Y es que que tomar las curvas correctamente es esencial en el control del coche y en la seguridad de la conducción y con unas sencillas pautas todos podremos mejorar un poco nuestra manera de afrontar los giros.
Lo primero que debemos comprender es una sencilla noción física: el peso del coche genera una inercia cuando se mueve y, al girar en una curva, el coche se inclina y las ruedas del lado exterior reciben más peso que las del interior. Ahora se entiende mejor el hecho de que las ruedas exteriores, que reciben más peso, tienen mayor agarre, y las interiores mucho menos, provocando que algunas veces y en coches de competición, la rueda trasera interior quede suspendida en el aire al entrar en una curva cerrada.
La anterior descripción, con la que hemos simplificado hasta el extremo, debe ser lo que tengamos siempre en mente al comprender el comportamiento del coche en una curva. Ya hemos explicado hace un tiempo cómo debemos frenar, y por lo tanto ahora ya sólo nos queda ocuparnos de la trazada, de la línea por la que queremos que el coche sea guiado.
En competición saben que la mejor trazada posible es la que te permite ir a mayor velocidad, pero a nosotros en la vía pública también nos sirve esta regla, porque no vamos buscando el mejor tiempo sino la trayectoria más segura. La trazada óptima no sólo hará posible mayor velocidad, sino que también nos dará un mejor control sobre el coche (en realidad ambos parámetros van unidos, pero no nos vamos a detener en ello ahora).
Dicha trazada, suele ser la línea más abierta de todas las posibles, dicho a grandes rasgos, porque al ser más abierta giramos menos, el coche sufre menos la inercia, y podremos o bien ir más rápido, o en nuestro caso ir a la velocidad adecuada, pero con un margen de seguridad y de control mucho mayor.
Dicha línea "abierta" no significa que tengamos que ir por la parte exterior de la curva necesariamente. La más adecuada es la que empieza por la parte exterior de nuestro carril, se cierra hacia el borde interior en el punto intermedio de la curva, para volver poco a poco hacia el exterior a medida que vamos saliendo del giro. Es la trazada clásica, la teórica y la más tradicional; y nos da como resultado la línea curva más abierta posible.
Huelga decir que todo ello debe realizarse siempre dentro de los límites de nuestro carril, y sin pisar la línea continua. Es cierto que en competición tenemos todo el ancho de la pista y eso da un margen de maniobra increíble, pudiendo incluso "recortar" la cuneta para conseguir mejor ángulo y mayor paso por curva, pero no lo es menos es que dentro de las líneas que delimitan nuestro carril también hay margen suficiente para hacer una conducción eficiente y poder trazar con más seguridad.
Para terminar con esta lección básica, recordamos que la frenada la haremos siempre antes de la curva, y a ser posible en línea recta; que pasaremos por el centro de la curva sin acelerar ni frenar, permitiendo que el coche asiente bien en su trayectoria; y, finalmente, que a la salida iremos acelerando progresivamente.
Son conceptos elementales que nos sirven para tratar de conducir con mayor precisión, y aunque mantengamos la misma velocidad legal de siempre, lo haremos con una seguridad y un margen de corrección mucho mayor.
Sin embargo, todo lo anterior puede sufrir tantas modificaciones como curvas hay en el mundo y, como veremos en la siguiente entrega, existen trazadas diferentes para algunos casos: cuando la curva tiene un radio decreciente, si enlaza con otra opuesta, con diferente desnivel, etc.
Pero una vez asentada la base que hemos expuesto, todo lo demás lo comprenderemos de una forma más natural.