LD (EFE) Gary Wang, que inventó en 2005 casi a la vez que YouTube un portal de intercambio de vídeos para China llamado Tudou.com, asegura que hay que mirar al coloso asiático para saber lo que pasará pronto en Occidente, algo que hace especialmente desafiante su afirmación: "Yo no tengo televisión".
Lo dice en una entrevista con un grupo de medios internacionales y en el lugar donde más duele, en la feria audiovisual Mipcom –donde se busca la manera de integrar internet en la pequeña pantalla–, y añade que, cómo él, muchos jóvenes chinos han prescindido hace tiempo del televisor o lo usan "simplemente, como ruido de fondo".
La población entre los 17 y los 25 años compone, precisamente, el 80 por ciento del público de Todou.com, y son los mismos que hace más de diez años desterraron la industria del CD en China y escogieron el formato mp3, una tendencia que se ha extendido al resto del mundo.
Gary Wang, de 35 años, asumió, en consecuencia, la ventaja de conocer la idiosincrasia de un país de 1.300 millones de habitantes con una lengua poco conocida fuera de sus fronteras y tomó las nociones tecnológicas y las perspectivas de Estados Unidos cuando se marchó a estudiar a Nueva York con 19 años.
Cuando volvió a China a los 28, aunque la banda ancha sólo la disfrutaba el 10 por ciento de la población, llegaba con una idea en la cabeza: llevarse a todos los adictos a la pequeña pantalla de la televisión a su terreno, internet.
Así, en enero de 2005, creó Todou, que en chino significa "patata" (como se llama a los que viven pegados al sofá de su salón viendo la televisión), y, aunque reconoce que "no es una manera muy noble de llamar al público objetivo", no fue impedimento para que éste se rindiera a sus pies.
"Entonces era casi imposible en China poder enseñar las creaciones al mundo o intercambiar vídeos", asegura, y algo más de tres años después almacena 14 millones de archivos para compartir, tiene acuerdos con las mayores empresas audiovisuales de su país y el fin de semana pasado obtuvo un récord con 11 millones de visitas en un solo día.
"A veces pienso que ha ido todo demasiado rápido como para hacer las cosas lo suficientemente bien", reconoce en un momento de autocrítica, pero poco después sonríe al hablar de los 85 millones de dólares (62,6 millones de euros) en beneficios netos en el último año.
Wang no parece, por otra parte, preocupado por la supervisión gubernamental de los contenidos en internet y considera que la censura en China "es particular, pero no muy diferente a la que, de una manera u otra, existe en todas partes" y agrega con preocupante tranquilidad: "Simplemente, sabemos lo que podemos hacer y lo que no". Otro escollo que salvó sin problemas fue el de los derechos de autor que, mientras en Europa y Estados Unidos han servido para abrir un sinfín de litigios entre televisiones y portales web, en China "entendieron enseguida que era una manera de hacer llegar su contenido a más gente".
Al contrario que YouTube, Todou.com hace tiempo que ofrece vídeos sin límite de duración y sirve a los publicistas su espacio virtual para anunciar productos. También, creó el pasado mayo su primer festival de cine, en su caso para usuarios, aunque va un paso por detrás en la producción de contenidos propios.
Veinticuatro oficinas en toda China y 400 empleados –40 de ellos comerciales– para un mercado actual –y creciente– de 130 millones de usuarios de internet con banda ancha convierten a esta empresa en un cebo para los inversores internacionales.
Y el éxito ha desviado a Wang hacia una mentalidad netamente capitalista, lejos de aquel eslogan de "Todo el mundo es director de la vida" con el que se inauguró Todou.com. "Es un nombre que puse con un amigo mío una noche de borrachera", bromea, "en la que comentábamos que todo el mundo quiere ser una estrella, pero que en realidad hasta las estrellas tienen que someterse a un director", recuerda.
Ahora, al mirar hacia 2009, sus planes se limitan a "seguir creciendo. Los beneficios, según se mire, no son tantos", asevera. Tampoco tiene en mente comenzar una expansión hacia el exterior, ni falta que le hace. Defiende la solidez de su país y su cada vez más probable calidad de referente mundial. "En Shanghai levantan rascacielos en un mes y estuve el otro día en Nueva York y todavía están arreglando el mismo puente que cuando yo fui allí hace quince años", concluye.