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Maduro no se fía del Ejército y recurre a paramilitares y cubanos

"El número de oficiales molestos, inconformes e insatisfecho es altísimo".

Nicolás Maduro | EFE

El 23-F no sirvió para hacer llegar ayuda humanitaria a Venezuela ni provocó el quiebre en el Ejército que ha de tumbar a Maduro, pero abrió una grieta importantísima en el aparato represivo del régimen. Por esa grieta imposible de tapar se filtra desde el sábado un goteo lento pero imparable de deserciones de soldados que cruzan las fronteras hacia Colombia y Brasil en busca de proteínas y paz para sus conciencias.

Cuando se terminaba de escribir este artículo, más de 300 militares venezolanos, sobre todo de la Guardia Nacional Bolivariana, habían huido del país para ponerse a las órdenes del presidente legítimo Juan Guaidó. Este fenómeno, que no hará más que crecer en los próximos días, pone de manifiesto una vez más el enorme malestar dentro de unas Fuerzas Armadas que sufren tanto como el resto del país los efectos de la escasez y la hiperinflación y están sometidas a un estado de terror extremo para contener disidencias.

Ante esta situación de desafección por parte de los militares, que ya se vio en las últimas semanas en el poco celo con que reprimieron las manifestaciones a favor de Guaidó, Maduro se ha visto obligado a tomar medidas y a buscar alternativas para garantizar su protección en estos momentos de acoso. "Hay algunos oficiales que son defensores de la Revolución Bolivariana, que han ejercido una serie de presiones, de amenazas, de chantajes sobre todo en el caso de la tropa", dice en una entrevista con Libertad Digital Sebastiana Barráez, la periodista con más contactos y conocimientos dentro de las Fuerzas Armadas de Venezuela.

En los 20 años de revolución, las autoridades chavistas han arrestado y torturado a centenares de militares sospechosos de deslealtad. Estas prácticas se han intensificado en los últimos meses, cuando el régimen ha empezado a intimidar y torturar de manera cada vez más habitual a los familiares de los detenidos en actos reales o inventados de conspiración y rebelión.

Cubanos en los cuarteles

Como confía cada vez menos en su propio Ejército, Maduro ha redoblado la presencia de oficiales cubanos en los cuarteles. Lo explica así Sebastiana Barráez:

Ellos siempre se han mantenido un poquito en la sombra, sobre todo después de la muerte de Hugo Chávez bajaron la intensidad de la visibilidad que tenían, especialmente en el caso de la fuerza armada. Pero ahora interrogan a oficiales, dan órdenes dentro de los cuarteles.

En paralelo a esto, el Gobierno y el alto mando militar intentan mantener el compromiso de la tropa con las mismas apelaciones al antiamericanismo con que gran parte de la izquierda rechaza un cambio político en Venezuela. "Están proliferando las visitas de los comandantes a las diferentes dependencias militares. Están tratando de enfocar el discurso en lo que significaría para el país que Estados Unidos interviniera militarmente", cuenta Barráez. "Los discursos se basan mucho en tratar de levantar un sentimiento patrio por la defensa del territorio y la soberanía".

El descontento e incluso la indignación ante el uso que Maduro ha hecho de la institución es algo común en toda la fuerza armada, con excepción del "alto mando" y el "alto mando militar ampliado". Los estamentos más altos están compuestos por menos de un centenar de oficiales, que son los más beneficiados por la corrupción y prácticamente los únicos que tienen algo que perder con el cambio de régimen.

"El número de oficiales molestos, inconformes e insatisfecho es altísimo", dice Barráez sobre los militares de más rango que no forman parte de la cúpula. El problema, continúa la periodista, es que estos militares tienen largas carreras a sus espaldas y "familias establecidas", lo que hace mucho más improbable que se atrevan a rebelarse o desertar.

Para un general, dar un paso de esos es mucho más difícil, casi imposible, porque sabe las consecuencias que le va a traer. [Desde el régimen] Tienen muchos más mecanismos de presión contra ellos que los que puedan tener contra oficiales de grado más bajo o militares de tropa.

