INFORME: A favor y en contra de la tecnología RFID
Muy pronto, los productos que compremos en una tienda o en un supermercado llevarán incorporado un chip del tamaño de un grano de arena que, además, será un transmisor de ondas de radio. Este ingenio guardará y transmitirá información sobre el producto al que va adherido. Será como un código de barras que no nesitará de un lector como hasta ahora. Bastará con poner el carro delante de la caja, la máquina leerá lo que nos llevemos y nos dará la cuenta. Así de sencillo.
L D (N. G. Mostazo) Pronto nos acostumbraremos a comprar productos que incorporen la tecnología de Codificación Electrónica de Productos (EPC por sus siglas en inglés) combinada con la tecnología de identificación por radiofrecuencias (RFID por sus siglas en inglés).
Desde una maquinilla de afeitar a una lata de espinacas, todo llevará adherido, o escondido, un microchip minúsculo que guardará información sobre el producto y, además, transmitirá esa información a distancia.
La compra, más fácil
El empleado del supermercado, armado sólo con un ordenador de mano, podrá saber qué llevamos en el carrito de la compra, o incluso en un bolsillo si se nos ha ocurrido robar algún producto, de modo que los robos en las tiendas serán cada vez más difíciles. De hecho, estos sistemas se idearon primero como antirrobos y una de las primeras empresas en probarlos ha sido Gillette, la fabricante de hojas y maquinillas de afeitar, ya que sus productos, al ser tan pequeños, son de los más fáciles de robar en las grandes superficies.
Entre las ventajas de esta tecnología para el usuario, básicamente sólo está la de poder hacer la compra más rápido, porque no será necesario esperar a que el cajero pase todos los productos por el lector del código de barras. Como ventajas añadidas, algunos supermercados podrían entregar a los clientes unos pequeños receptores de radio con auriculares, de modo que, cuando retirasen un paquete de hojas de afeitar del expositor, por ejemplo, el receptor podría recordarle que tiene que comprar espuma de afeitar, o aftershave, o perfume, no sea que se le haya olvidado ponerlo en la lista de la compra.
Control de los productos almacenados
Para las empresas que lo utilicen, sin embargo, las ventajas son mucho mayores. Además de convertirse en un antirrobo infalible, la tecnología EPC y la RFID combinadas servirán para controlar en "tiempo real" el stock de productos, de modo que, volviendo al ejemplo de las hojas de afeitar, si se están acabando, el sistema advertirá a los empleados para que rápidamente pongan más. Además, como las etiquetas inteligentes emiten señales de radio –que pasan a través de los obstáculos–, ni siquiera será necesario ir por el almacén con un ordenador de mano, sino que bastará con tener un receptor en el centro del recinto conectado a una sala de control desde donde se coordinen todas las operaciones.
Aunque algunos creen que es demasiado cara y no ha sido debidamente probada, muchos expertos creen que esta tecnología abrirá el camino hacia una cadena de aprovisionamiento más eficaz, ya que entre otras ventajas permitirá inventariar las mercancías más fácilmente. Prueba de ello es que dos pesos pesados –el gigante de los supermercados Wal-Mart y el Departamento de Defensa de EEUU– pidieron recientemente a sus proveedores que comiencen a incorporar estos chips a sus mercancías, según informa la agencia Efe. La premisa es que estos avances permitirán a las grandes superficies y a los minoristas ahorrar costes en mano de obra operativa y de gestión, y reducir sus niveles de inventario.
Invasión de la privacidad
La tecnología RFID, sin embargo, no está exenta de polémica. Grupos defensores de la privacidad como los llamados Consumidores Contra la Invasión de la Privacidad en los Supermercados (CASPIAN, por sus siglas en inglés) temen que las corporaciones utilicen estas señales de radio para espiar los movimientos de los individuos dentro y fuera de las tiendas. Afirman, entre otras cosas, que podrían hacerse listados de personas en función de los productos que compran. Por ejemplo, hablan de cualquier comunidad minoritaria en Estados Unidos, como por ejemplo los árabes, que podrían ser vigilados y ubicados desde el momento en que compraran un libro, un disco, o un envase de cuscús.
Esta organización, muy beligerante con la tecnología RFID, también anticipa una escena similar a la protagonizada por Tom Cruise en la futurista película "Minority Report", cuando va caminando por un pasillo y los paneles publicitarios le recuerdan que su tarjeta de crédito está a punto de caducar o que hace mucho que no va a su restaurante favorito a comerse una hamburguesa. Los defensores de la privacidad se pusieron en pie de guerra la pasada primavera, cuando la empresa italiana de moda Benetton anunció que planeaba incorporar a sus prendas estas etiquetas. La intención de la compañía era incluir en la ropa minúsculos transmisores inalámbricos con el fin de seguir la pista de sus prendas por todo el mundo.
Según las asociaciones en defensa de la privacidad, lo que tendrían que hacer las corporaciones sería retirar los chips de sus productos cuando salgan de los almacenes, o inutilizar el transmisor de radio cuando un cliente se lo lleve a su casa, aunque el chip siga incorporado al producto durante toda su vida útil. Estas asociaciones estiman que, en un futuro, cuando vayamos por la calle, si frente a nosotros hay un lector de chips de este tipo, quien lo maneje podrá saber demasiada información de nosotros sin nuestro permiso. O peor aún, enfocar el detector a nuestra casa y saber si usamos un detergente concreto, o un champú anticaspa. Afirman, entre otras cosas, que Benneton no puede permitirse el lujo de trazar un mapa mundial para saber dónde viven sus clientes, o que, si vamos a pedir un empleo, el entrevistador no debería saber si llevamos un paquete de tabaco en el bolsillo.
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