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Un ciber de Haití con sólo trece ordenadores sobrevive a pesar de las presiones del Gobierno

El primer ordenador con conexión a Internet de Haití se instaló en 1998 en el Club Informático de Gros-Morne (a 150 kilómetros de Puerto Príncipe). Desde entonces, este ciber, que ahora dispone de 123 equipos, ha revolucionado el pequeño país caribeño y ha sobrevivido a las presiones a las que le han sometido los partidarios del régimen de Jean-Bertrand Aristide.

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L D (EFE) El Club Informático fue creado en 1998 por la organización privada haitiana Iniciativa Para la Excelencia Académica (IPEA) y recibe el apoyo de los haitianos originarios de la localidad que viven en el extranjero. En aquella época, el único ordenador del que disponía tenía una conexión dial-up mientras que los 13 equipos actuales se conectan vía satélite. Gros-Morne (que significa "montaña grande" en la lengua haitiana, cróele) e sólo unas horas de electricidad por la noche y carece de infraestructuras básicas. Sin embargo, el ciber está abriendo nuevos horizontes a los jóvenes.

Cada día acoge a medio centenar de personas y en los últimos cinco años ha formado a unos 2.500 jóvenes en informática, técnica y utilización de Internet, según ha dicho responsable del Club, Gaston Jean. Estudiantes y profesionales de ambos sexos vienen hasta Gros-Morne para comunicarse por correo electrónico, navegar por Internet, o acceder a otros servicios informáticos, como tratamiento de texto e impresión, explica el profesor Jean. Con evidente satisfacción, añade que el Club es autosuficiente y funciona hoy con sus propios servicios. Tiene su generador, y paneles solares para obtener la energía necesaria para su funcionamiento.

El Club funciona como "un verdadero espacio multimedia. Cada cuatro meses organizamos sesiones de animación a las que asisten más de 2.000 personas que se congregan frente al Club para ver una película, asistir a una conferencia o acceder a Internet a través de computadoras que instalamos en la calle", dice el profesor. "Tengo muchos amigos con los que me comunico por correo electrónico", dice la joven Eugénie Daris mientras termina de escribir un e-mail a su prima en Boston (EEUU). Daris resalta el bajo costo de Internet en Gros-Morne, que es de sólo 25 centavos de dólar por hora.

A su lado, Dieujuste Camie está absorta frente a la pantalla, navegando por Internet, mientras Emmanuel Charles, que empezó a venir al Club en 1999, trabaja con un editor de texto, mecido por el sonido de música en línea. Charles es uno de los monitores del Club y dice que le gusta "chatear" a través de Internet "con gente en el extranjero a la que no conozco". El joven agrega que estas comunicaciones le hacen ver muchas diferencias entre su país y otros lugares del mundo, "y eso alimenta en mí la idea de que es necesario un cambio aquí, desde el punto de vista social, económico y político".

La llegada de Internet a Gros-Morne cambió muchas cosas en este municipio. Según Jean, aumentó el número de jóvenes que accedieron a la universidad y se diversificó la elección de carreras, ya que "antes, los jóvenes iban a la facultad de Derecho y todo el mundo quería ser abogado". "Tenemos el apoyo de la población", agrega Jean al hablar de las amenazas que sufrieron a comienzos de este año por parte de los seguidores del Gobierno. "Este sector no tolera que la información de Gros-Morne salga por la red mundial", añade el profesor.

Las amenazas se produjeron después de que el Club hiciera circular por la Red una página en la que denunciaba las "amenazas contra la inteligencia" que supone el régimen del presidente haitiano, Jean-Bertrand Aristide. Internet comenzó a expandirse en Haití a comienzos de los 90. Actualmente, hay en el país una docena de proveedores privados con conexiones dial-up o por ondas hertzianas.

Según una investigación hecha el año pasado por la Red de Desarrollo Sostenible de Haití (RDDH), en el país hay 7.000 usuarios de Internet, la mayor parte de ellos en Puerto Príncipe. Haití tiene ocho millones de habitantes y está considerado el país más pobre de América.

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