Hace dos semanas que Osama ben Laden fue ejecutado por un comando norteamericano y una desde que publiqué un post sobre la importancia de la documentación recogida para conocer el funcionamiento interno de al Qaeda y su implicación en los atentados del 11-M. Desde entonces he podido constatar algunos hechos que creo relevantes.
Todo apunta a que Osama tenía un control sobre la organización terrorista mayor que el considerado por los servicios de inteligencia y analistas. Es normal que todos estuviésemos equivocados porque nadie suponía que la inteligencia militar paquistaní tuviera el descaro de tenerle acogido en una urbanización residencial contigua a la Academia Militar. Sabíamos de su estrecha colaboración con algunos dirigentes talibán, pero lo de Osama era de nota, suponía jugar con fuego y, que yo recuerde, nadie se había atrevido a afirmar públicamente que le tenían cómodamente instalado en una zona tranquila próxima a la capital. Osama se mantenía comunicado con sus lugartenientes mediante soportes informáticos, que le permitían recibir información precisa y enviar instrucciones. Las noticias más recientes apuntan incluso a que recibía visitas tanto del entorno próximo de al Qaeda como del ámbito islamista internacional. Es evidente que estos encuentros eran contados y que respondían a razones de causa mayor.
Los analistas de la CIA han tenido tiempo para ver toda la documentación hallada. Es evidente que le darán muchas vueltas escudriñando pistas... pero los hechos más relevantes ya han sido desvelados. Desde hace días la prensa británica viene informando de las referencias a Gran Bretaña encontradas, que de forma esquemática podríamos resumir afirmando que Osama no jugó un papel determinante en los atentados, fallidos o exitosos, más importantes. Agentes de la inteligencia británica se han trasladado a Virginia para estudiar con sus colegas norteamericanos la información que les afecta y cabe imaginar que encontrarán datos importantes para comprender mejor el funcionamiento y organización de al Qaeda en Gran Bretaña.
Si los analistas de la CIA han podido dar una primera lectura a toda esa documentación, si desde hace días la prensa británica está al corriente de lo más importante... ¿qué pasa con nosotros? A bote pronto cabe considerar dos posibilidades. La primera es que la CIA no tiene especial prisa en informarnos. Es conocido que tras la retirada de las tropas españolas de Iraq las relaciones sufrieron un cambio de intensidad. Ahora están desbordados y actúan siguiendo un orden lógico, donde los amigos van primero. La segunda es que sí hemos sido informados pero que, por alguna razón fácil de imaginar, Pérez Rubalcaba no está interesado en compartir con el resto de los españoles dichos hallazgos.
Nunca he tenido especial dificultad para entender el comportamiento de Rodríguez Zapatero o el de Pérez Rubalcaba. Son tan inmorales como previsibles. Lo que no deja de asombrarme es la atonía de los medios de comunicación, de la oposición y de la propia ciudadanía ante hechos de tanta gravedad.