Venezuela vivió este miércoles una histórica jornada en la que el presidente del Parlamento, Juan Guaidó, juró como mandatario interino del país, con el apoyo popular de la inmensa multitud que se echó a las calles de varias ciudades, y con el reconocimiento de la inmensa mayoría de los gobiernos del continente: desde Canadá hasta Chile y Argentina, pasando por Brasil, Colombia, Perú, entre otros tantos.
Sin embargo, el trabajo de Guaidó apenas comienza y más allá de su legitimidad al frente de Venezuela, necesita que el apoyo internacional se mantenga. Un buen ejemplo de esto es que EEUU, a través de su secretario de Estado, Mike Pompeo, ya ha anunciado un plan de ayuda de 20 millones de dólares ante la inmensa crisis humanitaria provocada por el chavismo en estos últimos años.
Lo que está claro es que, políticamente, Guaidó necesita el máximo apoyo de la región y no sólo de EEUU, sino también de los países que componen el Grupo de Lima. Después del reconocimiento de Donald Trump, comenzó un auténtico aluvión de respaldos: primero la Organización de Estados Americanos (OEA) a través su secretario general Luis Almagro, y le siguieron Brasil, Perú, Colombia, Chile y Argentina. Incluso Ecuador, que no forma parte de dicho grupo regional, no tardó en hacerlo a través de su presidente Lenín Moreno, ex aliado de Rafael Correa, y hoy alejado de cualquier política bolivariana o chavista.
El que no ha dejado su posición fuerte respecto al caso Venezuela es Perú. Pese a sus dificultades políticas internas, el presidente Martín Vizcarra ha seguido el camino de su predecesor Pedro Pablo Kuczynski respecto al tema. Fue él uno de los máximos impulsores de este bloque que no ha dejado de mostrar su firme posición frente a la ilegítima elección de Nicolás Maduro en mayo de 2018.
El único que se ha alejado de esta declaración de apoyo es México. Andrés Manuel López Obrador no parece muy interesado en tomar una posición firme y de hecho sigue reconociendo a Maduro como presidente. El mexicano se basa en la llamada Doctrina Estrada, contraria a que se declare legítimo o ilegítimo un gobierno extranjero. Lo que ocurre es que se trata de una doctrina que data de 1930 y que aún, casi 100 años después, orienta la política exterior mexicana.
Lo que parece claro es que EEUU no va a dar marcha atrás. Pompeo ya informó de que no tendrá en cuenta la ruptura de relaciones anunciada por Maduro porque no está en la capacidad legal de hacerlo, al no ser ya el presidente reconocido por Washington. En cuanto al Grupo de Lima, parece muy bien apuntalado con Perú, Colombia y Brasil al frente, con tres presidentes como Martín Vizcarra, Iván Duque y Jair Bolsonaro, con las cosas muy claras.
Lo que se espera finalmente es que se establezca una suerte de "Estado paralelo". Ya existe un presidente como Guaidó, con una Asamblea Nacional de mayoría opositora, surgida de las elecciones legislativas de 2015, y además un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en el exilio, compuesto por 33 magistrados que juraron su cargo en julio de 2017 y que viven en países como Panamá, Chile, Colombia y Estados Unidos.
Pero también puede existir, y así se espera, una salida pacífica. Desde hace mucho tiempo se habla de los preparativos de Maduro para viajar a Cuba sin retorno, evitando así cualquier enjuiciamiento. Lo otro es que el propio EEUU le dé una alternativa. Según El Nacional, citando fuentes del diario Washington Examiner, Washington podría estar dispuesto a darle una salida segura a Maduro si acepta una "transición de poder pacífica". ¿Posibilidad? Sin duda, pero la historia apunta a que muy raramente un régimen autoritario acepta ese tipo de acuerdos.