Daniel Ortega desangra a una Nicaragua que busca libertad
La situación en Nicaragua se agrava cada día ante la represión de las fuerzas de Daniel Ortega contra los manifestantes que piden su salida del poder.
A mediados del mes de abril, el régimen de Daniel Ortega aprobó una reforma de la Seguridad Social que imponía un nuevo impuesto sobre las pensiones, la disminución de los futuros pagos a los pensionistas nicaragüenses, y una mayor contribución de las empresas.
Este hecho llevó a la población a salir inmediatamente a las calles para iniciar unas protestas que se mantienen a día de hoy. Además de la reforma, los ciudadanos también aprovecharon para reclamar por los últimos procesos electorales –muchos de ellos con denuncias de irregularidades–, y la subida en los precios de los combustibles, entre otros problemas. Ortega, que fue presidente desde 1985 a 1990, y ahora nuevamente en el poder desde 2007, se vio obligado a dar marcha atrás en sus planes aunque eso no sirvió para calmar los ánimos de una población cansada de un gobierno cuya vicepresidenta es Rosario Murillo, esposa de Ortega.
Lo cierto es que un mes y medio después del inicio de la crisis, Nicaragua no encuentra solución pese a la mesa de diálogo instalada hace unas semanas que sólo sirvió, como suele ocurrir en estos gobiernos autoritarios, para mostrar al mundo un nuevo rostro dialogante, aunque finalmente demostró sus pocas ganas de llegar a acuerdos. Muy por el contrario, las fuerzas de seguridad se han empleado con violencia y han seguido con una fuerte represión que ha dejado ya más de 100 muertos en las calles de la capital Managua y varias ciudades del país.
Esta mesa de diálogo fue testigo de un momento muy significativo. Un joven nicaragüense, identificado como Lesther Alemán, cansado de la situación, levantó su voz ante Ortega para mostrar la desesperación de la población: "esta no es una mesa de diálogo. Es una mesa para negociar su salida" y agregó que "no podemos dialogar con un asesino, porque lo que se ha cometido en este país es un genocidio y así será calificado". Además, le pidió: "Ríndase ante todo este pueblo. Pueden reírse, pueden hacer las caras que quieran, pero se lo pedimos: ordene el cese al fuego ahorita mismo". Como era de esperar, el vídeo dio la vuelta al mundo para mostrar su valentía.
Lo que también ha dado la vuelta al mundo son las imágenes de la brutal represión ejercida por las fuerzas policiales del régimen, incapaces de encontrar soluciones por medio de la palabra, una situación muy parecida a lo ocurrido en los últimos años en la Venezuela de Nicolás Maduro, uno de los principales soportes de Ortega en el poder.
La mesa de diálogo solo ha sido un vehículo del gobierno para ganar tiempo. El pasado jueves la propia Conferencia Episcopal de Nicaragua decidió no seguir con la farsa: "condenamos todos estos actos de represión de parte de grupos cercanos al Gobierno y queremos dejar claro que no se puede reanudar la mesa del diálogo nacional mientras al pueblo de Nicaragua se le siga negando el derecho a manifestarse libremente y continúa siendo reprimido y asesinado".
Inmediata reacción internacional
Uno de los que más ha condenado esta situación es la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). En un comunicado ha señalado que "insta al Estado a investigar y sancionar el uso de la fuerza por parte de actores parapoliciales, desmantelar dichos grupos y buscar una solución pacífica, constitucional y democrática a la actual crisis política que afecta al país", al tiempo que ha exigido el "cese de la represión de las protestas".
Por su parte, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó la violencia en Nicaragua y "en particular el asesinato de varios manifestantes" y pidió a Ortega "garantizar la protección y la libertad de expresión de los manifestantes pacíficos".
Otra institución que también ha emitido un comunicado es el grupo IDEA, que reúne varios expresidentes de Iberoamérica, entre ellos los españoles José María Aznar y Felipe González. El texto destaca su "solidaridad con las víctimas de la represión por parte del régimen Ortega-Murillo, demandando de nuevo el cese de la represión gubernamental, la libertad de los presos políticos, y el estricto respeto por la vida e integridad personal de quienes ejercen sus libertades de manifestación, de expresión, y de prensa en Nicaragua". También advierte "la coincidencia entre los graves hechos que ocurren en Nicaragua y los que, de modo más agravado, tienen lugar en Venezuela, ambos países sujetos a regímenes opresores de igual signo y, en el último caso, objeto por lo mismo de distintas sanciones internacionales".
Además, varios países de la región han mostrado su preocupación por la situación y por la enorme cantidad de personas asesinadas en las calles de las ciudades del país ejercer su libertad de protestar..
Daniel Ortega y su esposa se mantienen en el poder pese a las multitudinarias marchas. Los antecedentes con episodios similares en la región no prevén una solución rápida, pese a la enorme presión internacional que sigue en aumento. Los próximos días serán cruciales para el futuro de Nicaragua pero no se espera que disminuya la represión ejercida desde mediados del mes de abril contra los opositores al régimen.
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