BMW 520d y BMW 550i GT: tan parecidos, tan diferentes...
La Serie 5 de BMW dispone desde hace relativamente poco tiempo de una carrocería coupé de cinco puertas para los que buscan una mayor diferenciación. Probamos la berlina con el motor Diesel más pequeño y el coupé con el de gasolina más potente. No te lo pierdas.
Iván Solera
Tradicionalmente la Serie 5 de BMW ha contado con dos tipos de carrocería, berlina de cuatro puertas y familiar. Pero la familia creció recientemente con la llegada de un extraño coupé de cinco puertas, el GT. Digo extraño por varios motivos, primero porque sus líneas son de coupé, pero la carrocería es más alta que la de la berlina y además tiene truco porque está basado en el Serie 7 y es un poco más largo que la berlina.
El Serie 5 GT a igualdad de motor cuesta entre 7 y 8.000 euros más que la berlina, pero es que la exclusividad tiene su precio.
Cuestión de prioridades
El interior de estos dos Serie 5 es similar en cuanto a diseño y componentes, pero la distribución del espacio no tiene nada que ver. Empezamos por lo común en ambos coches.
El salpicadero sigue la línea de los últimos modelos de la marca bávara, sobrio, sencillo y de calidad, aunque con algunos plásticos que podrían mejorar. El cuadro de instrumentos también tiene una imagen conocida, pero en la parte inferior hay una pantalla en la que se muestra multitud de información y también termina de dibujar las dos esferas principales dependiendo de la función seleccionada. En nuestra berlina la pantalla es bastante más pequeña que en el GT.
La lista de opciones es enorme, pero destacan sistemas dignos de mención, como la cámara de visión nocturna, cámaras periféricas, cámaras delanteras laterales, alerta de cambio involuntario de carril, suspensión regulable o el sistema multimedia y el navegador con una gran pantalla.
Los asientos delanteros son cómodos, amplios y pueden disponer de un gran número de regulaciones eléctricas. Hay que destacar que la posición de conducción en el Serie 5 GT es más elevada y que el acceso en más cómodo. En cualquiera de las dos carrocerías las plazas traseras disponen de espacio suficiente para que dos adultos viajen cómodamente, pero aquí es donde empiezan las diferencias notables. El GT tiene mucho más espacio para las piernas y los asientos traseros se desplazan longitudinalmente.
Llegamos al maletero. El GT tiene una capacidad mínima de 440 litros y sin embargo la berlina que tiene menos espacio para los pasajeros de atrás, llega hasta los 520 litros. El acceso es mucho más cómodo en el GT por su portón, que por cierto es eléctrico y se puede abrir sólo una pequeña parte como si fuese un cuatro puertas cuando vamos a dejar o coger bultos pequeños.
Motores opuestos
Nuestros BMW tienen dos motorizaciones completamente diferentes, el 520d apuesta por un cuatro cilindros de dos litros Diesel de 184 CV de potencia mientras que el 550i GT esconde bajo el capó un V8 de gasolina de 4.4 litros que desarrolla 408 CV.
El Diesel tiene potencia suficiente para mover al Serie 5 con soltura pero tiene un tacto un poco áspero para el tipo de coche del que se trata. Por su parte el V8 es pura suavidad y el motor se muestra lleno a cualquier régimen.
Ambos cuentan con una caja de cambios automática de ocho velocidades, con un funcionamiento más que correcto y que es en parte culpable de que os consumos en carretera sean contenidos.
Y es que estos dos motores tan diferentes tienen un punto en común, los consumos reducidos. El 520d se conforma con 5,2 litros a los cien de media según las cifras homologadas. El 550i GT registra 11,2 litros homologados, mucho más sí, pero fíjate de qué motor estamos hablando y que es capaz de acelerar de 0 a 100 en 5,5 segundos a pesar de arrojar sobre la báscula más de dos toneladas.
Durante nuestra prueba el consumo medio del 520d fue de 7,5 litros a los cien y el del 550i GT de 11 litros.
Comportamiento dinámico
El BMW 520d pesa 400 kilos menos que el 550i GT y eso se nota en el comportamiento dinámico. El poderoso V8 se encarga de que las aceleraciones y recuperaciones sean incluso mejores que en el ligero Diesel, pero a la hora de frenar o apoyar el coche en curvas no hay forma de camuflarlo.
Por eso y por la altura extra el GT es más torpe que la berlina. Ambos son coches eminentemente cómodos, en el caso de la berlina más que en la generación anterior. Esa comodidad se traduce en cabeceos de la carrocería que en la berlina son más pronunciados, al menos con la suspensión regulable que montan las unidades de pruebas. Estos cabeceos aparecen incluso en la posición Sport, aunque más reducidos, y hay que seleccionar la posición Sport+ para que desaparezcan.
Este comportamiento más burgués le ha restado un poco de precisión a la dirección, que sigue siendo muy precisa pero menos que antes. Por cierto, el Serie 5 puede equipar dirección en el eje trasero que le da mayor agilidad y permite maniobrar en mucho menos espacio. Lo hemos probado y funciona a la perfección.
En carreteras con muchas curvas y con la suspensión regulable podemos circular a un ritmo que no parece propio de un coche de este tamaño. Todo va bien, incluso los frenos que en el GT tienen que detener más de dos toneladas.
La gran duda que se plantea es si el cuatro cilindros Diesel es capaz de dar la talla en el nuevo Serie 5. La respuesta es sí, sin lugar a dudas. Es un motor voluntarioso y, aunque las prestaciones no son como las que logra el V8, son más que suficientes para moverse sin apreturas.
En ciudad son coches grandes pero que no presentan grandes complicaciones a la hora de maniobrar o callejear. Si invertimos en extras la cosa se hace mucho más fácil. Con cámaras de visión lateral a los lados del frontal podemos asomar el morro en los cruces complicados y ver si viene alguien. Y con las cámaras de visión trasera y las periféricas aparcar o maniobrar es mucho más fácil (también hay avisos acústicos).
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