(Libertad Digital) Con motivo del cuarto aniversario de la intervención militar de Irak, el 20 marzo 2003, George Bush leyó una declaración desde la Casa Blanca en la que apostó por una salida exitosa del país. Y advirtió, eso sí, que se "tardará meses, no días ni semanas".
En su parlamento, el presidente de EEUU también defendió el aumento de tropas en contra de las recomendaciones del Irak Study Grup -de composición bipartidista-, o más conocido como informe Baker en las que se abogaba por un repliegue por fases.
George Bush, considerado como un "pato cojo" por la pérdida de la mayoría en ambas cámaras tras las elecciones de mitad de legislatura, hizo de la debilidad su fortaleza y apostó por un aumento del número de efectivos: 21.500 soldados adicionales a los 130.000 ya establecidos en Irak. Lo que vino a integrar el llamado "Plan de Seguridad" de Bagdad lanzado en febrero por el Gobierno de Irak y las fuerzas de la coalición. Cuando se cumplió el primer mes de la entrada en vigor, se estimó que el número de muertos se había reducido en un 80 por ciento.
En este sentido, el dirigente republicano aseguró que el nuevo programa "necesitará más tiempo para que tenga efectos". Siguiendo esta línea conservadora, pronosticó que quedan por delante "buenos y malos días a medida" que el programa sea implantado.
Explicó, además, que en esta jornada de lunes ha contactado por videoconferencia con el presidente de Irak, Nuri al-Maliki, y con el nuevo jefe de las tropas estadounidenses en Irak, general David Petraeus. Y que ambos le han dado informaciones positivas.
En referencia al plan demócrata, Bush advirtió de que las consecuencias de una retirada prematura de Irak serían "devastadoras" para EEUU, informa EFE. El programa del Partido Demócrata, que aboga por un repliegue a partir de septiembre de 2008, fue tumbado por el Senado, pero se incluyó en el Comité de Asignaciones Presupuestarias de la Cámara de Representantes el mismo día, el 15 de marzo. Previsiblemente esta semana se producirá la votación en el Congreso.