La historia la cuenta El Economista. La empresa Teatro Príncipe Pío S.L., participada al 60,28% por la sociedad de la SGAE Iberoautor –el resto estaba en manos de Antonio Banderas–, tenía la concesión para explotar y acondicionar uno de los edificios de la estación de Príncipe Pío en Madrid. Sin embargo, la perdió por "incumplir las cláusulas"; básicamente por no hacer nada. Sin embargo, la SGAE presentó en su memoria de 2008 unas pérdidas de dos millones de euros a costa de unas obras que no se realizaron nunca.
El proyecto corrió a cargo del arquitecto Antón García Abril, hijo del compositor del mismo nombre, que es miembro de la Junta Directiva de la SGAE como consejero de honor. Este arquitecto se ha encargado de múltiples obras encargadas por la entidad, como su sede en Santiago de Compostela o la Torre de la Música en Valencia.
Actualmente, el Edificio Cabecera que iba a convertirse en el teatro de la SGAE y Antonio Banderas está en manos de Adif desde mediados del año pasado. Se está elaborando un proyecto de obras para convocar un concurso de rehabilitación de los muros y cubiertas el edificio, tras lo cual se decidirá qué se hará en ese espacio.