Un ejemplo paradigmático de quienes son los que hacen progresar el mundo generando riqueza y bienestar y los que papan moscas.
En realidad, la existencia de este último grupo no es dañino en sí -que de todo tiene que haber en la viña del Señor y en algo hay que ocupar a los minusválidos-. El problema comienza cuando su proporción alcanza un determinado umbral, y/o en lugar de jugar a las casitas o a los médicos, se dedican a hacer experimentos con las cosas de comer; se creen importantes, o intentan arreglar los problemas de los que sí trabajan.
Moraleja: a los políticos y a los niños hay que mantenerlos constantemente vigilados para que no se hagan daño a sí mismos o puedan causarlo a los demás. Hay que mantener los enchufes tapados -suelen meter los dedos en ellos- y la caja de las galletas; el tarro de la mermelada; los fósforos y los productos químicos fuera de su alcance.
Luego no digan que no les he advertido.
Genial cómo se les cae la baba a los concejales.
Por cierto que vaya preguntas tontas que le hacen: "¿De qué pueden beneficiarse los ciudadanos con su proyecto?" Respuesta: "Somos los que más impuestos pagamos, empleamos a 12 mil personas (en una ciudad de 50 mil), si no nos dejan hacer nuestro proyecto, tendríamos que irnos donde nos dejen..." Y a la concejala, sólo se le ocurre algún elogio, cuando dice que aumentará la superficie verde y arbolada...
Encima los políticos parásitos le dicen que ponga wi-fi gratis. Magnífica la respuesta de Jobs: "Si me bajan los impuestos, encantado de pagar wi-fi gratis"
Aunque al menos allí tratan al empresario como se merece, en España todo serían trabas y a la puerta un comité de ecologetas y comunistas pidiendo la cabeza de ese "patrono" especulador.