Tras una tensa semana en la que los aliados han tenido oportunidad de decirse todo lo que piensan unos de otros, una sana terapia que supuestamente ayuda a liberar estrés, el Consejo Atlántico ha logrado llegar a algo que parece un acuerdo, por lo menos en la visión que el gran Groucho Marx tenía de un acuerdo.
En Libia se están desarrollando tres acciones militares independientes:
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Hay un bloqueo naval que trata de llevar a efecto el bloqueo aprobado por el Consejo de Seguridad ¿Se está aplicando por igual a los dos bandos? No lo sé pero me temo que no. En cualquier caso los miembros de la Alianza Atlántica no tuvieron problema para asumir la misión como propia.
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Hay una zona de exclusión aérea desarrollada en el marco de lo dispuesto por el Consejo de Seguridad pero que no cuenta con el apoyo diplomático de todos los aliados. Alemania, por poner un significado ejemplo, se opone por considerarlo un acto de guerra, que lo es, y estar en contra de involucrarse en una guerra civil donde no se sabe quién es peor ni las consecuencias regionales que puede tener. Aún así Alemania estaba dispuesta a dejar hacer si la mayoría de los aliados lo deseaban. Quien no lo estaba era Francia, por el fundado temor a que desde el Consejo Atlántico trataran de controlar el conjunto de acciones aéreas, las propias de una zona de exclusión aérea y las que no lo son.
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Hay una campaña aérea en beneficio de los rebeldes, lo que implica una participación directa en una guerra civil que sólo puede finalizar positivamente si se logra un cambio de régimen. En esta operación han participado, por lo menos, franceses, británicos y norteamericanos. En contra han estado otros muchos, entre los que destacan Alemania y Turquía.
Por razones que no vienen al caso, Estados Unidos deseaba quitarse de encima la responsabilidad de dirigir la operación y endosarla a la OTAN, que para algo está. La bronca ha sido de antología y al final se ha llegado a un acuerdo que hace historia:
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La dirección política de la alianza, ahora rebautizada como grupo de Contacto para Libia, se sitúa fuera de la OTAN con el argumento de que participan estados ajenos a la Organización. La realidad es que ante la oposición interna es mejor sacarlo del Cuartel General en Bruselas.
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La OTAN se hará cargo de las misiones naval y de exclusión aérea, mientras que las acciones de combate contra los rebeldes correrán a cargo de sus protagonistas.
Conclusiones:
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La OTAN acepta comportarse como una agencia de servicios militares al servicio de un Directorio externo y en contra de la posición de muchos de sus miembros.
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La OTAN acepta engañarse a sí misma y al mundo, al comprometerse a establecer una zona de exclusión aérea a sabiendas de que algunos de sus miembros, Francia y el Reino Unido desde luego, lo van a violar en beneficio de una de las partes en la guerra civil.