Un niño de 11 años se enfrentó cara a cara contra Anders Breivik durante el transcurso de la matanza de Utoya, que finalmente terminó perdonando la vida al menor, según pudo atestiguar uno de los supervivientes, Adrian Pracon.
El niño, que no ha sido identificado, no pudo hacer nada por salvar la vida de su padre, muerto a tiros por Breivik, según detalla Pracon, quien resultó herido en el hombro por uno de los disparos del agresor tras fracasar en su intento de escapar de la isla a nado, tal y como recoge Europa Press.
"El niño se me acercó y me dijo que su padre había muerto. Entonces siguió avanzando. Fue algo terrible de escuchar. La atmósfera era tan caótica que el niño simplemente siguió adelante", recuerda Pracon en declaraciones a la cadena NRK.
Herido y fingiéndose muerto, Pracon escucha cómo el niño habla con Breivik, quien estaba disparando contra otros jóvenes que se habían lanzado al agua para escapar de la matanza. El niño le instó a que dejara de abrir fuego.
"Ya has disparado bastante. Mataste a mi padre. Soy demasiado joven para morir. Déjanos en paz", le dijo a Brevik. El atacante abandonó el lugar. Pracon cree que "el niño se rescató él solo".
Pracon había pensado en un primer momento escapar a nado, pero tuvo que volverse a mitad de camino ya que sus ropas mojadas le estaban hundiendo hasta el fondo del agua. Nada más volver a la orilla, se encontró con Breivik, quien gritaba "¡Es vuestro turno de morir!". Fue entonces cuando recibió el disparo.
En este sentido, Pracon no entiende cómo Breivik no le remató, como había venido haciendo con otras víctimas. Le dije "¡Por favor, no dispare!". No sé si me perdonó la vida porque le supliqué o porque estaba buscando grupos