En democracia no es fácil emular a Don Tancredo y hacer como que no va con uno la que está cayendo. Si la tromba además tiene que ver con la política internacional es sencillamente imposible que norteamericanos y europeos no fijen posición, aunque ni la tengan ni estén dispuestos a tenerla.
Unos y otros han quedado desbordados y reaccionan como pueden: tarde y haciendo discursos. Tras el pasmo llegó la corrección política: defensa de la libertad, compromiso con la promoción de la democracia, condena de la corrupción... todo lo que, de hecho, ni se hizo ni se está haciendo; todo lo que Bush propuso hacer y la mayoría rechazó por las razones que apuntaba en el anterior post. Para un político al uso lo último que se puede consentir es que le quiten el discurso y para retenerlo lo de menos es entrar en contradicción con sus propias palabras y hechos. La coherencia es una antigualla que corresponde a un tiempo superado, ahora lo que cuenta es el momento, la imagen, el flash que ilumina la escena y penetra en el inconsciente colectivo.
Lo que está viviendo la London School of Economics, histórico centro académico londinense que tiene su origen en el movimiento fabiano, es todo un ejemplo de lo que Occidente ha venido haciendo en la región. LSE aceptó un más que generoso donativo de una fundación libia vinculada a la familia Gadafi al tiempo que su rector, ex vice-gobernador del Banco de Inglaterra, asesoraba al gobierno libio en temas financieros. Casualmente LSE no sólo aceptaba como alumno de post-grado a uno de los hijos de Gadafi, sino que además le concedía el reconocido título de doctor con una tesis que todo el mundo sabía habían escrito otros y contenía algún que otro texto plagiado. Como por las Islas la moral pública todavía cuenta el rector ha presentado su renuncia.
La historia no se diferencia mucho de lo que hemos vivido estos días en España. La ministra Jiménez aseguraba nuestro compromiso con la promoción de la libertad en el Mundo Árabe, mientras el presidente Zapatero se vanagloriaba de haber conseguido levantar un montón de dinero a los gobiernos de Qatar y de Emiratos, con el que tratar de seguir mangoneando en las Cajas sin que todo el tinglado se le venga abajo. ¡Cómo se puede tener tanta desfachatez! Ahora resulta que promocionar la libertad en el Mundo Árabe es invitar a sus gobiernos a comprar empresas españolas.
No saben qué hacer con Libia y cada día tienen más complicado salvar la cara. Han aprobado sanciones económicas y armamentísticas, cuando a estas alturas su impacto es nulo. Sueñan con que Gadafi se rinda de una vez por todas para que los informativos se centren en otro tema y deje de resultar tan evidente el papelón que están haciendo. Mientras tanto no tienen inconveniente en afirmar que la revuelta es consecuencia de la nueva política de Obama o del efecto de la Alianza de las Civilizaciones, cuando su principal característica era la renuncia a promover la democracia en la región, el rechazo a las propuestas de Bush de trasformar la región para poder dar una oportunidad a la democracia.
Otro de los argumentos que con naturalidad repiten los medios afines y algún que otro despistado es el de la sorpresa: nadie lo esperaba. Más correcto sería afirmar que algunos no lo deseaban, que es cosa bien distinta.
Cuando el presidente Bush encargó a Elliott Abrams una estrategia para trasformar las estructuras sociales y económicas del Mundo Árabe, que garantizara su desarrollo y evitara que la sensación de frustración colectiva facilitara el ascenso del islamismo ¿no estaría haciendo referencia a que los regímenes vigentes estaban en ruina?
Cuando el 20 de junio de 2005 Condolezza Rice dijo en la American University de El Cairo:
We should all look to a future when every government respects the will of its citizens –because the ideal of democracy is universal. For 60 years, my country, the United States, pursued stability at the expense of democracy in this region here in the Middle East –and we achieved neither. Now, we are taking a different course. We are supporting the democratic aspirations of all people.
¿No estaría también haciendo referencia a lo mismo?
Sabíamos que los gobiernos del Norte de África no eran capaces de dar satisfacción a las demandas sociales, de hacer que sus economías funcionaran. Éramos conscientes de que se estaba incubando algo serio. Unos optamos por la acción, otros prefirieron mirar en otra dirección. Ahora a su cobardía añaden la mentira para tratar de ocultar los rastros de su poco ejemplar comportamiento.