La derecha siempre es responsable de la crispación, pase lo que pase, haga lo que haga. De ahí que la extrema izquierda, la que apoya a Cuba y Venezuela, no pueda suscribirse a un manifiesto por el único hecho de que algunos de sus firmantes sean de derechas y quieran "oponerse al gobierno de Zapatero". Esa parece ser la razón de fondo de que hayan escrito un manifiesto alternativo, al que previsiblemente no se le prestará atención más que en el día de su publicación, este miércoles 23 de diciembre.
Este grupo quiere que, para "reivindicar Internet como un derecho, no como un eslogan publicitario, es preciso incluirlo dentro de lo público, como la educación o la sanidad, y no dejarlo en manos de proveedores privados que pueden acabar con la neutralidad de la Red al margen de la legislación sólo con aumentar el coste de subir contenidos".
Dicen defender el "libre conocimiento", lo que llegaría con la negación de los derechos de propiedad intelectual. A eso lo llaman "democratización de la cultura", que defienden "porque la creación la hacen las colectividades a través de determinados individuos y no al revés, como se suele pensar". Un pensamiento idéntico al de las tiranías comunistas, cuyo corolario lógico consiste en la censura de todo aquello que disguste a "la colectividad", es decir, al Estado.
Su fórmula para acabar con la brecha digital consiste en dar antes pasos previos, como la llegada de la electricidad a las casas o "un Estado que te haya enseñado a leer y escribir" (al parecer les resulta inconcebible que se pueda aprender a hacerlo sin intromisión del Estado). De ahí que la forma de reducir esa brecha sea "imbricándose en la lucha de los pueblos", pese a la evidencia de que esa "lucha", que en el lenguaje de la izquierda comunista significa el apoyo a los totalitarios de su ideología, ha llevado la ruina a los pueblos que la han sufrido.
En definitiva, un manifiesto rancio, que sigue las tesis del marxismo al pie de la letra ("la izquierda y la derecha han luchado, luchan y lucharán por la titularidad de los medios de producción, éste es el motor de la historia, impulso que, por obvio, se suele ocultar") y que aparece como intento de capitalizar una protesta que nada tiene que ver con los postulados del totalitarismo comunista.