Finalmente el Consejo de Seguridad ha aprobado una resolución sobre la guerra civil libia, gracias a la abstención de Rusia y China. En anteriores posts hacíamos referencia a que tradicionalmente ambos países se niegan a apoyar el uso de la fuerza en conflictos internos, por miedo a generar precedentes que puedan volverse en contra de sus intereses, no siempre ejemplares. En este caso han optado por dejar hacer. A la espera de mejor información cabe suponer que su abstención tiene mucho que ver con la posición de la Liga Árabe. El que todos los estados miembros de esta organización apoyen el establecimiento de un área de exclusión aérea en beneficio de los rebeldes cuenta, porque son estados muy importantes para ambas grandes potencias, tanto en términos diplomáticos como comerciales.
Para los estados árabes librarse de Gadafi no es mala noticia. Fue siempre por libre, buscó más poder del que le correspondía, se enfrentó al bloque wahabí formado por los ricos estados del Golfo y desveló la red de proliferación nuclear organizada desde Pakistán. Para ellos la revuelta tribal es una excusa perfecta. Lo curioso es la combinación de desfachatez y cinismo que se esconde tras su petición. Si Libia es un estado árabe y el conflicto, tanto en su plano nacional como regional, es árabe ¿Por qué no son ellos los que aplican la zona de exclusión aérea? Si Libia tiene extensas fronteras con Túnez, Argelia y Egipto, ¿Por qué el resto de estados árabes no desplaza a estos países aviones y soldados y desde allí aplican la política que consideren pertinente? Se pasan la vida criticándonos por inmiscuirnos en sus problemas y cuando surge una crisis lo primero que hacen es pedir que nosotros les saquemos las castañas del fuego. Sean coherentes, ustedes tienen medios, asuman su responsabilidad y actúen.
Obama se ha visto una vez más desbordado por una realidad que se resiste a plegarse a su ensueño progre. El mundo es como es y no cómo él nos contaba en sus vibrantes discursos electorales. Atrapado en Iraq y Afganistán, en un momento de serios recortes presupuestarios y con las tropas agotadas, sólo le faltaba abrir un nuevo frente. En breve comenzará la campaña electoral y él aspira a poder presentarse como el pacificador de Afganistán. No lo tiene fácil, más bien parece que se convertirá en el perdedor de esa guerra que se prolonga desde hace demasiado tiempo. En cualquier caso, ni sus compañeros de partido ni sus estrategas electorales ni él mismo desean involucrarse en Libia. Pero ser gran potencia no sólo tiene ventajas. En un mundo globalizado todo afecta a todos y mucho más a quien tiene intereses en todo el mundo. Si Gadafi gana Estados Unidos sufrirá una merma en su autoridad y eso cuenta. Obama avanza sin saber adónde va ni cómo resolver la crisis. Su falta de liderazgo empieza a ser un serio problema para la gran nación americana.
Francia sufrió críticas desde todas partes, tan duras como injustas. No es la única que lleva siglos negociando con déspotas, ni la diplomacia francesa es la única con intereses en el Mundo Árabe. Gadafi ha proporcionado a Sarkozy la oportunidad para intervenir en contra de un dictador sin por ello quedar mal con sus amigos árabes. Los rebeldes no son más demócratas que los fieles a Gadafi, de ahí que la Liga Árabe los apoye. La Liga está compuesta por estados gobernados por dictaduras corruptas que temen los efectos de la democracia sobre sus haciendas y bienestar. Si apoyan a los rebeldes es porque saben que están en contra de Gadafi sin plantear retos ideológicos. De ahí que resulte tan barato a la diplomacia francesa liderar la causa contra el dictador: salva su imagen democrática al tiempo que hacer un favor a sus amigos dictadores. La ironía es que algunos de los que más critican a Gadafi son los que salieron más perjudicados de su chivatazo sobre el programa nuclear. Nosotros, los beneficiarios de aquel acto, ahora condenamos al informante como premio a los proliferadores. Ver para creer.
Alemania ha protagonizado un serio enfrentamiento diplomático con Francia. La posición de Merkel es que los europeos no debemos movilizarnos y entrometernos en una cuestión interna cuando las partes son igual de repugnantes. La canciller alemana recordó al presidente francés ante destacados testigos que el líder de la revuelta no sólo ha sido durante cinco años ministro de Justicia, es además el responsable directo de lo ocurrido con las famosas enfermeras búlgaras encarceladas sin motivo y sometidas a graves humillaciones. No sólo Gadafi debería responder ante un Tribunal de Justicia, también sus colaboradores, lo que se han manifestado fieles y los que han pasado a encabezar la rebelión. Más aún, el problema no se reduce a intervenir o no, hay que establecer los objetivos de la misión y eso no es tan fácil. Merkel teme que una acción apresurada degenere en una guerra regional y tiene razones para ello. Aunque no es menos cierto que la canciller está en campaña electoral y que su país destaca por un pacifismo originado por su historia reciente.
Rodríguez Zapatero parte con la ventaja de su crónica falta de pudor a la hora de administrar su incoherencia política. La Alianza de las Civilizaciones suponía la renuncia a defender la democracia en la región. A la vista de los acontecimientos se ha sumado al discurso mayoritario sin preocuparle si eso casa o no con lo que antes decía o si hay demócratas en Libia ¡Qué más da! Estamos en campaña electoral y las cosas no pintan bien, si se habla de Libia o de Japón se arrincona el paro, la crisis económica, la insignificancia internacional, la lucha por el poder en el PSOE y cualquier otro tema que resulte incómodo. Ahora los medios nos dan una imagen del Presidente como hombre responsable en política exterior, capaz de asumir graves responsabilidades en la promoción de la democracia. Se borra así su pasado "buenista" y, además, con la colaboración de un PP que, como es su costumbre, ni sabe ni entiende. Su estatura política crece frente a la insustancialidad de los populares cuando más necesidad tiene de ello.
El Consejo de Seguridad ha dado un paso importante, ahora la pelota está en el campo de EE.UU. y sus socios ¿Quién es el actor? ¿La OTAN? ¿Una alianza ad hoc? Todavía no lo sabemos. Lo único seguro es que el bloque atlántico está roto ¿Cuál es la misión? Una cosa es impedir una crisis humanitaria y otra muy distinta tomar parte en una guerra civil en favor de una de las partes ¿Cabe desplegar una misión internacional y permitir que Gadafi continúe? Pueden aplicar una zona de exclusión aérea, pero ¿sería de alguna utilidad? Gadafi puede avanzar sin necesidad de utilizar su aviación. El líder libio ha planteado un alto el fuego. Una medida inteligente porque consagraría su control sobre la mayor parte del territorio y restaría a EE.UU. argumentos para hacer uso de la fuerza. Si no hay tiros no hay crisis humanitaria. ¿Qué harían entonces?
Son muchos los interrogantes abiertos pero unas cuantas certezas resultan ya evidentes: un conjunto de potencias huyen hacia adelante sin saber qué hacer en el medio plazo, los argumentos esgrimidos para actuar son falsos, el bloque occidental está roto y Gadafi tiene todavía un amplio margen de maniobra. Los próximos días serán fundamentales para definir quién y cómo va a desarrollar la resolución del Consejo de Seguridad.