'El show de Truman' de Guinea Ecuatorial
Guinea Ecuatorial es uno de los países más ricos de África, mientras un 70% de su población vive por debajo del umbral de la pobreza.
"Es como el show de Truman". Así describió Ian Birrell Guinea Ecuatorial cuando visitó el país en 2011. El periodista británico acudió a Malabo en una visita oficial, donde el objetivo era deslumbrar a los parlamentarios con los prodigios arquitectónicos y urbanísticos del país.
Playas artificiales, complejos de mansiones, helipuertos, exuberantes edificios... una experiencia muy similar a la que vivirán los jugadores de la Selección española, que transitarán por el mismo escenario deslumbrante edificado a golpe de petróleo. Pero las cifras rechazan ese remanso de paz y prosperidad que aparenta ser Guinea Ecuatorial.
El más rico y de los más pobres
Guinea ecuatorial es el tercer productor de petróleo de África, pero más del 70% de su población vive por debajo del umbral de la pobreza, según los datos de Afric Economic Outlook. Y es que, los yacimientos gas y petróleo hallados en la década de los noventa han logrado que su PIB per cápita sea uno de los más altos del continente africano, convirtiéndolo en el país más rico del África Subsahariana.
Pero esto no ha redundado en el bienestar de la población, sino al contrario. Guinea Ecuatorial se encuentra en el puesto 136 de 187 países en el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas, y la mayoría de su población vive con menos de dos dólares al día. En este país rico en recursos, el 12% de los niños muere antes de cumplir los cinco años, y sólo el 54% recibe educación primaria. Una quinta parte de su población infantil padece desnutrición crónica, y apenas una quinta parte de los ecuatoguineanos que viven en zonas urbanas tienen acceso a agua potable, según los informes del Center for Economical and Social Rights (CESR).
Pero, ¿dónde van a parar todos los ingresos del petróleo? En el segundo país más corrupto del mundo, todos esos beneficios están en manos de la élite civil y militar, la camarilla de Teodoro Obiang y su omnímodo poder. Los informes de Human Right Watch y las investigaciones del Senado de Estados Unidos sobre los escándalos de corrupción dan buena cuenta de dónde va a parar la riqueza procedente del petróleo ecuatoguineano: a financiar transacciones personales del autócrata, como la compra de mansiones en Washington a través del desaparecido Riggs Bank.
Lujo y opulencia
Obiang se ha ganado a pulso aparecer en la lista de los tiranos más excéntricos del mundo. Con una fortuna valorada en más de 700 millones de dólares, según Forbes, el ecuatoguineano disfruta de una vida de opulencia y riqueza; a pesar de que el país sigue recibiendo millonarias ayudas a la cooperación, fundamentalmente de países como España.
En los últimos tiempos, quien ha escenificado más públicamente el gusto por la riqueza y el despilfarro no es Obiang, sino su hijo, Teodorín Obiang. El sucesor y también ministro de Agricultura tiene predilección por los coches caros y las residencias de lujo. Parte de su fortuna se ubica en Francia, donde tiene una de sus residencias y donde acumula su colección automovilística: Maserati, Porsche Carrera, Aston Martin, Mercedes Maybach... Una fortuna de más de 160 millones de euros sólo en el país galo, distribuida en diversos bancos y que las autoridades mantienen en perpetua investigación, con incautaciones constantes.
En 2009, Global Witness publicó el informe "The Secret Life of a Shopalcoholic" (La vida secreta de un adicto a las compras), que detallaba a la perfección los excesos de Teodorín. La lista es mareante hasta el delirio: los guantes de Michael Jackson, la flota de vehículos, yates, las mansiones en Sudáfrica y EEUU... Varios procesos judiciales han inmovilizado parte de sus posesiones en investigaciones contra la corrupción, pero el frenesí de Teodorín con el lujo no cesa.
De colonia a sultanato
No existe debate posible sobre si Guinea Ecuatorial es una dictadura o no. El pucherazo es la técnica habitual de todos sus procesos electorales, que Obiang acostumbra a ganar por porcentajes siempre próximos al 90%. Sólo una vez, en 1995, accedió -más por la presión internacional que por el descontento interior, fuertemente reprimido- a permitir a la oposición presentarse con igualdad de oportunidades a los comicios. Cuando la lista conjunta de los partidos se alzó con la victoria, Obiang anuló los resultados.
Durante tres décadas, el régimen cleptocrático ecuatoguineano ha modificado sustancialemente el país. Ha creado instituciones presuntamente democráticas, pero que lo son sólo nominalmente, ya que todo está controlado por una política de partido único de hecho, agravada desde lo ocurrido en las municipales de 1995.
Toda voz discordante con los designios del líder continúa siendo fuertemente reprimida en el país. Amnistía Internacional lleva un escrupuloso seguimiento de las detenciones y encarcelaciones arbitrarias que se practican en la actualidad, amén de las torturas y malos tratos que sufren los opositores por parte de las fuerzas del régimen. Si nada cambia, Teodorín Obiang heredará el rico país que su padre le arrebató a su tío, consumando el sultanato de Guinea Ecuatorial.
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