gritar."

Este miércoles, el programa Today de la británica Radio 4 ha entrevistado a algunos de los vándalos y saqueadores que arrasaron Manchester la noche anterior. No muestran una imagen de indignados preocupados por la muerte de Mark Duggan, ni por las injusticias raciales o sociales, sino de delincuentes perfectamente racionales, que no se arrepienten de lo que hacen y que no ven incentivos suficientes para dejar de hacerlo, al menos por ahora.

Así, aunque mencionan que es una respuesta a los recortes, más bien parece una excusa, como deja claro el entrevistador, Nick Ravenscroft, al reconocerles que no entiende qué tiene que ver el Gobierno con asaltar tiendas. Como respuesta, reconocen no querer "perder la oportunidad de coger gratis cosas que valen, no sé, un montón de dinero".

El sistema judicial británico no les parece un freno suficiente a estos jóvenes. Uno de ellos asegura que "las prisiones están abarrotadas. ¿Qué me van a hacer? ¿Dictar una orden por comportamiento antisocial? Puedo sobrevivir a eso". Estas órdenes, conocidas por sus siglas en inglés ASBO, fueron instauradas por el Gobierno de Tony Blair y prohíben un determinado comportamiento, como beber o acudir a ciertos lugares, por faltas consideradas menores, desde montar bronca estando borracho al vandalismo y el hurto.

Pero es que además tampoco temen a la Policía. "El Gobierno no tiene el control; si lo tuviera no podríamos hacer lo que hacemos, ¿no?", argumentan. Y es que no les parece que estén haciendo bien su trabajo: "Han fracasado, ¿no? ¿A cuántos han arrestado? Diez. No estoy preocupado. Seguiré haciendo lo mismo todos los días hasta que me cojan. No me va a pasar nada".

Tampoco les preocupa mucho lo que puedan pensar sus familias. Uno de los jóvenes admite que le dijo a un familiar que iría a los disturbios: "Me dijo que volviera a casa y no me metiera en líos. Dije "no" y colgué el teléfono. No pueden ir al centro, no pueden ir a por mí, y cuando vuelva a casa no me va a pasar nada. No me van a castigar ni a gritar. Puede que me griten pero ya está. Puedo vivir con eso y seguir haciendo lo que hago".

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