Alejar a los soldados de la frontera

El riesgo más concreto al que se enfrenta Maduro son las fugas de militares a los países vecinos. Además de enviar a la policía política a amedrentar a las familias de quienes ya han desertado, la dictadura hace todo lo posible por mantener a los militares lejos de las fronteras. "Fue muy evidente que en los pasos fronterizos el primer cordón de la línea de seguridad no eran militares", señala Barráez sobre el dispositivo contra la ayuda humanitaria del 23-F. En algunos casos, recuerda la periodista, eran policías mujeres y muy jóvenes "que demostraban no tener ningún tipo de entrenamiento" y estaban mucho menos preparadas para sortear los obstáculos y plantarse en Colombia.

"La idea era que los militares no se acercaran a los puentes". Después de las primeras tres deserciones, "los guardias [de la Guardia Nacional Bolivariana] fueron replegados hacia los comandos". El trabajo de los militares pasó a ser desempeñado a partir de ese momento por "unos grupos de civiles armados que salieron a las calles a enfrentar a los manifestantes". Los llamados colectivos son bandas de delincuentes que se desplazan en motos y fueron armadas por el Gobierno venezolano desde los tiempos de Hugo Chávez para defender la revolución en momentos difíciles como el actual.

No es casualidad que la seguridad de la zona fronteriza con Colombia no estuviera a cargo de los generales normalmente al mando sino del policía y dirigente chavista Freddy Bernal, uno de los capitostes del régimen más cercanos a los colectivos. (Bernal es también protector del estado fronterizo Táchira. El de protector es un cargo de designación gubernamental que el chavismo se inventó para seguir mandando en los estados y ayuntamientos en que pierde las elecciones).

Guerrilleros entre los colectivos

Al contrario de lo que suele ocurrir cuando actúan las fuerzas de choque chavistas, el despliegue de colectivos en las localidades fronterizas de San Antonio del Táchira y Ureña no dejó muertos ni heridos de gravedad. "Estos colectivos no eran cualquier colectivo. Se veía que tenían entrenamiento militar, y yo estoy casi segura de que son integrantes del grupo Los Pelusos y del Ejército de Liberación Nacional, que funcionan desde hace tiempo en la zona", dice Barráez. La periodista se refiere al Ejército Popular de Liberación (EPL, cuyos miembros son conocidos como pelusos) y al ELN, dos guerrillas colombianas de izquierdas con presencia en Venezuela.

"Fíjate que disparaban al aire, trataron de hacer las heridas en las piernas y no hubo muertos en esa zona", dice Barráez sobre esta "acción controlada contra la población civil desarmada" que se hizo con un orden y una disciplina poco habituales en los colectivos. Las tropas chavistas irregulares que la dictadura sacó a las calles en San Antonio y Ureña también actuaron contra los periodistas, pero no disparándoles a quemarropa o agrediéndoles en las calles, como ocurre casi siempre. En esta ocasión los colectivos se metieron en el hotel donde se hospedaban y les robaron material de trabajo y objetos personales. "No querían herir al periodista, sino causar miedo, y los periodistas empezaron a abandonar la frontera".

Maduro cambia su guardia de corps

La desconfianza hacia los militares ha provocado también que Maduro y algunos de sus ministros cambien de guardia de corps. Barráez ni siquiera conocía a los agentes que rodearon a Maduro para protegerle cuando se le fue la luz durante una rueda de prensa celebrada este mes en Miraflores. Cuando Maduro fue víctima de un ataque fallido con drones, quienes corrieron a rodearle eran militares, algo que no ocurrió el día del apagón. Los agentes eran esta vez civiles, y muchos vieron en los rasgos y ademanes de algunos de ellos la posibilidad de que fueran cubanos.

"Y creo que lo mismo está ocurriendo con el ministro de la Defensa [general Vladimir Padrino López]. Creo que su custodia en estos momentos no es venezolana, no son militares nuestros". Barráez menciona una aparición pública reciente en la que Padrino estaba custodiado por dos civiles y no por militares, como es habitual.

