Una semana después de la histórica ola de protestas que recorrió Cuba el pasado 11 de julio, cientos de personas —400, según Human Rights Watch— continúan desaparecidas. Sin embargo, ni la brutal represión ejercida por el régimen para tratar de sofocar las manifestaciones, ni las numerosas detenciones arbitrarias de ciudadanos de a pie e incluso conocidos youtubers han servido para silenciar a un pueblo que ya está cansado de vivir bajo el yugo del castrismo.
Los permanentes cortes de Internet y las comunicaciones han dificultado esta semana cualquier contacto con los disidentes. Tras varios días intentándolo, Libertad Digital consigue hablar con Eduardo Cardet (Holguín, Cuba, 1968) de madrugada. Coordinador del Movimiento Cristiano de Liberación, este médico de profesión ha sido perseguido e incluso condenado por el régimen en reiteradas ocasiones. Aun así, no está dispuesto a guardar silencio.
Cardet explica orgulloso que, a pesar de las penurias, la gente, su gente, ya no pide comida ni medicinas, sino libertad: "Hemos comprendido que lo que puede resolver nuestra vida, lo que puede cambiar nuestra vida definitivamente es que cambie el sistema sociopolítico, que termine la tiranía". En su larga conversación con LD, advierte de que el régimen está perdiendo adeptos, desmonta los argumentos de quienes achacan la situación de Cuba al supuesto bloqueo de EEUU y pide a la comunidad internacional —y a España en particular— que deje atrás su indiferencia y comience por llamar a las cosas por su nombre.
P: ¿Cómo está usted y cómo están las cosas ahora mismo en Cuba?
R: Nosotros estamos bien dentro de lo posible, pero se mantiene mucha vigilancia, patrullas en las calles, paramilitares desplegados en algunos puntos, como las plazas, los parques… Hay mucho seguimiento sobre nosotros, los opositores. En estos momentos, Cuba está bajo una ola de arrestos de personas que participaron en las marchas pacíficas en los distintos pueblos y ciudades de toda la geografía nacional. Hay algunos que han sido liberados con fianza, pendientes de juicio, mientras que otros permanecen desaparecidos, sobre todo los que han sido severamente golpeados, lo que nos preocupa profundamente. No tenemos fe de vida de muchas personas. Hay estados donde hay más de un centenar de desaparecidos.
P: La información llega con cuentagotas, entre otras cosas, porque el régimen también está persiguiendo a periodistas y blogueros para evitar que puedan informar de lo que está ocurriendo en Cuba…
R: Sí… Una de las primeras decisiones que tomó el régimen fue hacer un corte de Internet, sobre todo en los datos móviles, precisamente para eso, para impedir que los ciudadanos se comunicaran entre sí y pudieran subir información de lo que estaba pasando. La otra parte es atacar a los informadores, periodistas, blogueros, personas que tienen capacidad de diseminar información para minimizar el impacto de todo lo que está sucediendo y, en gran medida, para que no se difundan las imágenes horrorosas de la represión tan brutal que ellos emprendieron contra el pueblo de Cuba que se estaba manifestando pacíficamente.
P: Una semana después, puede cundir la sensación de que las protestas ya se han disuelto y que las aguas han vuelto a su cauce…
R: Ya no hay cientos de miles de cubanos en las calles, como ocurrió el día 11, pero sí continúa la protesta desde otra dimensión. Hay un antes y un después muy bien definido. Por supuesto, hay un repliegue, pero porque el régimen comenzó una represión muy intensa, una represión que se ha llevado casa por casa de todos los participantes, y mantiene una altísima presencia de fuerzas militares en todos los pueblos y ciudades, lo que reduce la posibilidad de la gente de organizarse. A eso se suma el corte de Internet y de las vías de comunicación precisamente para eso, para impedir que los ciudadanos se comuniquen entre sí.
P: Hay quien se pregunta por qué ahora, qué ha pasado para que precisamente el 11 de julio el pueblo cubano dijera basta…
R: Llevamos viviendo una larga dictadura de 62 años, que ha acumulado una falla estructural sistémica. Ya no es la incapacidad propia del régimen, catalogándolo como un sistema fallido, sino que va más allá: bloquea las capacidades y las fuerzas internas que existen para poder enfrentarse a esta dinámica tan autodestructiva que existe. Todo eso va acumulando una fuerza que, en un momento determinado, tiene que brotar. Lo que nosotros vemos con gran satisfacción es que nadie está pidiendo en la calle ni comida, ni medicinas. La exigencia unánime del pueblo de Cuba es libertad, cambios. Hemos comprendido que lo que puede resolver nuestra vida, lo que puede cambiar nuestra vida definitivamente es que cambie el sistema sociopolítico, que termine la tiranía, que termine este régimen totalitario y podamos ir, paso a paso, construyendo un Estado de derecho, en el que se garanticen todas las oportunidades y libertades.
