Algunos de los comentarios al anterior post expresan serias dudas sobre la posibilidad de que la democracia pueda arraigar en Oriente Medio. Del mismo modo hay quien rechaza los ejemplos de Japón, Turquía o India, como casos modélicos de sistemas democráticos que funcionan a pesar de que las culturas autóctonas eran ajenas a una tradición liberal parlamentaria. Comprendo las objeciones y creo que el tema tiene enjundia más que suficiente para que intentemos tratarlo más a fondo.
No creo que haya ningún impedimento objetivo que haga imposible que cualquier cultura humana pueda vivir en democracia. Allí donde hay un homo sapiens hay un ansia de libertad porque éste es un valor universal, no expresión de una sociedad determinada. Pero tampoco creo que la democracia pueda imponerse fácilmente sobre una nación. Desde luego hay precedentes, ni los alemanes ni los japoneses habían demostrado un gran interés por vivir bajo un sistema político de estas características pero cuando se les obligó se demostró que funcionaba. Se puede afirmar que eran sociedades tan autoritarias que estaban dispuestas a hacer casi cualquier cosa que se les ordenara..., pero me parece que es forzar mucho el argumento. Sólo en circunstancias excepcionales, por ejemplo una guerra devastadora, puede imponerse una democracia y no siempre arraigará, porque las características culturales cuentan y mucho. En cualquier caso no se trata de imponer nada a los árabes, entre otras cosas porque no estamos en condiciones de hacerlo, sino de coordinar las políticas de los estados occidentales y de sus aliados en el área Pacífico-Índico para forzar determinadas trasformaciones que faciliten el fortalecimiento de las posiciones políticas moderadas y la paulatina transición hacia regímenes más representativos y eficaces.
Me parece impúdico el espectáculo de determinados medios de comunicación que apoyaron la Alianza de las Civilizaciones, con lo que ello implicaba de renuncia a defender la promoción de la democracia, y que ahora festejan el triunfo de la "revolución democrática". Si tan buena es ¿por qué no la apoyaron cuando tocaba? ¿Cómo saben que es democrática? No pongo en duda que los jóvenes internautas que la promovieron desean que Egipto avance en esa dirección, pero ¿qué tanto por ciento de los jóvenes egipcios tiene un ordenador y una conexión a internet? Desde luego, muchos de los manifestantes en El Cairo y Alejandría no respondían a ese perfil. El odiar a un dictador no te hace demócrata, de la misma manera que no se me ocurriría afirmar que los seguidores de Hizboláh en Líbano o de Hamás en Gaza que se han lanzado a la calle para festejar la caída de Mubarak sean exponentes de una supuesta deriva democrática de estas liberticidas y fundamentalistas formaciones políticas.
La sociedad egipcia puede llegar a ser democrática, pero no estoy seguro de que la presente revolución sea la vía más segura. La democracia es mucho más que unos formalismos para resolver de forma legítima una decisión. Por encima de todo la democracia es la expresión de unos valores que nos permiten convivir respetando la dignidad y la libertad de cada individuo. Esos valores no se adquieren fácilmente, requieren de un proceso lento en el que el arraigo de las instituciones, la eficacia de los servicios sociales, las expectativas de futuro, la educación media... tienen un papel crucial.
Tampoco hay que desdeñar el papel que juega la falta de libertad. Creo no equivocarme si afirmo que en Irán hay ahora más demócratas que en los días del Shah. Ya sé que Irán no es un país árabe y que su nivel medio de educación es alto, pero la realidad es que los islamistas en el poder han logrado irritar a tanta gente que hoy el bloque democrático es una realidad tangible y numerosa. Cuando las fuerzas de la OTAN entraron en Afganistán se encontraron con una sociedad que estaba harta de los fanáticos y dispuesta a ensayar formas de gobierno más representativo.
Muchos comentarios, en este blog y fuera de él, subrayan la idea de que el Islam es incompatible con la democracia. Estoy de acuerdo en que el Corán lo es, cosa distinta es cómo interpreten los propios musulmanes lo que el Islam deba ser en el siglo XXI. Ese es un problema de orden socio-cultural en el que nosotros tenemos muy poco que decir. Les corresponde a ellos orientar sus propias vidas, como nos correspondió a nosotros definir Occidente. La cuestión liberal, antesala de la democrática, se planteó a partir del siglo XVIII y sólo después del Concilio Vaticano II la Iglesia Católica la asumió plena y sinceramente. Le costó mucho tiempo y en el camino amargó la vida de miles de sinceros católicos liberales. No dudo que en el Islam costará mucho trabajo y sacrificios, pero no veo razón para que no lo consigan. Los casos de Turquía, Malasia o Indonesia son experiencias interesantes y estimulantes.
Se me critica por citar a Turquía, India o Japón como modelos. Bien, ya sé que son regímenes manifiestamente mejorables, unos más que otros, pero lo importante es el camino recorrido. Si, como afirmaba antes, la democracia es una forma de vivir en comunidad que se caracteriza por la legitimidad del proceso de toma de decisiones y por el respeto a la dignidad y libertad de los individuos, habrá que reconocer que eso no se improvisa, que de lograrlo será el resultado de años de experimentación, con pasos adelante y pasos atrás. Yo no espero que dentro de cinco años las instituciones iraquíes se puedan comparar con las británicas, pero me sentiré muy satisfecho si funcionan y son representativas. Sólo entonces se podrán asumir nuevos retos. Decía San Ignacio que cada día tiene su afán y de eso se trata, de que las sociedades elijan la dirección apropiada y que, a pesar de los inevitables tropiezos, vayan consolidando un estado de derecho, unos mecanismos de representación y unos valores. La democracia india tiene mucho más valor que la española, porque sobrevive en circunstancias socio-económicas muy adversas y eso está proporcionando a ese extraordinario país una estabilidad formidable, base de su proceso de acelerada aunque desigual modernización. No pidamos más de lo que es posible y dejemos al tiempo hacer su trabajo.