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Kim Jae Won, el 'reunificador' de Corea: "No habrá guerra en Corea del Norte, es ficticio"

El encargado en España del movimiento de reunificación de Corea no da crédito a las amenazas de Kim Jong Un. "Él no mueve los hilos", cuenta a LD

El encargado en España del movimiento de reunificación de Corea no da crédito a las amenazas de Kim Jong Un. "Él no mueve los hilos", cuenta a LD. 
Kim-Jae-Won

Aunque en el madrileño barrio de Chamartín el "maestro Kim" es toda una institución, los vecinos están desconcertados por la creciente presencia de periodistas que últimamente revolotean por su gimnasio. Lo que más les extraña es que hagan pocas preguntas sobre Taekwondo, arte marcial de la que el maestro es 9º DAN, el único en España que posee el máximo grado. Para ellos, Kim Jae Won es ese amable norcoreano que llegó al barrio hace más de 40 años, después de haber sido profesor personal del rey don Juan Carlos. Han visto decenas de veces la fotografía del joven Kim junto al entonces príncipe y conocen de memoria los recortes del corcho donde cuelgan sus apariciones en el ¡Hola! o en publicaciones sobre artes marciales. Pero lo que pocos saben es que, además, Kim es el representante en España, como delegado para Europa y África, del movimiento para la reunificación de Corea del Norte y Corea del Sur. Y a ese objetivo, o al menos a intentarlo, dedica parte de su vida. 

"¡Saludo! ¿qué pasa?", dice mientras hace la clásica reverencia oriental a uno de los niños que llega corriendo al entrenamiento, con el dobok de Taekwondo y masticando la merienda. Sin quitarles ojo, comienza a relatar su historia: "Me escapé de Pyongyang en 1950, durante la guerra de Corea. Yo tenía 10 años, y ya sabía que si hablabas mal del régimen, al día siguiente desaparecías", recuerda.

"Al principio pensamos en llegar hasta Seúl andando, pero tuvimos suerte y conseguimos coger el último tren". Subidos en el techo del vagón, Kim y su familia tardaron cinco días en recorrer los 300 kilómetros que les separaban de la libertad. "Veíamos como la gente se iba cayendo de allí arriba. Era un riesgo a vida o muerte". El precio de sobrevivir fue alto. "Tuvimos que dejar a mi abuela y a mi hermana allí. Tenía 12 años, y desde que nació, tenía polio. Se quedó porque no habría podido superar el viaje". Desde entonces, no ha vuelto a tener noticia sobre ellas.

Si dos años después de llegar a Seúl Kim no hubiera empezado a tomar clases de Taekwondo, su vida habría sido como la de cualquiera de los 20.000 norcoreanos que han desertado del infierno comunista, refugiándose en el sur. Pero su habilidad en este arte marcial le acabó situando como entrenador de los guardaespaldas del presidente suroreano Park Chung hee, con un estatus especial. "Fui privilegiado para salir de Corea, en aquella época tampoco se permitía en el Sur. Salí para conocer mundo y ampliar mi estudio", apunta.

Primero fue Argentina, donde también instruyó a los hombres de seguridad del presidente. "En ese momento el general Enrique Serra Algarra me llamó, y me invitó a dar clases a los Guardias Civiles en Barcelona". Aunque le habría gustado ir a París, aceptó y empezó a hacerse un nombre en nuestro país. Pasó por la Federación española de Judo, y por el gimansio Samurai. En 1970, allí acudió en moto el entonces Príncipe para mejorar su defensa personal, por recomendación de su cuñado Constantino de Grecia. "Le dijo que le había llamado un jefe de la aviación americana de la base de Grecia, y le dijo al Rey que el Taekwondo era magnífico para mantener la salud". Le enseñó durante un año. "Sí, más o menos", contesta azorado cuando se le pregunta si el monarca era diestro en la lucha. Convertido en el mayor impulsor del arte marcial en España, Kim Jae Won se olvidó de Francia y decidió quedarse para siempre en nuestro país.

