El área donde se ha perdido la pista de la aeronave de Swiftair es especialmente difícil para la navegación aérea y las operaciones de aterrizaje y despegue, debido al retraso tecnológico de los países de esta parte de África y a las difíciles condiciones climáticas que se dan durante algunos meses del año, motivo por el que la tasa de accidentes aéreos es bastante elevada.
Con una extensión superior a la de la Unión Europea, en la que se incluyen de oeste a este casi una veintena de países africanos, el Sahel y su área de influencia destaca por la práctica ausencia de cobertura de radares, lo que hace que los pilotos de las aeronaves no tengan ningún apoyo a la navegabilidad durante sus desplazamientos.
Las torres de control de los aeropuertos de Sahel tampoco cuentan con los sistemas tecnológicos existentes en otras zonas más desarrolladas económicamente, por lo que los pilotos tampoco cuentan prácticamente con ningún tipo de ayuda ni en las aproximaciones a zonas habitadas ni en las operaciones de aterrizaje y despegue.
A esto hay que unir que durante el verano, y algunos meses de primavera y otoño, coincidiendo con la temporada de lluvias en la zona, se producen importantes tormentas de arena y eléctricas, lo que en muchas ocasiones puede interferir en el buen funcionamiento de los sistemas eléctricos de las aeronaves y que los pilotos pierdan visibilidad.
En esa misma área vuela casi a diario el avión militar español desplegado en el Destacamento Marfíl, con sede en una base aérea francesa número 61 en Dakar (Senegal), y cuya misión es apoyar por aire a la misión internacional que trata de estabilizar Mali y detener la ofensiva de los yihadistas sobre el país, moviendo tropas de combate, material militar y logístico entre el aeropuerto de Bamako (Mali) y los principales aeródromos del área del Sahel.