LG ha lanzado la televisión OLED que ya pudimos ver como prototipo en la feria CES a comienzos de año, un aparato de 55 pulgadas, pesa 10 kilos y tiene un grosor de tan sólo 4 milímetros. Hasta ahora no se habían lanzado televisiones con esta tecnología debido a las dificultades de fabricación y, por qué no decirlo, su elevado precio. Lo primero parece haber sido solucionado. Lo segundo, no. Aunque no se ha anunciado oficialmente el precio, la cifra estará entre los 8.000 y los 9.000 euros.
A cambio el afortunado comprador dispondrá de la mejor calidad de imagen que puede ofrecer una televisión en la actualidad. Al contrario que otros televisores dotados de esta tecnología, LG ha dotado a cada píxel de cuatro colores, añadiendo el blanco a los tres tradicionales. Según la compañía, esto les permite mostrar imágenes con un brillo mejorado y los colores más precisos del mercado.
En cuanto a la pantalla, contará con un gran contraste, puesto que para mostrar el negro le basta con no emitir luz en los píxeles que necesite apagar. La tasa de refresco será de tan sólo 0,02 milisegundos, cien veces más que las pantallas convencionales, lo que permite un visionado "nítido" de los movimientos rápidos, sin estelas de color. En su diseño se ha utilizado plástico reforzado con fibra de carbón (CFRP) para el exterior, mientras se ha reducido el marco a tan solo un milímetro.
Pero que la pantalla tenga sólo cuatro milímetros de grosor tiene un problema, y es que buena parte de la circuitería se ha llevado a la base, que es bastante grande y, para qué negarlo, un poco fea. Ahí es donde están las conexiones: puertos USB, HDMI, cable de red... Para poder colgar el televisor en la pared se hace necesario conectarlo con ella por medio de un par de cables transparentes y el de alimentación, según informa Xataka.
El televisor estará a la venta en cantidades limitadas en Europa este mismo verano, y se irá incrementado su disponibilidad a lo largo del año.