De la dinastía de los Kim en Corea del Norte se suele decir que es "el régimen más hermético del mundo". Sus fronteras son casi infranqueables y se sabe muy poco de lo que sucede dentro. Sus comisarios políticos -incluido el español Alejandro Cao de Benós- pastorean de forma obscena a los turistas y periodistas que visitan el país bajo una estricta vigilancia. Colocan ante los ojos del extraño una enorme representación de lo que allí entienden que es el "paraíso en la tierra".
El periodista Jalis de la Serna hizo un gran reportaje para Atresmedia y su programa En Tierra Hostil esta pasada semana. Jalis visita diversos monumentos en Pyongyang en una esperpéntica representación del régimen comunista diseñada para periodistas extranjeros. Pero el reportaje de Jalis cobra verdadera trascendencia cuando abandona el país y viaja hasta Corea del Sur para entrevistarse con algunos supervivientes del yugo sádico de la dinastía comunista heredada ahora por Kim Jong Un (hijo de Kim Jong Il y nieto de Kim il Sun).
El testimonio del señor Chun es revelador: "Cuando vivía en Pyongyang se nos adoctrinaba para saber qué teníamos que decir a los extranjeros, era la educación sabatina". En cuanto a la persecución al ciudadano, el señor Chun cuenta cómo se premia la delación en este país hermético. "He visto hijos delatar a sus padres" porque "te premian con un plato de maíz". El señor Chun cuenta cómo le torturaron con la técnica "de la paloma. Te atan las manos a la espalda durante días, no puedes mantenerte en pie, te lo haces todo encima. Cuando entré pesaba 75 kilos. Once meses después, 36". Chun vio ejecuciones públicas ("alineaban a 13 personas y los ejecutaban de una vez"); ha enterrado "a unas 300 personas" con sus propias manos; e incluso ha llegado a escuchar "a los que estaban en el depósito, que algunos estaban vivos y aún respiraban".
Canibalismo
El otro testimonio que muestra Jalis es aterrador. Su testigo fue condenada a "12 años por ser nieta de un desertor". Ella también vio ejecuciones públicas ("fusilaban tres o cuatro veces al mes. Así durante los 28 años que estuve presa"). Esta superviviente cuenta cómo tenían que coger la corteza de los árboles para poder comer y cómo llegó a ver a una amiga matar a su hijo moribundo y desnutrido para poder comer. "No tenían otra cosa que comer", dijo.
Las historias de hambruna, canibalismo, torturas y campos de exterminio son comunes en los regímenes comunistas. Los supervivientes de los Gulags soviéticos han contado historias similares. En la antigua URSS el hambre llevó a algunas familias a intercambiar los hijos para no comerse al suyo propio. También hubo padres que se sacrificaron para ser comidos por sus propios hijos.
En otros reportajes sobre Corea del Norte se han recogido otros testimonios relevantes de la realidad del régimen. Precisamente, en otro de estos reportajes, una refugiada -ésta recién llegada a China- contaba cómo entre 1994 y 1996 hubo una gran hambruna que se llamó "la gran caminata" en la que murió muchísima gente. En aquel momento, "la gente comía carne humana y está volviendo a pasar. Va a ser peor que hace 10 años".
Más allá de 'En tierra hostil'
Precisamente, estas barbaries han sido relatadas por muchos de los refugiados norcoreanos que han logrado salir del infierno que han vivido en su país. Escapar del régimen de los Kim no es sencillo. Unos 100.000 norcoreanos tratan de huir a través de China, por la región de Jiangbin -conocida como la tercera corea por la cantidad de refugiados norcoreanos que viven allí-. El problema es que los acuerdos entre China y los Kim hacen que los norcoreanos descubiertos en China durante su huida sean deportados de nuevo a Corea del Norte -cuando no son encarcelados o captados por mafias que los venden para la prostitución-. El verdadero objetivo de este éxodo es Seúl, la capital de Corea del Sur, pero de los más de 300.000 refugiados que se esconden en China, algo menos de 10.000 han logrado llegar a Corea del Sur.
Represión y campos de concentración
Sun Ok Lee es el nombre de una de las exiliadas del régimen norcoreano que contó su historia para un documental de la BBC titulado "Corea del Norte. Acceso al terror". Es otro testimonio que desmiente la propaganda norcoreana que con tanta pasión defiende el español Alejandro Cao de Benós. Sun Ok Lee fue funcionaria del partido de los trabajadores. Estas son sólo algunas de las historias que contó:
"Tenían una tetera diseñada para las torturas. En ella cabían unos 10 litros de agua. El pitorro estaba diseñado para que al ponerlo en la boca obligara a mantener la garganta abierta. Tenías que beber hasta desmayarte. Entonces, me echaban agua fría y cuando me despertaba me colocaban una plancha encima y se balanceaban sobre ella. Parecía que se me iban a salir los intestinos. Me salían agua por todos los agujeros de mi cuerpo. Les rogaba que me mataran. No podía soportar el dolor." "Como las mujeres son presas políticas sus hijos heredan la culpa de sus madres y tienen que ser aniquilados. Cuando nace el bebé, un oficial lo asfixia saltando sobre su cuello delante de la madre. La madre grita y suplica por la vida de su hijo, es indescriptible. Yo he presenciado todo eso [...]
