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La ONU abandona Trípoli por la ola de "graves y viles" disturbios

La probable muerte de un hijo de Gadafi y tres de sus nietos ha hecho repuntar la violencia en Libia, sobre todo contra instalaciones de la ONU.

La presunta muerte del hijo menor de Muamar Gadafi y tres de sus nietos en un bombardeo de la OTAN ha desencadenado una serie de actos violentos por toda Trípoli contra instalaciones de Naciones Unidas y las misiones diplomáticas de Reino Unido e Italia, que han culminado este domingo con la orden de retirada del personal internacional de la ONU, la expulsión del embajador libio en Reino Unido y la condena del Gobierno italiano contra "los graves y viles" actos de destrucción protagonizados por los simpatizantes del líder libio.

El Gobierno libio anunció esta madrugada la muerte de Saif al Arab y tres de los nietos del tirano en un bombardeo sobre el complejo residencial de Bab al Aziziya, y que las autoridades libias han tachado de "intento de asesinato" contra el propio Gadafi. Según la cadena panárabe Al Yazira, Gadafi se hallaba acompañado de su mujer en el momento del ataque, aunque los dos han salido ilesos.

Ni Reino Unido ni la OTAN han confirmado todavía la muerte del hijo menor de Gadafi o la de sus nietos, aunque otras fuentes aseguran su fallecimiento. Los rebeldes niegan este extremo. En este sentido, el primer ministro británico David Cameron ha recordado esta mañana en una comparecencia de prensa que la misión de la Alianza Atlántica, si bien no tiene por objetivo la muerte del líder libio, está centrada en impedir "la actividad de su maquinaria de guerra, incluyendo su cadena de mando y control".

No obstante, Cameron eludió pronunciarse sobre la posible muerte de Saif al Arab Gadafi al tratarse, según sus palabras, de "informaciones sin confirmar".

Lo que sí ha constatado Reino Unido son una serie de actos vandálicos contra su sede diplomática en Trípoli, así como la de Italia, ataques que de momento tampoco han podido ser confirmados de manera independiente ya que la capacidad de movimiento de los corresponsales en Trípoli está muy limitada. Varios testigos consultados por Reuters han podido observar de "una columna de humo" que emerge de la Embajada italiana, sin dar más detalles.

Por lo que a ataques contra la ONU se refiere, un funcionario de la institución internacional ha confirmado a la cadena BBC que sus oficinas habían sido saqueadas, y que el Gobierno libio había ofrecido sus disculpas, atribuyendo el incidente a la reacción de una "turba" indignada por el ataque de la OTAN.

Finalmente esta tarde, Londres ha hecho pública la expulsión del embajador libio en Reino Unido en respuesta a estos actos de violencia al mismo tiempo que Naciones Unidas ha informado de que ha dado orden a su personal internacional en Trípoli de abandonar el país lo antes posible.

"Naciones Unidas se está preparando para abandonar Trípoli", informó la portavoz de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, Stephanie Bunker. "Según parece han sucedido disturbios en Trípoli y han decidido abandonar la ciudad", indicó.

Del mismo modo, el Ministerio de Exteriores italiano ha emitido un comunicado en el que condena "los viles y graves actos" cometidos contra su Embajada.

Los simpatizantes de Gadafi han recibido con consternación las noticias de la muerte del hijo menor del líder libio, un joven de 29 años educado en Alemania, más conocido por su afición a las fiestas que por su interés por la política.

Soltero y sin hijos, Saif al Arab era descrito por el régimen como un muchacho modesto y sin ambiciones, alejado de las actividades de su padre hasta tal punto que había quedado excluido de las sanciones dictadas por Naciones Unidas contra la mayor parte de la familia Gadafi.

De hecho, incluso el propio líder de los sublevados, el presidente del Consejo de Transición Nacional libio, Mustafa Abdel Jalil, se ha declarado "entristecido" por la muerte tanto de Saif al Arab como de los tres nietos de Gadafi, a quien sin embargo hizo responsable de la violencia que se ha vuelto en su contra a nivel personal.

"Sentimos dolor y tristeza por cualquier derramamiento de sangre, incluso cuando la casa de Gadafi ha sido bombardeada. Nos duele toda sangre que se derrama injustamente", declaró Jalil. "Pero la sangre no es más ni menos preciosa que la que han derramado los hombres y mujeres de Libia", aseveró.

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