El primer ministro británico, David Cameron, aseguró que se hará "todo lo necesario" para restaurar el orden en Londres y en otras ciudades del Reino Unido, donde se ha extendido una ola de violencia callejera.
El "premier" dijo que esta noche se desplegarán 16.000 agentes en las calles de Londres para atajar unos disturbios que calificó de "delincuencia pura y simple", que debe ser "enfrentada y derrotada". En una declaración leída en la puerta del número 10 de Downing Strett, el primer ministro anunció que el jueves el Parlamento se reunirá en sesión extraordinaria para debatir la crisis.
Cameron interrumpió ayer sus vacaciones veraniegas y reunió hoy a su Gabinete de crisis para hacer frente a una ola de violencia en la que en los últimos tres días ha provocado más de 450 detenciones en Londres por incendios, saqueos y destrozos a la propiedad
El jefe del Ejecutivo condenó con firmeza las escenas vividas en los últimos días, en las que individuos "saquearon, cometieron actos de vandalismo, robaron, atacaron a agentes e incluso a bomberos cuando trataban de aplacar incendios".
Cameron mostró su "solidaridad" para con aquellas personas inocentes cuyas viviendas o locales han quedado destrozados en los disturbios y por quienes "viven con miedo estas terribles escenas" que ven en las calles de su país.
En su intervención elogió también "el coraje" mostrado por la policía en medio de los desórdenes públicos aunque consideró necesaria una mayor presencia policial en la calle.
Por ello, Cameron indicó que esta noche casi se triplicará el número de agentes que trabajarán en la capital, hasta los 16.000 policías, para atajar los "enfermizos" incidentes violentos. Hasta la fecha Scotland Yard ha detenido a 450 personas por su implicación en los desórdenes callejeros pero, según Cameron, habrá "muchos más arrestos en los próximos días".
"Estamos decididos a hacer justicia y estas personas van a sentir las consecuencias de sus actos", afirmó. La ola de violencia se inició el pasado sábado en el barrio de Tottenham, cuando una pequeña manifestación pacífica en protesta por la muerte de un joven por disparos de la policía derivó en graves disturbios.
Desde entonces, la ola de violencia se ha propagado a otros barrios de la capital, e incluso a otras ciudades del Reino Unido, sobre todo en el norte, como Liverpool, Manchester, Nottingham, Leeds, Bristol y Birmingham.