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Un ejército de voluntarios cristianos para frenar al Estado Islámico

Se denominan NPU y han recibido voluntarios de países como EEUU o Australia. Reciben instrucción de una compañía estadounidense.

Instrucción del ejército cristiano | www.restoreninevehnow.org

La decapitación de 21 coptos egipcios a manos del Estado Islámico ha puesto de nuevo en primera línea informativa la situación que viven los cristianos ante la persecución de este grupo islamista que tiene como fin llevar a cabo una limpieza étnica y religiosa en las zonas que va conquistando.

Ya sea Libia, como en este último caso, pero sobre todo en zonas como Siria o Irak, los cristianos cada vez son menos en número. Han muerto o se han visto obligado a huir dejando incluso su país para poder tener una vida segura y digna.

Mientras Occidente duda y no se atreve a tomar una decisión clara contra el Estado Islámico, la situación sigue empeorando. Los cristianos que siguen en Irak imploran ayuda de manera desesperada y los que viven en la diáspora se han decidido a actuar sabiendo que hoy por hoy no pueden esperar nada de las naciones occidentales y de tradición cristiana.

De este modo, se ha organizado una resistencia cristiana, un ejército de miles de hombres que se preparan para enfrentarse al Estado Islámico para frenar su avance y así proteger a miles de familias y recuperar la tierra en la que sus antepasados han vivido desde hace casi 2.000 años.

Se denominan Unidades para la Protección de la Defensa de Nínive (NPU) y son ya unos 4.000 miembros los que se están entrenando para hacer frente a la locura del Estado Islámico. Precisamente, esta zona de Irak ha sido la que ha albergado durante siglos el principal núcleo cristiano de toda la zona con ciudades donde eran mayoría y que ahora están todas en manos del ISIS.

Según informa The Catholic Herald y recoge el portal ReL, el ejército cristiano tiene ya a 500 preparados en ciudades como Alqosh para ejercer como defensa. En estos momentos, otros 500 miembros están siendo entrenados para el combate y otros 3.000 más están ya alistados a la espera de recibir la formación adecuada. En esta región han huido más de 100.000 personas por el avance yihadista.

El ejército está formado en gran medida por sirios cristianos aunque los voluntarios han llegado también de países cercanos así como de la diáspora donde hay una gran comunidad cristiana asiria y caldea. Han llegado voluntarios cristianos de Estados Unidos, Australia o Suecia.

Del mismo modo, los asirios cristianos de la diáspora están organizando toda la estructura de la NPU y con sus influencias están realizando una intensa campaña de captación de fondos para poder conseguir material y formar a la cada vez más numerosa milicia cristiana que pretende frenar al Estado Islámico.

El ejército cristiano está aliado con el ejército iraquí y con los peshmerga kurdos y recibe la instrucción de una compañía de seguridad estadounidense.

"Es nuestra última oportunidad: si falla, el cristianismo se habrá acabado en Irak", advierte John Michael, un inglés cristiano de origen asirio, que defiende la legitimidad de esta defensa contra el Estado Islámico.

El arzobispo de Erbil "implora" una intervención

No es el único que defiende una intervención militar para defender a la minoría cristiana. Es el caso de una de las voces más autorizadas para ello como es el arzobispo caldeo de Erbil, Bashar Warda. Este obispo cuya sede está situada en la capital del Kurdistán iraquí alberga desde hace meses a decenas de miles de refugiados cristianos que llegaron sin nada.

Ante el Parlamento de Londres, el obispo católico "imploró" a los gobiernos occidentales que enviasen tropas a la zona para derrotar a los yihadistas y permitir a los cristianos volver a su hogar. "Como católico, me resulta muy difícil hacer estas declaraciones pero espero una acción militar, ya que actualmente no hay otro camino" aseguró. Además, monseñor Warda añadió: "Por favor, centren su atención en la necesidad de una acción militar".

Doctrina de la "guerra justa"

Las declaraciones del arzobispo iraquí apoyando la posibilidad de una "acción militar" para defender a las minorías pueden sorprender a muchos al provenir del entorno religioso. Sin embargo, es algo que se contempla en el propio Catecismo de la Iglesia Católica para casos como el que está sucediendo en Irak actualmente.

Estos hechos se enmarcarían en el término de "guerra justa" en el que deben darse una serie de condiciones antes de apoyar cualquier acción armada. La Iglesia siempre defenderá una vía pacífica salvo cuando esta sea inviable.

En este sentido, el artículo 2308 del Catecismo dice que "todo ciudadano y todo gobernante están obligados a empeñarse en evitar las guerras. Sin embargo, mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa".

Por ello añade el texto de la Iglesia al respecto:

2309 Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:

— Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.

— Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.

— Que se reúnan las condiciones serias de éxito.

— Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.

Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la "guerra justa".

La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común.

Para explicar los argumentos por los que la Iglesia apoya que se defienda a las minorías que están siendo exterminadas, el artículo 2.321 explica también que "la prohibición de causar la muerte no suprime el derecho de impedir que un injusto agresor cause daño. La legítima defensa es un deber grave para quien es responsable de la vida de otro o del bien común".

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