Desde el inicio de la Guerra Civil, Madrid fue uno de los escenarios principales de la contienda. El general Mola, responsable del frente Norte, organizó varias columnas militares que desde Pamplona y Burgos partieron hacia el puerto de Somosierra, principal paso en las montañas que eran y son un obstáculo natural que defiende la capital.
Mola debía cortar los suministros para que, una vez sitiada, la capital tuviese que rendirse. El objetivo era dejar a los defensores sin agua y sin luz y así Madrid caería en menos de un mes. Para ello era necesario controlar los embalses de Puentes Viejas y el Villar, los únicos que abastecían a la ciudad de agua.
Este contexto explica por qué la Sierra Norte de Madrid fue tan importante en la Guerra Civil Española: aunque las trincheras llegaban a la misma capital ambos bandos lucharon también por el territorio en las montañas y eso explica la abundancia de restos y vestigios de las batallas que aún hoy día, casi un siglo después, pueden verse y que nos permiten conocer de una forma muy especial esta apasionante y amarga historia, la del llamado Frente del Agua.
Esta parte de la Comunidad de Madrid es, además, rica en bosques y parajes naturales de montaña que conforman un paisaje realmente bonito y muy agradable para ser recorrido a pie o en bicicleta, así que estamos en una zona en la que la historia y la naturaleza se unen de una forma insuperable
Para conocer el Frente del Agua la mejor forma es comenzar la ruta desde la localidad de Paredes de Buitrago, perteneciente al municipio de Puentes Viejas, muy cerca de Buitrago del Lozoya.
El pueblo de Paredes de Buitrago, y en general todo su término municipal, ha destacado desde siempre por su ubicación estratégica. La permanente tensión en la que se mantuvo este frente y la importancia que ambos bandos le dieron contribuyeron a que hoy en día el pueblo posea la mayor concentración de infraestructuras bélicas de la Guerra Civil que se conserva en la región y en buena parte de España. Búnkeres, puestos de mando, nidos de ametralladoras y trincheras son algunas de las huellas que es posible ver todavía en el camino.
El recorrido se inicia en el Centro de Interpretación del Frente del Agua, ubicado en el antiguo lavadero de Paredes de Buitrago, junto a la Iglesia. Es el sitio perfecto para descubrir más sobre la historia de esta parte tan importante de la Guerra Civil a través de detallados mapas, fotografías y, sobre todo, restos de armas y objetos que usaban los soldados en su día a día en las trincheras. Toda esta información se complementa con un vídeo sobre la vida cotidiana de los soldados que permanecieron en este frente, basado en las cartas reales que mandaron desde allí.
Una vez que hemos dejado atrás el Centro de Interpretación y hemos asimilado, al menos en parte, toda esa información es el momento de caminar o coger la bicicleta o incluso el caballo. Y es que el camino que nos va a llevar por las distintas posiciones de la guerra es cómodo y no excesivamente empinado, así que es posible hacerlo en cualquier vehículo, hasta con carritos de bebé, que tomen nota los buscadores de planes para toda la familia.
Su longitud es aproximádamente unos ocho kilómetros en total y está bien indicado: es casi imposible perderse. Según vamos avanzando nos encontramos los distintos hitos de la Guerra: en cada uno de ellos unos carteles explican muy bien qué es lo que estamos viendo exactamente, qué funciones tenía y a qué bando pertenecía.
Como ya hemos visto en el Centro de Interpretación, lo mejor es que estos carteles no sólo nos aportan datos fríamente militares, sino que también hablan sobre esa parte de la Guerra que no siempre está en los libros y nos hablan del día a día de los soldados que pasaron tres años en aquellas laderas fortificadas.
Si se sigue el camino en el orden previsto, primero se pasa por la parte republicana, atravesando un hermoso pinar que no estaba allí durante la guerra, pero que lo cierto es que le da al entorno un aspecto de escenario de película bélica la mar de adecuado.
En esta primera parte se pueden ver tres tipos de refugio diferentes. Los más atentos no sólo descubrirán las fortificaciones, sino también restos de trincheras y algunas posiciones de tirador, aun visibles en muchas partes del bosque, aunque sea con cierta dificultad.
Más adelante se atraviesa la antigua línea del frente, que también está señalizada, y se empiezan a encontrar las fortificaciones de los nacionales. Y aquí empiezan pequeñas –o no tan pequeñas– lecciones como constatar que cada ejército tenía un sistema completamente distinto de organizar la línea de defensa, algo que los carteles explicativos de los que les hablábamos antes nos ayudan a apreciar.
En algunos de los nidos de ametralladoras del bando nacional es posible entrar y sentir un poco de la claustrofobia –pero al mismo tiempo seguridad– que debían sentir los soldados allí, en guardias de horas a una distancia del enemigo a la que veías perfectamente a los soldados del otro bando.
En esta zona se puede ver también alguno de los refugios para la tropa que había cerca de las fortificaciones, e incluso un puesto de mando muy curioso de una bandera de Falange, que se conserva en un estado realmente sorprendente.
Y todo sigue transcurriendo en el excepcional entorno natural de la Sierra Norte, en un paisaje bellísimo en el que todavía podemos profundizar un poco más al terminar la ruta, por ejemplo visitando la presa del Embalse de Puentes Viejas, uno de los que abastecía a Madrid y que fue la causa de lo que pasó allí..
Se puede llegar desde el tramo sur de la ruta, a medio camino entre Paredes de Buitrago y la Posición Arenas, tras cruzar la carretera M-135 y seguir por la vía pecuaria justo enfrente por la que un poco más allá encontraremos la presa y el precioso lago que crea y que abraza a la histórica villa de Buitrago, otra etapa perfecta de nuestro viaje por la Comunidad de Madrid.