Más de 230 personas han muerto y más de 200 han resultado heridas, muchas de ellas en estado crítico, como consecuencia del mayor atentado con bomba de la historia de Somalia, el perpetrado ayer en Mogadiscio con un camión explosivo que detonó en una concurrida intersección de la capital del país africano.
La detonación ocurrida ayer en torno a las 15.00 horas provocó una onda expansiva que se pudo percibir con nitidez en toda la capital, así como una columna de humo negro de tres kilómetros de altura. En el epicentro se encontraba una intersección donde se encuentran restaurantes, sedes del Gobierno somalí y hoteles.
Precisamente tras la explosión, según varios testigos, varios hombres armados efectuaron una incursión en el cercano hotel Safari, donde estuvieron varios minutos intercambiando tiros con la fuerzas de seguridad, en un incidente cuyo número de víctimas se desconoce todavía. Además, dos horas después, otro coche bomba dejó al menos dos muertos en el distrito de Medina.
Hasta ahora ningún grupo ha asumido la responsabilidad de los atentados pero todas las miradas están puestas en la organización terrorista Al Shabaab, filial de Al Qaeda, antiguo ala juvenil de la Unión de Tribunales Islámicos (el régimen islamista que controló la capital durante seis meses de 2006) en lo que se trataría, de confirmarse su autoría, del ataque más sangriento con amplia diferencia perpetrado por la organización en toda su historia, muy por encima de los 70 muertos que dejó su asalto a una base militar de Puntlandia a mediados de este año.
Al Shabab, que se afilió en 2012 a la red internacional de Al Qaeda, controla parte del territorio en el centro y el sur del país y aspira a instaurar un Estado islámico de corte wahabí en Somalia. Otro motivo para creer que se trata de Al Shabaab es la exactitud de la organización a la hora de perpetrar masacres aprovechando vacíos de seguridad como el que ocurrió a mediados de esta semana, cuando el ministro de Defensa y el jefe del Ejército anunciaron simultáneamente su dimisión por motivos personales.
El presidente de Somalia, Mohamed Abdulahi Mohamed, alias 'Farmajo', ha declaradotres días de luto por el atentado. "Horrible", en palabras del jefe del servicio externo de ambulancias de Mogadiscio, Abdulkadir Adem. "En diez años", ha asegurado a Radio Francia Internacional, "jamás había visto tanta muerte y destrucción".
Una de las primeras reacciones internacionales ha procedido del representante especial de Naciones Unidas para Somalia, Michael Keating, que se ha declarado "horrorizado" por el ataque antes de "condenar de todo corazón esta brutalidad".
Por otro lado, la Media Luna Roja somalí ha confirmado la muerte de cuatro de sus cooperantes en la explosión del camión bomba, cifra que podría aumentar por la gran cantidad de heridos y desaparecidos tras la detonación.
De momento, y según el comunicado recogido a su vez por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), decenas de cooperantes de la Media Luna Roja se encuentran trabajando de ayer en los hospitales de la capital, atendiendo a los heridos, que se cuentan "por centenares".
El CICR ha aprovechado para recordar que este gravísimo incidente es "un recordatorio de las consecuencias de un conflicto armado, el somalí, que se cobra la vida de miles de civiles cada año", en palabras del jefe de la delegación en Somalia, Jordi Raich.
Este país del este de África vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, lo que dejó al país sin gobierno efectivo y en manos de milicias radicales islámicas, señores de la guerra que responden a los intereses de un clan determinado y bandas de delincuentes armados.