Con un dique principal de hormigón de 155 metros de altura y casi 1.800 de longitud y otro auxiliar de 'sólo' 50 metros de altura pero más de cinco kilómetros de longitud, la presa Gran Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés), es una obra de proporciones gigantescas.
Ubicada en el cauce del Nilo Azul, al oeste de Etiopía y a sólo quince kilómetros de la frontera con Sudán, la gran infraestructura promete todo un milagro económico para Etiopía, pero está generando ciertos problemas con sus vecinos y, sobre todo, con el siguiente país en el curso del Nilo: Egipto. Además, durante su construcción ha sufrido ya numerosos cambios de diseño y retrasos que hacen pensar que será difícil que se cumplan los nuevos plazos y el proyecto se complete, según está previsto ahora, en el año 2023.
Problemas políticos
Por lo pronto siguen sin superarse los problemas políticos transnacionales que el Gran Renacimiento Etíope está generando en una zona de África que tampoco se caracteriza por su estabilidad: Egipto, Etiopía y Sudán no logran ponerse de acuerdo sobre algunos aspectos esenciales.
Según informa la agencia Efe los tres países se habían reunido durante esta misma semana en Washington bajo el auspicio de EEUU, una mediación que todos habían aceptado a finales de año. Sin embargo, las reuniones han acabado sin acuerdo en puntos básicos como la forma de rellenar la presa y las pautas de actuación en caso de sequía, un fenómeno habitual en el área.
Obviamente, Egipto –cuyo suministro de agua dulce depende en un 90% del Nilo– presiona para que se tarde bastantes años en completar el llenado de la presa y, de esta forma, que esto no afecte significativamente al caudal del río. Los egipcios llegan a considerar la cuestión una "amenaza a la seguridad nacional". Etiopía, por su parte, desea un ritmo de llenado más rápido, si bien en conversaciones anteriores ya había aceptado que fuese gradual.
Cruce de amenazas
La cuestión ha ido complicando las relaciones entre Egipto y Etiopía, con reuniones periódicas en las que se han alcanzado algunos acuerdos pero también picos de tensión que han llevado incluso amenazas un poco más allá de lo velado, como cuando el primer ministro etíope y premio Nobel de la Paz, Abiy Ahmed, llegó a decir que, pese a preferir el camino de la paz, su país era capaz de movilizar a "millones" en caso de guerra con Egipto.
El mandatario etíope explicó que sus palabras se habían sacado de contexto, pero la reacción en Egipto fue muy dura, tachando de "inaceptables" las declaraciones. Sin embargo, el propio presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi advirtió a la Asamblea General de la ONU que el Nilo es cuestión de "vida o muerte" para su país y que, si no hay acuerdos, habrá "repercusiones para la estabilidad regional", tal y como recogía Efe.
Los egipcios, además, se muestran sumamente desconfiados ya que creen que Etiopía no ha actuado de buena fe en la cuestión y como prueba de ello aducen que presentó un plan para construir una presa mucho menor en 2011 y luego lo amplió cuando Egipto se encontraba sumido en el caos de la Primavera Árabe.
Tras el fracaso de las negociaciones en Washington la situación puede, sin duda, complicarse en un futuro cercano.
Un proyecto inmenso
La presa va a ser construida por la multinacional italiana Salini Impregilo, uno de los principales grupos en todo el mundo para la realización de infraestructuras relacionadas con el agua y que, de hecho, ya ha hecho otras grandes presas en Etiopía. Además, intervienen firmas de ingeniería como la también italiana Studio Pietrangeli.
El tamaño del proyecto es impresionante: una vez terminada su presa principal tendrá 155 metros de altura y 1.800 de longitud, convirtiéndose en la mayor de África, según la constructora. Se trata de una presa de gravedad construida con un tipo de cemento –hormigón compactado con rodillo– que se usa mucho en obras hidráulicas desde mediados de los años 80. Serán necesarios 10,4 millones de metros cúbicos de este material.
A este dique principal hay que añadir un segundo no tan alto pero también enorme: una pared de rocas y tierra cubierta de cemento que tendrá 50 metros de altura y nada más y nada menos que 5 kilómetros de longitud. Para construirla serán necesarios 16,5 millones de metros cúbicos de material.
Una vez terminada, la presa podría almacenar hasta 74 kilómetros cúbicos de agua, lo que la convertía en la séptima mayor reserva artificial del líquido elemento en todo el mundo. Para que se hagan una idea, esto supondría que sólo este embalse tendría un 30% más de capacidad que todos los españoles sumados.
Masiva producción de electricidad
Además de permitir almacenar agua, Gran Renacimiento Etíope tendrá una planta hidroeléctrica capaz de generar 6.000 MW, lo que la convertirá en la décimo primera del mundo y la mayor de África y que, en parte, podría empezar a funcionar a finales de este mismo año.
Para que tengamos una idea de lo que supone esta cifra, es más de cinco veces lo que es capaz de producir la mayor planta hidroeléctrica española, que es la que Iberdrola posee en el embalse de Aldeadávila, en la provincia de Salamanca.
Eso sí, según advierten los expertos esta potencia total sólo se alcanzaría durante dos o tres meses, coincidiendo con la estación de las lluvias, quedando el resto del año extraordinariamente sobredimensionada.
En condiciones normales esto resultaría contraproducente en términos económicos. Sin embargo, para otros expertos estas sobredimensiones podrían resultar útiles en un país como Etiopía que es azotado por las sequías con frecuencia y que de este modo podría compensar en unas áreas los problemas de producción en otras. La previsión del gobierno etíope es que una vez en marcha Gran Renacimiento Etíope permita no sólo expandir la cobertura eléctrica en el país –que actualmente es sólo del 45% de la población– sino incluso exportar electricidad a sus vecinos.
25.000 desplazados y una zona de pesca
Por supuesto cualquier crítica al proyecto está siendo acallada con dureza dentro de Etiopía y es difícil saber qué problemas está teniendo el proyecto, así como qué impacto tiene en el medioambiente.
Sí se ha podido saber que unas 25.000 personas se han visto desplazadas de sus hogares por las obras o se tendrán que desplazar cuando el embalse se vaya llenando.
Otras cuestiones peculiares son, siempre según el gobierno etíope, que el lago artificial creará una zona de pesca que puede tener cierta importancia económica y también como polo de atracción turística. Aunque esto, como de hecho todo lo demás, no lo sabremos hasta que se terminen la obras y el embalse se llene, ya sea más rápido, como quiere Etiopía, o más despacio, como desea Egipto.