Bueno ya ha empezado a revelarse los problemas de seguridad de Android. Ya existen antivirus para Android.
Parece que no aprendimos nada de la de millones y millones de dinero perdido por este asunto en Windows.
Lo mejor ha sido el último párrafo paserifo...Sabías que el comercio con los bytes es lo que más dinero da?. Vams, mira el valor de mercado de las empresas relacionadas con eso y te sorprenderás.
Supongo, paserifo, que lo mismo podría decir de pagar por dormir en un hotel: a fin de cuentas, Vd. no adquiere la propiedad de la cama, colchón o mesilla de noche. O que decir de pagar peaje por circular en una autopista; o pagar las explicaciones de un guía turístico; etc. En ninguno de esos casos queda nada físico en su propiedad, salvo la factura.
Hay que ver las excusas que ponen algunos para ir de gratis total por la vida.
Y, por cierto, si puede hacer las modificaciones que desee en una enorme cantidad de aplicaciones informáticas: ¿ha oído hablar del software libre?
Pues sería interesante ver las posibilidades de ponerle una buena denuncia al "programador" que hizo es....
- Existen muchos mercados alternativos al Android Market: muchas empresas tienen su propia tienda
- Salvo un paseo previo por el AM no tengo forma de saber si la aplicación es original o no, o si es de pago o no
- La "ofuscación" intencionada de malware dentro de una aplicación original es delito en muchos países
- Creo que existen derechos a la intimidad e integridad de la propia imágen...
Vamos, que un buen abogado se la liaba parda al listillo...
Mientras no se pueda demostrar que el que se lo ha descargado no lo ha hecho "de buena fe", no hay excusa para este acto "vandálico". Además, para perseguir a los piratas ya están los cauces legales. Aunque sea por un euro
Una de las razones por las que se prefiere usar un programa sin haber pagado la licencia de uso es que a veces es muy difícil pagar.
No me refiero sólo al precio de los programas, que, como cualquier otro precio, cada persona podrá considerarlo excesivo, justo o bajo, según su propia capacidad adquisitiva y la estimación que haga del producto. Creo que desanima bastante tener que registrarse cuatro veces en cuatro sitios distintos para diez tiendas distintas, o tener la impresión de que la mayor parte de tu desembolso económico no va para gratificar al desarrollador o productor del programa informático sino que se va en impuestos, derechos de imagen y demás complicaciones. Vamos, que eso no parece justo y a nadie le apetece colaborar con una injusticia (¡¿?!).
Otro problema de la venta de software informático es que no tiene nada que ver con la venta de cualquier otro producto. Si yo me compro una bicicleta, un reloj de oro o una novela, estoy cambiando el dinero que me ha costado ahorrar por un bien físico y tangible del que soy propietario. Nadie más que yo puede montar en mi bicicleta, ponerse mi reloj o leer mi novela si yo no le doy permiso. Es decir, tienen que arrebatármelo o recomprármelo. Y si no quiero vender, no hay nada más que hablar. Pero con los programas informáticos no se está adquiriendo propiedad sobre nada, sino el derecho a usarlo en las condiciones (y que aceptas, aunque "en realidad" no las aceptes) que te imponen en el contrato de venta. No puedes modificar el código fuente del programa ni recompilarlo, porque no tienes tal código. No tienes derecho a modificar el código objeto del programa, ya sea antes o después de cargarlo en la RAM, porque eso está expresamente prohibido, aunque no se suele perseguir ni denunciar a los crackers debido a la falta de información sobre su identidad (a menos que tal cracker sea tan tonto como para cobrar dinero por sus "delitos", de forma que se destape). Tampoco puedes "instalar" el programa y usarlo en cualquier ordenador o dispositivo de tu propiedad o al que tengas acceso temporalmente, pues las licencias suelen se personales y unitarias. Y también está prohibido que más de una persona "utilice" la misma licencia del mismo programa (áteme esa mosca por el rabo).
Es decir, comprar software es como pagar dinero a alguien para que te dé un puñetazo en el hígado y te escupa en un ojo. Y esto que digo de los programas se aplica también a los e-books, a la música, imágenes, películas, y cualquier otra chorro de bytes infinitamente reproducible (copiable) del que alguien pretenda venderte el derecho a usarlo sola y exclusivamente de una manera determinada. ¡Y ay de ti si se te ocurre ripear una canción de un CD, convertirla a un formato de audio digital que pueda reproducir el cacharrito que usas para oír música cuando estás en el autobús! ¡Al ladrón, al ladrón! ¡Está rompiendo el contrato de licencia y quebrantando la confianza del tenedor del copyright! ¡Señoras, tapen los ojos de sus críos!
No se puede vender una secuencia de números como si fueran objetos físicos, finitos, fungibles, enajenables, o deteriorables. Un número no es una sustancia química, un caro producto manufacturado o algo cosechado de la tierra. El comercio de los bytes no puede ser igual que el comercio de las moléculas, porque los números no se acaban ni son de uso exclusivo.