El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, alteraron este martes su programa previsto para dirigirse a una escuela donde conversaron con alumnos y jugaron una partida de ping-pong.
Ambos mandatarios, acompañados de sus esposas, se reunieron en el número 10 de Downing Street durante unos veinte minutos para un encuentro informal antes de la bilateral completa que celebrarán mañana miércoles en el segundo día de la visita de Estado del presidente estadounidense a Londres.
A continuación, los dos abandonaron juntos la residencia del primer ministro británico sin sus cónyuges. Su destino resultó ser la Globe Academy, una escuela en un barrio deprimido londinense, Southwark. Allí recorrieron algunas de las aulas y charlaron con algunos alumnos, que les mostraron un diseño de una caja plegable inventado por ellos.
Ante una mesa de ping-pong, los dos mandatarios decidieron intercambiar unos pelotazos en una partida de dobles con dos de los estudiantes. Pero los líderes, ambos zurdos, tuvieron problemas para coordinar su juego.
"Es posible que tengamos que cambiar parejas. No puede ser que se enfrenten los viejos contra los más jóvenes", bromeó Obama, que vio cómo una pelota que recuperaba "in extremis" sobre uno de los bordes quedaba malograda cuando Cameron la golpeó con demasiada fuerza y que en otro momento preguntó: "¿Estamos contando los puntos?"
Tras unos pelotazos, los dos líderes parecieron amoldarse un poco mejor y consiguieron apuntar algunos puntos, que celebraron jubilosamente con choques de mano. Pese a todo, cuando se hizo salir a la prensa de la sala, los dos líderes iban perdiendo claramente.
Tras este encuentro, partió hacia el palacio de Buckingham, donde la reina Isabel II de Inglaterra le ofreció una solemne ceremonia de bienvenida y un almuerzo informal, y donde visitó la colección artística de la monarca británica.
El presidente de Estados Unidos pareció particularmente impresionado por una página del diario de Jorge III, escrita alrededor de 1783, en la que el soberano británico admite que "¡América se ha perdido!" y medita sobre las posibilidades de comerciar con la nueva nación. El rey destaca también la importancia de "una conexión y amistad futura" entre ambos países.
Durante la ceremonia en el palacio de Buckingham, Obama y su mujer tuvieron la oportunidad de charlar con los protagonistas de la boda del año, el Príncipe Guillermo y la Princesa Catalina.
Desde allí, el presidente norteamericano se dirigió a la Tumba del Soldado Desconocido, en la abadía de Westminster. Allí, con ayuda de dos oficiales estadounidenses, uno de la Infantería de Marina y otro de la Fuerza Armada, Obama depositó una corona de flores de claveles blancos y rojos y hortensias azules –los colores de las banderas británica y de EEUU– ante la tumba del Soldado Desconocido, en el interior de la abadía.
La tumba acoge los restos de un soldado británico muerto en la Primera Guerra Mundial cuya identidad se desconoce pero que ha pasado a simbolizar a todos los caídos anónimos en batallas. "Honramos al soldado desconocido. Aquí rezamos por todos aquellos que han dado sus vidas por la causa de la paz. Aquí rezamos por aquellos que luchan en nuestro nombre por la justicia", oró el deán, mientras un coro entonaba las notas del himno "Justorum animae".