Guaidó señala a los militares que reprimen

A este debilitamiento de la fidelidad castrense hacia Maduro podría estar contribuyendo la estrategia de Guaidó de exponer a los militares que continúan a su lado. Desde que juró como presidente encargado, Guaidó ha publicado en las redes sociales fotografías con los nombres de los altos mandos del Ejército, pidiéndoles que dejen de cumplir órdenes del usurpador Maduro y advirtiéndoles de las consecuencias futuras de seguir reprimiendo al pueblo. Guaidó también pidió a los venezolanos que envíen mensajes directos a esos militares exigiéndoles que bajen las armas.

Las publicaciones de Guaidó iban dirigidas a militares del más alto rango muy comprometidos con el régimen. Barráez no cree que tengan efecto sobre ellos, pero sí pueden tenerlo para otros oficiales: "El mensaje es: tú puedes ser el próximo". "Recordemos que los militares ya no salen con el uniforme por la calle y tienen problemas incluso en las zonas donde viven", dice la periodista, que recuerda que algunos han tenido que abandonar las urbanizaciones de clase media alta en las que vivían al ser repudiados por sus vecinos. Los oficiales, por tanto, intentan esconder su condición de militares, y temen salir en publicaciones como las que están difundiendo Guaidó y políticos estadounidenses implicados en la liberación de Venezuela como Marco Rubio. "Eso indica también que podrían ser sometidos a sanciones internacionales, y muchos de ellos tienen a sus hijos fuera del país".

La Guardia Nacional falla a Maduro

Desde que llegó al poder, Maduro apostó por la Guardia Nacional Bolivariana como su principal apoyo, dotando a este cuerpo encargado de reprimir las protestas de más efectivos y armamento que al resto de componentes de las Fuerzas Armadas. Pero la Guardia le está fallando en el momento de la verdad. En enero, días antes de la proclamación de Guaidó, un comando de la Guardia Nacional se rebeló contra el régimen en su cuartel caraqueño de Cotiza. Una treintena de guardias fueron detenidos y están siendo torturados. "El caso de Cotiza activó a un montón de gente dentro de la fuerza armada, a un grupo de militares importantes que de repente se plantean una opción", dice Barráez. Algunos, afirma huyeron del país, mientras que otros prefirieron seguir en el ejército pero empezaron a "evaluar la posibilidad de tomar acciones".

"Porque esta Guardia Nacional de ahora no es la Guardia Nacional de 2014 y 2017 que enfrentó las guarimbas [protestas violentas]. Está mucho más vulnerada, mucho más afectada por el problema económico". Como respuesta a esto, Maduro está recurriendo a los colectivos y a las Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía (FAES), sobre los que también ejerce control Freddy Bernal.

Las FAES, a quienes algunos llaman "escuadrones de la muerte bolivarianos", son el cuerpo regular menos transparente del Estado venezolano, y han sido utilizadas recientemente por Bernal contra la familia de Sebastiana Barráez.

Sus integrantes son prácticamente anónimos, actúan encapuchados y son responsables de miles de muertes en supuestas operaciones contra la delincuencia en los barrios pobres que el régimen ha llevado a cabo en los últimos años. Han sido precisamente las FAES, y no la Guardia Nacional ni la Policía como ocurría hasta ahora, las encargadas de castigar y sembrar el terror tras las últimas protestas en las zonas pobres tradicionalmente chavistas, que es donde la dictadura se muestra más implacable con quienes osan alzar la voz contra el Gobierno.

El régimen ha optado asimismo por "alimentar a las milicias". La Milicia Bolivariana fue creada por Chávez y está formada por civiles con muy poco o nulo entrenamiento, entre ellos algunos ancianos. "Aunque no tengan preparación, tienen volumen", dice Barráez sobre este cuerpo que cuenta, según el Gobierno, con más de millón y medio de efectivos y ha sido movilizado por Maduro en las últimas semanas, mientras lanzaba un mensaje belicista contra Estados Unidos.

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