P: La gente pide libertad, pero la falta de alimentos y de medicinas es tremenda, en un momento, además, muy complicado por culpa de la pandemia del coronavirus…
R: Por supuesto. El manejo del coronavirus por parte del régimen ha sido fatal, pero, más allá del pésimo manejo de la covid y de la crisis económica que ellos dicen que se deriva de la pandemia, ese proceso acumulativo de insatisfacciones, de precariedad material, de opresión, porque lo que más duele, lo que más lacera al pueblo de Cuba es la ola represiva permanente que tiene el régimen sobre el pueblo cubano…. Eso ha llevado a un proceso de madurez donde el cubano comprende que la falta de libertad, la falta de oportunidades es la raíz del problema que tenemos. No es la falta de comida. La falta de comida, la falta de medicinas, la falta de todo lo necesario para vivir dignamente tiene una causa común, que es la falta de libertad. Se ha comprendido, se ha interiorizado y esa es la exigencia unánime de todas las personas que han salido a manifestarse.
P: ¿Qué les diría a aquellas personas que, desde fuera de Cuba, sin embargo, achacan todos los problemas al supuesto bloqueo de EEUU?
R: Desgraciadamente, hay muchas personas que, desde fuera de Cuba, están muy desenfocadas. Se ha tomado como referencia la retórica del régimen. Han comprado esa falsa idea que ha vendido el régimen durante tantos años de que todos los males que existen dentro tienen causas o motivaciones externas. Unos lo hacen por desconocimiento, quizás, o porque no quieren encontrar la verdad. Otros, porque son cómplices del régimen. Y del régimen cubano qué decir… Ellos no van a reconocer que son un estado fallido, un Gobierno que reprime, un régimen totalitario que lo controla todo y que, al final, no resuelve nada. Esas personas deben hacer un análisis mínimo, usando la inteligencia y un poquito más de perspicacia. No es posible que una nación, por no tener relaciones económicas plenas, por así decir, con otro país, por poderoso que sea, pueda culpar a otro del desastre tan profundo que existe en Cuba.
P: ¿Y los cubanos se dan cuenta de esto que usted sostiene?
R: Le pongo un ejemplo concreto: el régimen cubano vive vendiendo la idea de que EEUU, el Gobierno norteamericano, quiere rendir por hambre al pueblo de Cuba y, sin embargo, es muy común ver, en las tiendas donde ellos venden algunos alimentos, que las cajas de pollos o de la mayoría de los alimentos que hay dicen 'Made in USA'. Es decir, que la gente se da cuenta. Todo el mundo sabe que lo que existe es un embargo, pero muy limitado, que no tiene nada que ver con el nivel de miseria que tenemos. Es un régimen que tiene una deuda externa de muchos millones de dólares… ¿A dónde ha ido a parar ese dinero? Porque no se ha dedicado a desarrollar el país. Ha recibido cantidades multimillonarias de dinero de otras naciones por conceptos de todo tipo, inclusive del mismo EEUU, en concepto de remesas, de ayudas familiares y demás, que son cifras millonarias.
P: Este fin de semana, el régimen organizó un acto para exponer sus fuerzas y, de hecho, son muchos los que, desde España, por ejemplo, han apelado a las imágenes para sentenciar que el pueblo sigue estando con Díaz-Canel. ¿Cómo lo interpreta usted?
R: Es una respuesta tardía del régimen. Han tenido tiempo de preparar y de movilizar a distintos grupos de personas que pueden estar más o menos comprometidas con el régimen y, por supuesto, usan todos los medios que tienen a disposición del Estado. Ellos tienen todos los recursos de transporte, de comunicación y de represión para movilizar a una cantidad de personas y no fue algo tan masivo como ellos hubieran querido, como nos han acostumbrado en otras ocasiones. Yo creo que esa etapa en la que podían movilizar a cientos de miles de personas ya pasó. Ya no cuentan con ese pueblo. Esa gente que está allí no son cubanos de a pie. Son funcionarios, militares, personas que trabajan en las instituciones estatales más comprometidas y a los que ellos movilizan no sólo en La Habana, sino también en otras provincias y los trasladan hasta allí.
P: A los estudiantes, de hecho, se les obligaba a ir a este tipo de actos y tengo entendido que es la primera vez en mucho tiempo que varios grupos se han negado a hacerlo…
R: Tradicionalmente, movilizaban a todas las personas, sobre todo los trabajadores y estudiantes y, para eso, han utilizado tradicionalmente la extorsión, el chantaje de ser expulsados del centro de trabajo, de la carrera… Pero cada vez les está resultando más difícil lograr esto, porque vemos que los que han participado en las marchas pacíficas pidiendo y exigiendo libertad, la mayoría son jóvenes: son estudiantes, son universitarios, algunos son muchachos que trabajan. Son personas del pueblo, del auténtico pueblo.
