Wall Street cerró este miércoles con Apple valorada en 222.000 millones de dólares, por encima de los 219.000 millones en que quedó Microsoft, por haber cedido un 4% las acciones de la empresa dirigida por Steve Ballmer frente a la caída de 0,4% de la compañía de la manzana, según datos de Reuters.
Steve Jobs fue despedido en 1985 de la empresa que fundó por el consejero delegado que él mismo había contratado, John Sculley, que entonces dirigía Pepsi y había logrado convertirla en un rival digno de Coca Cola. "¿Qué prefieres, seguir vendiendo bebidas azucaradas a los niños el resto de tu vida o tener una oportunidad de cambiar el mundo?", fue la frase que el vendedor nato que es Jobs utilizó para convencerle de que trabajara en Apple.
Durante los siguientes diez años, Jobs fundó otra empresa, NeXT, y compró el estudio de animación Pixar, cuyos éxitos resucitaron a Disney. En 1996, Apple designó a Gil Amelio como consejero delegado, y éste decidió comprar NeXT y recuperar a Steve Jobs. Un año después, tras batir el récord negativo en su valor bursátil, Amelio fue despedido y sustituido por Jobs, lo cual no dejó de ser un movimiento irónico.
En ese momento, y en parte por evitar enfrentarse a posibles acusaciones de monopolio, Microsoft invirtió 150 millones en acciones de Apple. En 1998, Apple lanzó el iMac, diseñado por el mismo equipo que luego se encargaría del iPod y el iPhone, con el que empezaría a recuperar sus ventas y en 2001 lanzó tanto Mac OS X como el iPod, que marcaría la resurrección de la compañía.
Las acciones de Apple valen hoy 10 veces lo que costaban hace una década, mientras que las de Microsoft han bajado un 18 por ciento en este mismo periodo. Tras la sesión de ayer Apple se convirtió en la segunda mayor empresa estadounidense en capitalización bursátil, detrás de la petrolera Exxon. La compañía de la manzana se ha convertido así en la principal empresa tecnológica del país, en el mismo momento en que arrecian las críticas hacia varias de sus prácticas, especialmente en lo que se refiere a su prohibición de emplear herramientas de terceros para programar aplicaciones para el iPhone.