La marcha contra la dictadura cubana sigue adelante. A pesar de la prohibición del régimen de Díaz-Canel, el Grupo Archipiélago ha decidido mantener la convocatoria del próximo 15 de noviembre. Libertad Digital ha conseguido hablar con uno de los miembros de este movimiento ciudadano. Tienen claro que dentro de un mes saldrán a las calles vestidos de blanco y de forma pacífica para reclamar su propia libertad a pesar de las más que posibles represalias, porque, seamos claros, llevar un pancarta en Cuba ahora mismo es un acto de valentía.
Mag Jorge Castro tiene 27 años. Escapó de Cuba hace un año y medio. Su familia y sus amigos siguen en la isla y, aunque le gustaría volver, sabe que eso supondría un riesgo para su seguridad. Actualmente colabora en la gestión de las redes sociales de Archipiélago. Se trata de una iniciativa ciudadana transversal, inédita en 60 años de historia cubana, que agrupa a numerosas organizaciones y partidos con una idea en común: la lucha por el respeto a las libertades individuales. La dictadura cubana les acusa de subversión y de afinidad con los intereses de Estados Unidos.
"El día de ayer fue convulso. El régimen ha desautorizado la marcha por considerarla ilegítima y una provocación. ¿En qué país democrático marchar puede ser una provocación al poder? Evidentemente en una dictadura de corte estalinista como la que sufrimos los cubanos desde hace 60 años", explica Castro. "No podemos normalizar las violaciones de los derechos humanos únicamente porque el régimen lo ha convertido en algo cotidiano. Y el día 15, los cubanos saldrán a la calle porque no hay ni un motivo para prohibir esa marcha desde el punto de vista del derecho internacional y del respeto a los derechos humanos".
La manifestación recorrerá las calles de La Habana y se replicará por otras muchas ciudades de Cuba. "Estamos llamando para que los jóvenes salgan de forma pacífica vistiendo prendas blancas en señal de concordia, paz y civismo", explica Castro. El régimen cubano ha insistido en que la iniciativa "será considerada una marcha contra el socialismo", pero desde Archipiélago consideran que es el momento de "probar el poder de convocatoria de la sociedad civil y la respuesta de un régimen que aunque está acabado, sigue controlando la vida nacional y es más violento que nunca. Por supuesto que hay miedo entre los jóvenes, porque se juegan mucho en esta marcha", reconoce Castro.
El despertar de la sociedad cubana
El 15 de noviembre es un "punto de inflexión" para la sociedad civil cubana, que ha estado tantos años "secuestrada en organizaciones inservibles y sumisas al poder del partido comunista, que no representan a la sociedad civil verdadera", ha explicado Castro. "El proceso de despertar de la conciencia ciudadana lleva ya varios años activo, pero en los últimos meses se ha intensificado con la llegada de Internet y las comunicaciones".
Para llegar a este 15 de noviembre, tuvieron que pasar antes muchas cosas. El 16 de noviembre de 2020, catorce amigos cubanos se acuartelaron en la sede del Movimiento San Isidro para comenzar una huelga de hambre de denuncia contra las detenciones arbitrarias y el maltrato policial. El día 26, la policía les sacó violentamente de la sede, pero un día más tarde "más de 300 jóvenes, en un hecho sin precedentes, se apostaron frente a la sede del Ministerio de Cultura para exigir explicaciones a las autoridades del país. Desde ahí para acá, el despertar de la conciencia ciudadana no hizo más que aumentar", explica Castro.
Y así llegó el 11 de julio con las protestas masivas a lo largo y ancho del país en más de 50 ciudades. "El régimen respondió con una violencia inusitada. Y los jóvenes dejaron de mirar hacia otro lado. Esas personas que estaban alejadas de la realidad cubana y adormecidos por la propaganda oficial vieron con sus propios ojos el abuso de poder en su máxima expresión. Estamos hablando de violencia contra los manifestantes, de un corte de los servicios de Internet que casi dura tres días y el llamamiento público al enfrentamiento entre los propios cubanos. Esas imágenes quedaron grabadas en la mente de los jóvenes en un 11 de julio que marcó el despertar de la conciencia ciudadana de mucha gente que se sintió libre por primera vez en su vida gritando en las calles de Cuba".
Más de 1.300 presos políticos
El precio de poder gritar libremente en las calles de Cuba fue alto. El régimen de Díaz-Canel detuvo a 1.306 personas según cifras del Observatorio Cubano de Derechos Humanos. "Fue una total violación de los derechos fundamentales de los cubanos. Fueron juicios sumarios con jóvenes que estuvieron desaparecidos durante varios días sin que sus padres tuviesen ningún tipo de información. Tratados como delincuentes, algunos sufrieron abusos en las cárceles", explica Castro, que recuerda el caso de Armando Sardiñas Figueredo, condenado a 10 meses de trabajos forzosos por participar en las protestas.
Otro de los arrestados el 11 de julio fue el propio fundador del Grupo Archipiélago, Yunior García Aguilera. Ahora ha denunciado que el régimen cubano le ha cortado los servicios de Internet y telefonía fija en su casa en un intento de silenciar sus reivindicaciones.
A pesar de todo, este 15 de noviembre los cubanos van a salir nuevamente a las calles. Sus demandas "son las más justas posibles", asegura Castro: "¿Cómo no vamos a estar en contra de la violencia judicial? ¿Cómo no vamos defender la liberación de los presos políticos, esos cientos de jóvenes que cumplen condena hoy en Cuba solo por participar en una manifestación? ¿Cómo no vamos a defender la democracia y el respeto al que es diferente?".