P: ¿Cree que esta ola de protestas va a suponer un verdadero punto de inflexión en la historia de Cuba?
R: Esperemos que sí, que las cosas comiencen a cambiar de forma definitiva. Ha sido un largo proceso de acumulación de insatisfacciones y de viejos anhelos postergados, pero todo tiene un punto de inflexión, un momento de oro que comienza a cambiar. Y yo creo que ya está ese momento. Cada vez más personas van a apoyar a los que se han atrevido a salir a la calle y va a ser difícil que muchos que de alguna manera trataban de suavizar el rostro de la dictadura lo puedan hacer con todo lo que ha ocurrido, con todas esas imágenes de represión y con ese llamado que hizo Canel a la violencia entre cubanos, al derramamiento de sangre. De hecho, ya la realidad lo está demostrando. Los intelectuales, los artistas, muchos han salido a dejar bien claro cuál es su posición y muchos han quedado realmente horrorizados con lo que han visto. El cambio significativo ya ocurrió. Lo que esperamos es que eso continúe y que se convierta, en definitiva, en la fuerza que necesitamos para que ocurran las transformaciones finales de este régimen y se pueda transitar hacia un Estado de Derecho.
P: ¿Qué le diría a la comunidad internacional?
R: Que es hora de que miren a Cuba con atención, que nos miren con honestidad, que abandonen esa indiferencia que muchos de ellos tienen hacia la realidad del pueblo cubano. Más que palabras de apoyo, que son muy buenas, necesitamos acciones concretas. En primer lugar, el llamar por su verdadero nombre a este régimen, que es un Estado totalitario, una dictadura, una tiranía. Esto no es ningún tipo de democracia. Desgraciadamente, desde Europa, muchos políticos importantes lo han nombrado democracia de un solo partido. No sé cuántos términos han tratado de usar para suavizar el rostro a esta tiranía.
P: De hecho, el Gobierno de España sigue evitando reconocer que Cuba es una dictadura.
R: Desgraciadamente, desde Europa, no ha habido un reconocimiento tácito, sobre todo de los partidos de izquierdas, que a veces no quieren llamar al régimen cubano por lo que es: un régimen totalitario, una dictadura. Al que no quiera reconocer eso, yo solo puedo decirle que se remita a la Constitución que tiene vigente el régimen, donde ellos reconocen que hay un solo partido, el Partido Comunista, que es el que rige los destinos de la nación. No hay elecciones de ningún tipo. Hay control absoluto del aparato estatal sobre la sociedad, además de todo el arsenal de recursos que tienen para perseguir y criminalizar a las personas que se oponen al régimen pacíficamente, para encarcelarlos, para inhabilitarlos y obligarlos a desistir. Desgraciadamente, en España, esos partidos de izquierda forman un equipo que se defiende férreamente y no quieren aceptar la realidad. Luego también están los intereses de empresarios que tampoco quieren hablar muy claro del tema y no podemos perder de vista que el que viene a hacer negocio con el régimen totalitario está pasando por encima de los derechos de todos esos trabajadores. Está pisoteando y mancillando esos derechos y todo ese dinero que está amasando lo está amasando con sacrificio y con dolor. Que piensen un poco en eso y que quieran para el pueblo cubano lo mismo que quieren para su gente, que sean coherentes con los principios democráticos que se defienden.
P: Estos días, varios tuiteros instaban a esos políticos y famosos que tanto defienden al régimen a intercambiarse por aquellos que reclaman libertad: si tan maravilloso les parece todo, váyanse a vivir a Cuba.
R: Exacto, porque es lo que te decía. Hay esa visión romántica, equívoca, de la realidad cubana, de un socialismo que no existe, de una igualdad que no existe, de oportunidades en educación y salud pública que no existen. Todo eso es mitad mito, mitad mentira. La realidad del pueblo de Cuba es una profunda crisis estructural sistémica, carencias materiales en todos los órdenes, pero, sobre todas las cosas, una opresión muy intensa, un régimen muy, muy, opresivo, que coarta nuestras libertades, nuestros derechos, que nos impide el desarrollo de todas las formas posibles. Y ya es hora de liberarse de esas restricciones tan absurdas. Desgraciadamente, no solo políticos de izquierdas, hay mucha gente de todo el espectro político que, cuando habla de Cuba, trata de hacer creer lo que no existe y es increíble que eso suceda. Solo basta con levantar la vista un poco y mirar de forma sincera. Ser honesto y darse cuenta de que la realidad que existe acá dista mucho de la idea que ellos quieren vender o que quieren imponer. Por eso, siempre hemos dicho que ya es hora de que Cuba cambie, pero también de que cambie el mundo hacia Cuba y comprenda la verdadera dimensión del desastre que ocurre aquí y que nosotros sufrimos como pueblo.