alpairo:
Le repito lo mismo que le decía a pizca: ...defiende usted una idea que no todos compartimos, aunque muchos respetamos.
Entiendo que le gusten físicamente los libros, aunque yo los deteste. Pero entienda que no puedo quedarme callado cuando alguien dice que "para las personas que disfrutamos de la lectura..." (todas ellas) "no hay nada como tener un libro entre las manos...". Nada más alejado de la verdad.
Lo importante de los libros no son sus páginas, sino lo que éstas contienen. Para mi sólo sirven para acumular polvo en las estanterías, aguardando a ser releídos mientras el paso del tiempo los destruye. Prefiero encontrarlos todos juntos en mi ordenador donde, por muchos que sean, no ocupan un espacio apreciable.
Además, siempre he considerado una perversión "enamorarse" de los objetos; prefiero valorarlos únicamente por su utilidad práctica, aunque reconozco que esto es una preferencia personal. Por tanto, no siento aprecio alguno por los libros, sino por lo que contienen.
En cuanto al problema de la pantalla, le aconsejo que utilice una buena pantalla LCD de buen tamaño, no la configure con el brillo demasiado alto y no lea muy de cerca, sino a cierta distancia, con un tipo de letra mayor. Podrá controlar el ordenador con un teclado/ratón sin cables, si fuera necesario.
Sobre los estándares, los que existen actualmente para el libro electrónico me importan poco. Siempre que puedo, leo en formatos de texto ASCII, Word, PDF..., en los cuales existe ya una abundante bibliografía, tanto de pago como para ser libremente descargada en cualquier lugar, redes P2P incluidas. Teniendo eso, nunca aceptaré un sistema cerrado que me impida descargar o leer lo que yo quiera, por muy cómodo que sea.
El punto de la energía consumida parece un argumento muy forzado, sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de información que puede almacenarse en un ordenador, la cantidad de energía necesaria para producirlo y la cantidad de energía que consume, comparándola con la energía necesaria para producir todos los libros que pueden almacenarse y/o leerse en el ordenador.
Evidentemente, leer en un ordenador no resulta energéticamente mas caro, sino más barato que leer en libros. Y ya puestos, del impacto ecológico de la fabricación de libros y periódicos, mejor no hablamos.
Tampoco hablaremos del coste de los libros en papel que pueden almacenarse en un ordenador, en comparación con los costes que ese ordenador representa. Estoy seguro de que vendiendo todos mis libros a precio de viejo, obtendría dinero suficiente para comprar unos cuantos ordenadores. Pero todo su contenido cabe perfectamente en el disco de uno solo de ellos.
Hombre, Herbert, le recuerdo que que hay un matiz en el que el libro gana a las pantallas: la persistencia de la imagen, ya que las pantallas deben refrescar la imagen para hacernos creer que es fija; y eso es motivo de cansancio para la vista. También en cuanto a las necesidades de energía: leer un libro no precisa energía, salvo que sea de noche.
La compatibilidad es otra ventaja: puedo dejar un libro a otra persona, que lo leerá sin problemas: hasta la fecha, los libros digitales no utilizan estándares abiertos sino formatos propietarios, lo que impide la compatibilidad entre las distintas clases de dispositivos lectores; además llevan protecciones DRM, lo que impediría que un archivo descargado en un dispositivo pueda ser leído otro.
Respecto de la comodidad que encuentra Vd. leyendo en la pantalla de un ordenador, ahí entra en la percepción subjetiva. Y eso es indiscutible. Claro que, para una persona como yo, que se pasa el día entre ordenadores, esa comodidad puede convertirse en tortura: disfrutar el ocio con la herramienta de trabajo.
Por último, permítame usar una cita suya: como puede ver, no todos los lectores pensamos como usted.
pizca, decía usted: "Para las personas que realmente disfrutamos con la lectura no hay nada como tener un libro entre las manos..."
Soy lector habitual de libros diversos, tengo mi casa llena de ellos y disfruto mucho con la lectura. Pero me alegro muchísimo de que los libros pasen a la historia, sustituidos por una tecnología mejor, más cómoda y barata. No los echaré de menos, y tampoco mi vista, cansada de leer. Queden el los museos, con todo el honor que merecen, por haber sido vehículos de la cultura hasta nuestros días.
Hay personas que confunden el contenido con el continente. Lo importante del libro no son sus páginas polvorientas o amarillentas por el tiempo, ni su olor a papel viejo, ni el molesto brillo de las páginas de algunos de ellos, ni la incómoda curvatura de las páginas mientras leemos, lo que nos obliga a forzar la vista y nos lleva a permanecer en posturas incómodas o molestas durante horas.
¿Quien no ha sentido dolor en el cuello, en los brazos o en la vista, tras horas de lectura? Pruebe a leer ese mismo texto en la pantalla de un ordenador, cómodamente recostado en su butaca, eligiendo a su antojo el tamaño y tipo de letra, el brillo y posición de la pantalla... después me cuenta. Eso por no hablar de las ventajas de acceso a la información que supone este nuevo y maravilloso procedimiento para leer.
Como puede ver, no todos los lectores pensamos como usted. No veo motivo para que se proponga a si mismo como representante de quienes "realmente disfrutamos con la lectura...", ya que defiende una idea que no todos compartimos, aunque muchos respetamos.
¿Que los yankis estos locos van a tirar 20.000 libros? Diganme a donde hay que mandar el contenedor a recogerlos... Luego, cuando cambien de idea, ya se los revenderé.
¡Qué error más grande van a cometer en este instituto!
Para las personas que realmente disfrutamos con la lectura no hay nada como tener un libro entre las manos, pasar sus páginas, oler el papel de ese libro y cuidarlo como si fuera un tesoro.
Dudo mucho que el nuevo sistema que van a emplear ayude a que los jóvenes se aficionen a la lectura.
¡El libro ha muerto!.
¡Larga vida al libro!