Un agente me ordenó elegir a 50 prisioneras sanas. Uno de los guardias me entregó una cesta de hojas de repollo lavadas y me dijo que no me comiera ninguna, que se las diera a esas 50 mujeres. Empecé a repartirlas y de repente empecé a oír gritos: "¡Mi estómago, la tripa, por favor, ayuda!", gritaban. Venían de las que ya habían comido. Después de haberlas repartido todas miré alrededor y contemplé una escena infernal. Nunca podré olvidar aquel horror. Todas se retorcían y vomitaban sangre. Una sangre oscura les salía por la boca y por detrás. Nunca imaginé que un ser humano pudiera vomitar y sangrar tanto en tan poco tiempo. Era espeluznante. Aquellas 50 mujeres vomitaban y gritaban de horror a la vez. Después de 20 minutos todas habían muerto."
Otro de los testimonios que desmienten la versión de la Corea del Norte paradisíaca que pinta el régimen de los Kim en boca de sus delegados propagandísticos es el de Kwon Hyok. En 1999 este norcoreano era un alto cargo de inteligencia del ejército y estaba destinado en China. Más tarde fue persuadido para huir a Seúl. Antes de su traslado a China fue jefe de seguridad del campo número 22 de Corea del Norte -una suerte de Auschwitz comunista-. En el citado reportaje de la BBC, el señor Hyok cuenta cómo trataban a los prisioneros.
"El campo de prisioneros está rodeado por una valla electrificada de 3.300 voltios que mide 2,5 metros de altura. Cualquier animal que la tocara moriría en el acto. Así que tenemos una valla electrificado. Por el interior, hay un foso de unos 8 o 10 metros de profundidad y también de ancho y en el fondo del foso hay unos pinchos para matar a los prisioneros que quisieran saltar la valla. No hay modo de que escape ningún prisionero [...] No pasa ni un solo día sin que se practiquen torturas, incluso sin motivo alguno. Si estaba de mal humor me inventaba la excusa que quisiera... como si tratáramos a cerdos o a perros. Podíamos pegarlos diariamente sin importarnos si vivían o morían [...] Durante 3 años disfruté torturando a la gente. Pero el placer fue desapareciendo con el tiempo y después de 3 años al final te sustituyen. La mayor parte de lo que haces, lo haces por placer. Todos los prisioneros eran obligados a mirar […] Si algún prisionero político violaba alguna regla del campo, no sólo su familia, sino las cinco familias vecinas eran asesinadas invocando el principio de la responsabilidad colectiva. Una vez maté a 31 personas todos los miembros de 5 familias [...]
En aquel momento yo pensaba que todos ellos se merecían esa muerte. A todos nos hacen creer que la culpa de los males de corea del norte es culpa de ellos. Que la pobreza, la división y la falta de progreso del país se debe a ellos." Estaría mintiendo si dijera que por entonces sentía alguna piedad por aquellos niños que morían de tan terrible forma. En la sociedad y régimen en que vivía lo único que sentíamos es que eran enemigos, por lo que no sentía compasión ni piedad alguna por ellos"
Experimentos químicos con humanos
El mismo señor Kwon Hyok también deja claro que el régimen de Corea del Norte realiza experimentos químicos con humanos destinado a elaborar armas biológicas y químicas para su arsenal. Los realizaban en los mismos campos de concentración. Éste es su testimonio:
"Les voy a hablar de los experimentos químicos. Los laboratorios están todos fabricados de cristal. La cámara de cristal tiene 3 subdivisiones principales. Una para los experimentos con sangre, otros para los de gas venenoso y la tercera para los gases asfixiantes. El tamaño del laboratorio es como el de una habitación. El experimento se realiza sobre tres o cuatro personas, generalmente una familia. Dentro se les hace desnudarse y se les realiza un examen médico para ver que están perfectamente sanos antes de colocarlos en la cámara. Cuando se confirma que no sufren ninguna enfermedad, son conducidos al interior. […] Los científicos se sientan alrededor y observan el experimento desde arriba a través del cristal. El tubo inyector baja desde el techo hasta la unidad y se acopla. Normalmente las familias forman un corro. Los prisioneros sin vínculos entre sí se quedan cada uno en una esquina. Yo vi como se realizaba un experimento de gas asfixiante con una familia completa. Y todos murieron en la cámara de gas, los padres, un hijo y una hija. Los padres vomitaban y estaban moribundos pero aún así hasta el último momento intentaron salvar a sus hijos, haciéndoles la respiración boca a boca. Por primera vez me impactó ver que incluso los prisioneros eran capaces de mostrar un verdadero afecto humano".
Pruebas contra los Kim
Precisamente, la documentación que manejan esos campos de concentración y su experimentación con humanos ha sido la vía para poder obtener documentación contra los Kim. Kim Sang Hun -disidente norcoreano a quien la revista Time llegó a nombrar "hombre del año"- consiguió pruebas de la actividad en los campos de concentración y del empleo de los prisioneros para experimentos con armas químicas.
El señor Sang Hun consiguió los documentos de un oficial que trabajó con el campo de prisioneros 22 y que lo guardó en sus pantalones en su huida. Esos documentos contienen los nombres de distintos prisioneros. Tanto la tipografía como el tipo de papel parecen corroborar que se trata de documentos norcoreanos, así como los sellos y estampas que lleva el documento. El más valioso es uno llamado "carta de transferencia". Este era el documento que los guardias empleaban como una suerte de 'volante médico' que entregaban en el laboratorio cuando llevaban a un prisionero en cuestión. La veracidad de este documento también fue corroborada por el excarcelero Kwon Hyok. Por ese motivo, fue el que se esgrimió en la ONU para pedir medidas contra el régimen de Pyongyang.