Seúl contempla que puedan producirse provocaciones adicionales por parte de Corea del Norte, como ensayos con misiles, antes o después del próximo miércoles, fecha límite en la que Pyongyang recomendó la evacuación a las embajadas extranjeras.
"Nos estamos preparando para ello, pero dejando todas las posibilidades abiertas", anunció hoy Kim Haing, portavoz presidencial surcoreana tras la reunión de la Oficina de Seguridad Nacional, en declaraciones recogidas por la agencia Yonhap.
Además, Corea del Sur anunció que por el momento no han detectado en Corea del Norte "señales de una guerra a gran escala", aunque en el caso de producirse ataques en la península, "deberán prepararse para represalias", advirtió Kim.
Según la portavoz, la reciente ola de amenazas de Corea del Norte tienen como objetivo presionar a la nueva presidenta, Park Geun-hye, que asumió el poder el pasado febrero, para que modifique la política inflexible que mantiene con el Estado comunista, así como para aumentar la preocupación de los ciudadanos surcoreanos.
Con sus amenazas, Pyongyang también quiere cambiar la actual situación e impulsar el punto muerto en el que se encuentra el diálogo para su desnuclearización a través de acciones, instando a Washington a que mande un enviado especial, a China y Rusia a que hagan de mediadores y a Corea del Sur a ofrecer diálogo, añadió.
No obstante, Kim adelantó que Corea del Sur se mostrará prudente frente a las amenazas y no se dejará engañar por el Norte.
La mayor parte de los expertos surcoreanos coinciden en que la reciente campaña de continuas amenazas nucleares de Pyongyang responde más a una estrategia política que a la supuesta voluntad de iniciar una guerra. De este modo, la fuerte tensión creada por Kim Jong-un le serviría al joven líder para consolidar la unidad interna y reafirmar su posición de fuerza en el exterior.