
El presidente de la tiranía comunista china, Xi Jinping, aseguró en su discurso de fin de año que "lograr la completa reunificación de la patria" es la "aspiración común" de los "chinos a ambos lados del Estrecho de Taiwán". Un mensaje que sólo puede interpretarse como una amenaza a la pequeña isla de Taiwán, donde un país creado por exiliados de la guerra civil que llevó al Partido Comunista Chino al poder contrapone un exitoso régimen democrático a la dictadura totalitaria del continente.
El mensaje debe ser leído en un contexto en el que la presión de la tiranía china sobre la pequeña isla no hace sino crecer, lo que ha provocado un posicionamiento muy claro de Estados Unidos que ha llegado a asegurar, por boca de su jefe del Estado Mayor Conjunto, que no sólo está dispuesto a defender militarme a Taiwán sino que sería perfectamente capaz de hacerlo.
De hecho, en octubre del recién terminado 2021 se supo que bajo el mandato de Trump tropas estadounidenses entrenaron a unidades de élite del ejército taiwanés, en un gesto del que la administración Biden no ha renegado.
Tensión desde 1949
Las ambiciones chinas sobre su vecino al otro lado del estrecho de Formosa se remontan a los momentos finales de la guerra civil que llevó a Mao al poder, cuando los derrotados del Kuomintang se establecieron en la isla huyendo de los comunistas que les habían derrotado en la China continental.
Desde entonces, el gobierno dictatorial de Chiang Kai-shek fue evolucionando a un régimen que actualmente es plenamente democrático y que, además, ha tenido un notable éxito económico, convirtiendo a Taiwán en uno de los países más prósperos y con mejor nivel de vida de extremo oriente.
China, mientras tanto, ha ido forzando el aislamiento internacional de Taiwán, especialmente desde que fue reconocida por Estados Unidos durante la década de los 70. Aún así, el pequeño país asiático se ha mantenido como uno de los más relevantes de la zona en el comercio internacional, especialmente en sectores de alta tecnología como los semiconductores.
Un conflicto que se agrava
Hasta los últimos años las ambiciones chinas no contaban con un respaldo militar lo suficientemente poderoso como para dar valor real a las amenazas de anexión, pero la situación ha cambiado y con este cambio la tensión en el Estrecho de Taiwán ha aumentado hasta niveles desconocidos desde los años 50.
China no sólo ha multiplicado sus amenazas –que además no están aisladas sino que son parte de una política expansionista más amplia en todo el sureste asiático–, sino que realiza continuas incursiones en el espacio aéreo taiwanés y, en el pasado mes de noviembre, desarrolló unas grandes maniobras navales en aguas cercanas a Taiwán que, obviamente, tenían una intención amenazante.
La mayor conflictividad de la tiranía comunista china no sólo se refleja en su política exterior expansionista y amenazante, sino también en un aumento de la represión interior, especialmente en un Hong Kong que ve agonizar su democracia.
La vía militar "no debería ser una opción"
Por su parte, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, usó su discurso de año nuevo para decirle a sus belicosos vecinos que la vía militar "no debería convertirse en una opción" para resolver el conflicto entre ambos países.
"Estos movimientos –en referencia a las últimas presiones chinas– han hecho poco por ayudar a mantener la paz regional y la estabilidad", ha señalado Tsai, al tiempo que advertía al Gobierno de Xi Jinping que "no juzgue mal la situación" entre ambos países.
Además, Tsai ha recordado que "el conflicto militar tendrá impacto en la estabilidad económica" de una región que es clave no sólo para la paz regional sino para la economía y la seguridad de todo el planeta. Tal y como señalaba en una entrevista con Libertad Digital el embajador de Taiwán en España, un hipotético conflicto militar entre ambos países "supondría acabar con la arquitectura de seguridad que ha permitido la paz y el extraordinario desarrollo económico en la región durante siete décadas".