Dejando a un lado las divertidas siglas y su significado popular (What the fuck, algo así como ¿qué cojones?), el grupo de trabajo se centra en el impacto inmediato de los archivos publicados más recientemente.
Una de las cuestiones que pretende tratar es si la capacidad de la agencia para reclutar informantes se habría visto dañada ante la poca confianza en la capacidad del gobierno de Estados Unidos para mantener secretos.
Según ha explicado el portavoz de la CIA al Washington Post, George Little, "el director pidió formar este grupo de trabajo para examinar si la filtración de los documentos de WikiLeaks podría afectar las relaciones exteriores de la agencia o a sus las operaciones".
La agencia se ha mantenido relativamente a salvo de los cables de WikiLeaks, ya que sólo han aparecido un puñado de sus archivos en el sitio web de Julian Assange y lo publicado sobre otros organismos en Internet revelan muy poco acerca de empleados de la CIA o de sus operaciones.
La explicación es que la agencia fue muy cauta en su momento. Hace dos años, la CIA se negó a "colgar" mayor cantidad de sus informes de inteligencia en SPRNET, la red clasificada del Pentágono. De esta red fue de donde el soldado Bradley Manning extrajo los archivos clasificados y se los facilitó a WikiLeaks.