Málaga, Antequera y Ronda son tres ciudades de la misma provincia, separadas unas de otras por unas decenas de kilómetros y que llevan años siendo, cada una de ellas, un destino turístico más que interesante. De hecho, Ronda fue una de las primeras metas imprescindibles para los turistas extranjeros que empezaron a visitar la exótica España en el XIX.
Pero si cada una de ellas es interesante, el conjunto de las tres supone un pack poco menos que irresistible, sobre todo para un turista que busque algo más que playa y sol (aunque eso también lo puede encontrar en Málaga), un viajero que quiera apostar por la cultura, por el arte y por conocer una cara más real de Andalucía, menos tópica aunque no menos tradicional, en definitiva: mucho menos superficial.
Málaga, ciudad de museos
La ciudad de Málaga ha completado en los últimos años su ya interesante oferta turística con una apuesta decidida por la cultura: hasta 29 museos tiene la ciudad, 24 de ellos casi amontonados, si nos permiten la expresión, en pleno centro a unos minutos de paseo unos de otros.
Por supuesto, entre tanto museo podemos encontrarlos para todos los gustos: desde el de la Semana Santa hasta los dedicados a los toros, el flamenco o incluso las muñecas... Pero probablemente lo más importante es el patrimonio museístico dedicado al malagueño más internacional de la historia y uno de los artistas fundamentales del arte español y universal, estamos hablando, cómo no, de Pablo Picasso.
Dos son los museos dedicados al genio malagueño en su ciudad: el primero la Casa Natal en la que nos acercamos a la vida y la familia de Picasso, incluyendo cuadros pintados por su propio padre y obras de otros artistas.
Y el segundo es el Museo Picasso de Málaga, que es el lugar para disfrutar de la genialidad del inventor del cubismo: en él encontraremos más de 200 obras originales entre pinturas, dibujos, esculturas, cerámicas y grabados, toda una amplia visión de la larga carrera de Picasso.
Por supuesto, eso no es todo: la ciudad también ofrece un patrimonio monumental que no hay que perderse: desde la catedral hasta el teatro romano pasando, como no, por la imponente alcazaba y, un poco más allá, el Castrillo de Gibralfaro y las espectaculares vistas que nos ofrece sobre toda Málaga.
Ronda, belleza interminable
Como decíamos, Ronda lleva mucho tiempo siendo un destino turístico, prácticamente un siglo antes de que el turista dejase de ser una rara avis y se convirtiese en un elemento habitual de nuestras playas y nuestras ciudades ya llegaban a Ronda extranjeros fascinados por una Andalucía de bandoleros y gitanas.
Y si en algún sitio es posible todavía hoy encontrar el escenario perfecto para esa España mítica y decimonónica es en Ronda, una ciudad cuyo casco viejo parece haberse detenido en el tiempo, y parece llevarnos sin darnos cuenta a esa época en la que se construyó el impresionante Puente Nuevo, tan ‘nuevo’ como tiene ya casi 230 años.
Una maravilla hecha por los hombres que cruza otra maravilla, en este caso responsabilidad de la naturaleza: el enorme Tajo de Ronda, una hendidura tan perfecta y sorprendente que parece cortada con una gigantesca espada, aunque en realidad ha sido obra de las aguas del pequeño río Guadalevín, elemento mucho más modesto pero de constancia infinita.
No se acaba Ronda en su Tajo, ni en su puente ni en sus calles blancas de ventanas enrejadas, está también su plaza de toros, una de las más bonitas y antiguas de España; museos sorprendentes y curiosos, como el Lara o el de los Bandoleros o una interesante colección de bodegas abiertas para que el viajero conozca los vinos de la zona.
Antequera, la sorpresa del interior
Si Ronda tuvo turistas prácticamente desde que se inventó el turismo, Antequera ha tenido que esperar casi al siglo XXI para que reparásemos en su espléndido patrimonio, pero ahora es una cita ineludible en Andalucía y un tercer vértice perfecto para ese MAR de Culturas de forma triangular que forma con Málaga y Ronda.
Por supuesto, en Antequera lo primero que nos llama la atención es la majestuosidad de su Alcazaba, que vigila desde lo alto la extensión de calles encaladas que, salpicada aquí y allá por iglesias, conventos, palacios y otros hitos, es la ciudad.
Porque si las hermosas calles encaladas de Antequera son una maravilla, lo que encontramos en ellas no lo es menos: la riqueza que durante buena parte de su historia tuvo la ciudad se refleja hoy en esos palacios y no menos en las iglesias, especialmente en la espectacular Colegiata de Santa María la Mayor, uno de los primeros templos renacentistas de España y el primero de Andalucía.
Todo, en un entorno envidiable en el que Antequera se integra con una naturalidad que es poco menos que sorprendente: por ejemplo con la bellísima Peña de los Enamorados, junto a la ciudad y telón de fondo perfecto para nuestras vistas y nuestras fotografías. Una perfecta imagen de despedida que guardar en nuestra retina tras conocer tres ciudades, Málaga, Ronda y la propia Antequera, que nos dejarán un recuerdo imborrable.