Compromiso con la reunificación

El maestro Kim ya había montado su propio gimnasio cuando, en 1981, el gobierno de Corea del Sur impulsó el Movimiento para la Reunificación de las dos Coreas. Compuesto por más de 20.000 miembros, tejió una sólida red de delegados por todo el globo, centrados en difundir la necesidad de reunificación de la Península. "Viajé como delegado del sur de Europa y África, y fui a Alemania y a muchos sitios", recuerda, durante seis años "di cursos y charlas explicando el drama de 10 millones de personas separadas, de familias, y la necesidad de que caiga el régimen comunista", relata.

El Kim septuagenario continúa defendiendo la sunshine policy, igual que lo hacía en los ochenta. "Tenemos que seguir dando ayuda al norte, donde la población atraviesa siempre hambrunas, y provocar que sean ellos los que reblandezcan el poder de la dictadura y logren que caiga, paso a paso". Jae Won rechaza los postulados "de los conservadores surcoreanos" que apuestan por "acabar con las ayudas a la alimentación para hacer daño al régimen. No. Hay que reblandecerlo, y dejar que sea el propio pueblo el que se levante", argumenta. Si alguna vez ha pasado por su mente que la idea de una Corea Unida es una quimera, no lo parece: "Yo soy optimista, pero esto tarda". Tras una pausa, se apoya en una sonrisa y remata: "Aunque más vale tarde que nunca".

"No va a haber guerra"

Pero Kim sabe por qué estamos allí, y cuando la palabra "guerra" aparece en la conversación, se recuesta y dice convencido: "Corea del Norte no está a punto de iniciar una guerra, no lo creo". Sus argumentos son un bálsamo contra el alarmismo: "Sólo es una amenaza para apretar a EEUU para que manden más ayuda, y reafirmar el poder del nuevo líder, que aún es débil. Es todo ficticio", recalca.

El maestro vuelve a sorprender a la entrevistadora cuando exhibe un atisbo de conmiseración con el estrambótico líder Kim Jong Un: "Es muy jovencito, no tiene ni experiencia ni sabe cómo va el mundo", comienza, "pero al menos, ha estudiado en Suiza y conoce este mundo de Occidente y creo que eso le hará abrirse poco a poco" aventura. En su opinión, quienes de verdad "manejan los hilos son sus tíos, Kim Kyong Hui y Jang Song Thaek, ellos le controlan para mantener su poder político". Reconoce que "el juego que están llevando es muy peligroso, pero sin pasarse", advierte, en referencia a las armas nucleares. "¡Si hasta China les está diciendo que se están pasando de la raya!".

Aunque comprende la gravedad de las amenazas norcoreanas, a Kim Jae Won tampoco le agradan ciertas actitudes de Corea del Sur. "Han comprado mucho armamento y con ese dinero podríamos haber ayudado más a la reunificación, creando más industria para levantar la nación de unificados", señala. No obstante, comprende a la Dama de Hierro surcoreana: "Ha tenido muy mala experiencia en el pasado cuando asesinaron a su padre, y ahora tiene que luchar con las fuerzas conservadoras y progresistas, que piden cosas distintas", señala. "Pero con los dos millones de norcoreanos que han muerto de hambre, lo que hay que hacer es ayudar".

Con 73 años, Kim Jae Won sigue prefiriendo hablar del futuro que del pasado. "Recuerdo lo que viví en Pyonyang, donde metían en el coco de los niños el comunismo desde muy pequeños", señala. "A su lado, en Cuba hay libertad, ¡casi libertinaje!", bromea.

En su currículum, que muestra escrito en letras mayúsculas, se confirma que ha sido muchas cosas, pero nunca un derrotista. Cuando estaba en aquél vagón de tren, creyó que sobreviviría y que saldría adelante. Ahora, sereno y confiado, cree que verá la Corea Unida y algún día volverá a pisar las calles de Pyongyang. Mientras sucede, se entrega a sus dos luchas: la que libra como miembro del Movimiento por la Reunificación y la que imparte cada mañana en su gimnasio, donde continúa dando clases. "¿Podemos hacernos una foto con el maestro?" preguntan dos de sus alumnos. Kim les sostiene por los hombros, y sonríe satisfecho. 

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