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¿Qué gana Palestina con su ingreso como estado observador en la ONU?

España ha decidido apoyar el ingreso de Palestina como observador en la ONU, ante las protestas de Israel. ¿Qué consecuencias tiene? 

Este jueves Palestina pasará de ser una "entidad" a un "Estado" en la Asamblea General de las Naciones Unidas. La fórmula adoptada será la de "Estado Observador no miembro", la misma que ya posee El Vaticano, y que constituye una rebaja en las ambiciones palestinas respecto a las presentadas el pasado año para convertirse en el Estado número 194 de Naciones Unidas. Entonces, no consiguieron los nueve votos necesarios en el Consejo de Seguridad.

Pero ahora, con este procedimiento, los vientos soplan mucho más favorables para Palestina, dado que en la Asamblea son mayoría los simpatizantes de su causa. De los 193 miembros, se estima que en torno a 130 votarán a favor: gran parte de países latinoamericanos, la mayoría de los africanos, y un importante número de asiáticos.

¿Qué implicará el reconocimiento?

La primera y más importante consecuencia de este cambio de estatus será que Palestina podrá acudir a las agencias de las Naciones Unidas, especialmente a la Corte Penal Internacional (CPI), donde reside el verdadero fundamento de esta decisión simbólica. Si se acepta su ingreso -que no es automático- a partir de ahora contará con la posibilidad de denunciar a Israel en los tribunales internacionales, algo a lo que se oponen la mayor parte de países.

Incluso los que son favorables en la votación han pedido a Mahmud Abbas que renuncie a esta posibilidad, para evitar que el conflicto con el Estado judío se convierta en una "guerra legal" imposible de abordar y que enmarañaría aún más las conversaciones de paz. Pero el líder palestino está dispuesto a ceder muy poco: hasta el momento, sólo baraja la posibilidad de limitar las denuncias, centrándose exclusivamente en las violaciones que se produzcan a partir del nuevo estatus del país. De hecho, si la exhumación demuestra que Yasir Arafat fue envenenado, será la primera de sus reclamaciones ante el CPI.

Países en contra

EEUU, Israel y Canadá han anunciado públicamente que no sólo no apoyarán el cambio de estatus de Palestina, sino que además acarreará "consecuencias", principalmente para la economía palestina, flanco más débil del Gobierno de Ramala.

Para comenzar, EEUU retirará los 200 millones de dólares que Washington envía a la Autoridad Nacional Palestina, y no es una amenaza hueca: en 2011 ya suprimió la financiación a la UNESCO cuando esta acogió a Palestina como miembro de pleno derecho. Por su parte, Israel amaga con dejar de entregar los impuestos que recauda en su nombre, según los acuerdos de paz de 1993, que siente vulnerados si Palestina ingresa como miembro. Países como Qatar ya se han ofrecido a evitar el colapso financiero que sobrevendrá a las debilitadas finanzas palestinas si finalmente se cumplen las sanciones.

Europa dividida

Sobre el dilema palestino, la Unión Europea ha tratado, sin éxito, de presentar una postura común. Tanto es así, que durante los últimos meses, las negociaciones iban encaminadas a presentar una votación conjunta en la Asamblea de la ONU, pero las desavenencias entre países lo han imposibilitado.

Europa se encuentra en la encrucijada: por un lado, es el principal donante de ayuda a Palestina (en torno al 50% del total) mientras que Israel constituye su principal socio comercial. Las posturas se han ido escorando en torno a dos grandes bloques: el de Alemania y el de Francia. Por razones históricas, el Estado germano así como República Checa son reacios al reconocimiento oficial de Palestina, mientras que Francia ha liderado el movimiento de apoyo a la votación en las Naciones Unidas.

Pero la fricción entre los países se sustenta básicamente en lo tocante a la Corte Penal Internacional, que es lo que suscita más reservas. Reino Unido ha establecido una tercera vía: apoyar el ingreso de Palestina, siempre que Abbas se comprometa a no acusar a Israel de crímenes de guerra ante el CPI para no dificultar las conversaciones de paz; postura con la que comulgan países como España, Portugal, Chipre, Luxemburgo o Irlanda.

La postura de España

Fue el propio presidente del Gobierno el encargado de hacer el anuncio 'oficioso': España respaldará a Palestina en la ONU. Fue un gesto simbólico que vino a dar carpetazo a las discrepancias que ha supuesto el asunto entre el Ejecutivo y Exteriores, que se debatía entre no enturbiar las buenas relaciones con Israel o mantenerse alineado con algunos de sus socios europeos más importantes.

Pero existe una razón más que explica el respaldo: en 2014, el Ejecutivo se enfrentará a la votación que decidirá si España ingresa en el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente, uno de los objetivos primordiales de nuestra diplomacia. Y no podrá hacerlo sin el apoyo de los países árabes, que castigarían una eventual abstención de nuestro país. 

Por su parte, Israel ya ha expresado su desagrado ante la postura de España. Desde la embajada, han trasladado al Ministerio de Asuntos Exteriores que, en contra de lo dicho por su titular en el Congreso, esta decisión "no va a acercar a las partes en una solución pacífica al conflicto" porque convierte las condiciones para la negociación en algo "casi imposible", en palabras del embajador Alon Bar

Mariano Rajoy tratará de suavizar las posibles tiranteces con el Estado judío con una próxima visita al país, para que en ningún caso se vean dañadas las relaciones entre ambos países, que ya han atravesado otros momentos de tensión. El pasado noviembre, el Ejecutivo condenó la construcción de nuevos asentamientos en Jerusalén Este y Cisjordania por parte de Israel, en un gesto que tampoco agradó al estado judío. 

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